Ya casi era la media noche y aún tenía en mi mente aquella duda existencial, una
encrucijada casi, casi metafísica. ¿De
qué escribo? ¿de Carlos Cuauhtémoc o del
vello púbico? Y ante la similitud entre los dos me decidí por el primero, por
el novelista mexicano y su obra máxima "JUVENTUD
EN EXTASIS". Por cosas del destino,(y si
existe dios debo agradecérselo) el primer ejemplar de este libro cayó en mis
manos cuando ya tenía los veinte y tantos años encima, claro, no era un adulto
hecho y derecho, pero tampoco un adolescente díscolo, (según recuerdo, Regina 11 en una entrevista
dijo que a la edad de 21 años los huesos del cráneo se había sellado
adecuadamente y el cerebro no crecería más, por lo cual podríamos considerarnos
adultos, sabia la brujita querida).
Me cuesta trabajo imaginar los estragos que habría sufrido mi “esfera biopsicosexual” si a los 15 o 17 años hubiese leído esos párrafos heréticos. A lo mucho había logrado superar la educación ochentera y la revolución de los noventas, esto habría sido el golpe final, un harakiri mental que inexorablemente me habría llevado a una vida ascética o a un seminario a las afueras de cualquier ciudad.
Debo decir que la primera vez que vi este manuscrito, quede impactado por su título, "JUVENTUD EN EXTASIS" en rojo sangre estrogénica, con la foto de dos jóvenes mirándose cara a cara y quien sabe en qué cochinadas pensando mutuamente. A tal punto que llegue a pensar que podría servirme de ayuda teórico táctica, para concretar ciertos asuntillos sexysentimentales que tenía enredados. Por simples cuestiones de buena educación y de normas de Carreño, no lo leí públicamente, lo deje para la noche, en la tranquilidad y privacidad de mi habitación. Y una vez abierto se desplegó ante mí un nuevo mundo…
Me cuesta trabajo imaginar los estragos que habría sufrido mi “esfera biopsicosexual” si a los 15 o 17 años hubiese leído esos párrafos heréticos. A lo mucho había logrado superar la educación ochentera y la revolución de los noventas, esto habría sido el golpe final, un harakiri mental que inexorablemente me habría llevado a una vida ascética o a un seminario a las afueras de cualquier ciudad.
Debo decir que la primera vez que vi este manuscrito, quede impactado por su título, "JUVENTUD EN EXTASIS" en rojo sangre estrogénica, con la foto de dos jóvenes mirándose cara a cara y quien sabe en qué cochinadas pensando mutuamente. A tal punto que llegue a pensar que podría servirme de ayuda teórico táctica, para concretar ciertos asuntillos sexysentimentales que tenía enredados. Por simples cuestiones de buena educación y de normas de Carreño, no lo leí públicamente, lo deje para la noche, en la tranquilidad y privacidad de mi habitación. Y una vez abierto se desplegó ante mí un nuevo mundo…
A mi mente llegaron imágenes y recuerdos entrelazados de forma desordenada, ¿qué carajos era lo que estaba leyendo? No estaba seguro si leía el guion de Marimar o "alcanzar una estrella 2" mientras escuchaba a la monjita que nos daba filosofía y educación sexual en el colegio tratar temas como la polución nocturna o el ciclo menstrual. Eso orquestado en el ambiente académico de una fiesta universitaria, mientras, aparecían imágenes de diapositivas de chancros sifilíticos o linfogranulomas venéreos. Luego me sentía en las charlas que se daban a los jóvenes los martes de semana santa en el pueblo, donde el cura o seminarista de turno, nos explicaba la importancia del celibato y la abstinencia.
No sé a las cuantas horas lo terminé, pero al llegar al final me persigne, recé el yo pecador y me dormí pensando en ese capítulo donde al mejor estilo de un reguetón famoso, los personajes estaban con ropa haciendo el amor. (Que como dijo Silvio rodríguez no es lo mismo pero es igual).
Prometí sobre cuatro revistas de Kaliman
y un álbum de chocolatinas JET nunca más volver a leer algo así, y lo he
cumplido fielmente hasta la fecha. Pero si
por cosas del destino, un sábado en la tarde no tienen nada que hacer y hay un ejemplar de este libro a
mano, léanlo (Fry de futurama lo
hizo) fuera de prejuicios puede ser
entretenido, eso sí, como los frascos de
veneno, mantenerlo fuera del alcance de
los niños.
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