latecleadera

domingo, 28 de enero de 2024

Árboles. (fragmento)

 


El árbol guarda tras de sí el recuerdo de un mundo poco cambiante, es la reserva del silencio de los milenios.  Una planta en su forma más sutil es calma y quietud en armonía de vida, prescinden de inteligencia porque aquella implica violencia y su fuerza radica en la posibilidad de trascender en el universo de  las posibilidades como aquello superior a la quietud del ente inanimado que no requirió confrontar al otro yo para poder ser.

El árbol habla el lenguaje del viento, se expresa en el vaivén de sus ramas, en una ilusión de caos natural que a ojos del buen entendedor  dilucidara los instantes no apresados en medidas de tiempo, solo un continuo devenir del pasado interpretado desde su vegetal experiencia.

Todo árbol en la simbología del mago, en la formación de arcanos y sigilos, en la base de un conjuro o como cuerpo de una oración lleva implícito el sentido del tiempo en su expresión pasada, las hojas son lo efímero del ahora que acaba de morir, una flor es el reflejo de una muerte futura, las ramas evocan el canto de los animales estacionales y el tronco y su madera es la escritura de los años,  un bosque es una composición de siglos pasados y las características de cada especie son el lenguaje de los milenios.

Cada especie representa un instante, una leve perturbación en la maraña de campos que formaron el ayer.

Un ser vegetal es la memoria de la tierra, pues llevan la impronta de mantener en su más remoto linaje el impulso vital básico que genero la vida en el planeta.  Están en íntima relación con la tierra y es ella quien les da el soporte y la promesa de su permanencia.

(El grimorio del herrero y el dragón)