Por allá en los años ochenta, dos conocidas marcas de
pasabocas colombianos, que a efectos prácticos llamaremos chitos y yupis,
lanzaron una agresiva y bienaventurada promoción y moda; dentro de los paquetes brillantes de grasa saturada y con boronas
formando un halo protector, se encontraban pequeñas figuritas de plástico
monocromáticas, no mayores a 5 cm, con una increíble definición de rasgos y la
maravillosa capacidad de permanecer de pie (con sus desesperantes excepciones).
Eran los muñequitos de series de televisión
como el Chavo del ocho, Looney Tunes, Marvel, DC, Thundercats, Star wars, He-man
y Disney. Gracias a ellos nuestra dieta se basó en gran
medida en la ingesta desmedida de “deditos” de chitos (pequeños y
saladitos, de allí su peyorativa connotación
sexual que aplican algunas damas) y yupis, un poco más alargados. Objetos de colección, cambalache, trueque,
robo y más, cuyo único fin era acompañar a mocosos imaginativos en
historias de guerras y batallas en los
jardines o habitaciones de sus casas o las casas de sus amigos.
Dada su variedad sirvieron a la perfección
para recrear villanos, héroes, monstruos, o simplemente población general (esa que cae dentro del llamado daño
colateral y para la cual los del chavo eran perfectos, nunca encontré un mejor
papel para la bizcabuela de la chilindrina o doña Florinda) . Con el paso de los años salieron nuevas
series, pero de menor calidad, mal definidos, algunos fluorescentes y en
posturas limitantes, o en combinaciones extrañas como la serie de chespirito de cuerpo normal y cabezas gigantes alternables, que bien podrían haber sido los precursores de
los perritos que bambolean la cabeza en los tableros de los taxis. La moda paso, como toda moda, y llegaron los
tazos (¿?).
Estas figuritas; las
que sobrevivieron a las mordidas de
mascotas (incluidos los bebes que querían estrenar sus dientes en algo), a las quemaduras con fósforos, velas o cualquier sustancia pirógena (toda la población
nacida entre 1970-1990 presenta alguna cicatriz por quemadura de plástico, las
principales por bolsas de azúcar o el príncipe azul de Disney), o al simple
deterioro por uso, quedaron rezagadas en cajas de recuerdos, y solo se usaban
para rellenar piñatas baratas o pesebres coloquiales. Hoy más de 20 años después, son objetos de culto para algunos nostálgicos o
coleccionistas. Encontrarlos es un golpe
de suerte y es frecuente tener especímenes sin manos, sin patas o con la cara
mordida.
Como dato de cultura general yupi saco la serie de: Chespirito, Star wars, el mundo de Disney, los magníficos, los superamigos, y una
segunda serie de Chespirito.
Chitos: looney tunes, tom y Jerry, el pájaro loco, he-man, héroes
de marvel, héroes DC, thundercats (estos había que reclamarlos después de
encontrar una tirilla de premio en los paquetes, venían en bolsitas de 3 a 5) y
los picapiedra (esta fue ya a mediados de los 90s). Probablemente todos superen las 200
figuritas, no lo sé, cada vez que busco, encuentro una nueva, o una que había olvidado
completamente. Tal vez algún día tenga
la colección completa.
Con mi hermano tuvimos una gran colección de estos muñecos. Actualmente perdida. Lástima.
ResponderEliminarHola Fredy tienes de esas figuritas me gustaria contactarme con tigo rbavila74@gmail.com
ResponderEliminarque bellos recuerdos me traen estos muñequitos desearia tener en mis manos algunos de ellos, seguire buscando
ResponderEliminartengo varios ala venta o cambio mi correo es jefmuto@outlook.com
EliminarHola jeferson ami me interesan favor mándame fotos si porfa saludos
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