latecleadera

Mostrando entradas con la etiqueta zona retro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta zona retro. Mostrar todas las entradas

viernes, 13 de noviembre de 2015

Dibujos animados de los ochentas

antes de los cuatro o cinco canales infantiles de la televisión por cable, que suelen repetir los episodios de sus programas una y otra vez y otra vez y otra vez,  la población infantil de este país del sagrado corazón tenia que conformarse con los dos o tres canales nacionales y lo que buenamente quisieran pasar por ahí.  no había programación veinticuatro horas,  la mañana era para algunas novelas (no estoy seguro) las primeras horas de la tarde eran para la franja de educación a distancia   y finalmente cuando todos salíamos de clase entre las 4 y 5, llegaba lo bueno, el horario de dibujos animados  que se cerraba  con el minuto de Dios de azúcar manuelita.  los fines de semana eran cuento aparte, en especial los sábados, día por excelencia dedicado a los dibujos animados, el mejor día de todos, (domingos y festivos también tenían sus dosis animadas pero en menor proporción).  

sin mas preámbulo aquí dejo  esas series animadas ochenteras, no se si están todas pero creo que incluí las principales.



-banner y flapy
Germano japonesa 1979.  26 episodios



Es de las primeras series animadas de las cuales guardo cierto recuerdo organizado de sus episodios.  Por alguna extraña razón siempre trae a la memoria episodios de mi vida infantil en la casa de mi abuela, acompañado de uno de mis tíos; lo extraño es que no recuerdo que hubiese televisor por aquellas épocas donde mi abuela…en fin
Banner era una ardilla criada por una gata en una granja cerca del bosque de nueces. Por cosas del destino terminó perdido en este,  y es allí donde encuentra su identidad como ardilla, crea amistad con los habitantes del bosque y afronta los problemas que este trae.  Como toda serie animada influenciada por los orientales tenia inmerso ese toque trágico tan característico. No estoy seguro que carajos pensaban los productores, guionistas y escritores de la época en cuanto a lo de historias para el público infantil, pero brutalmente nos sumergían en relatos de abandono familiar, traiciones, muerte de amigos y violencia entre especies, algo bastante crudo para los cánones actuales, pero que definitivamente nos pegaba de la pantalla.  Con esta serie  se me aguaron los ojos cuando la ardillita fue separada de su madre gata, se me escurrieron las lágrimas y los mocos cuando unos cazadores sin alma mataron al abuelo búho, me indigne a decir no más cuando el bosque fue arrasado por los leñadores  y quede algo confundido cuando luego del reencuentro con su madre Banner le dijo adiós…
Quedaron grabados en mi mente su estupendo tema musical, su doblaje españolete,  Banner saltando sobre la cola de su madre mientras sonaba la campanilla que colgaba de su cuello; la imagen de  inocencia y tranquilidad que representaba una ardilla bebe durmiendo con su cola como almohada…Banner me recuerda al bebe que tengo en casa.


-Thundercasts
EEUU 1985. 130 episodios



En mi humilde opinión y con un sesgo de aquí a la luna he de decir que esta es la mejor serie animada posible.  Había viajeros espaciales, armas mágicas, un mundo salvaje por colonizar, seres zoomórficos inteligentes, luchas al estilo medieval, aparatejos de alta tecnología,  y un villano de villanos envuelto en prendas mortuorias y en pacto con antiguos demonios.  La animación era una mezcla de técnicas americanas y japonesas de modo que no llegaba a la perfección y dramatismo oriental pero tampoco a la simpleza argumentativa y espasticidad de la americana.  Y lo mejor de todo era su intro. Simple y llanamente espectacular, una secuencia elaborada con tal pasión y perfección que el solo escucharla eriza la piel.  En los ochentas perderse un capítulo de los thundecats simplemente era algo traumático.  Se hizo una nueva versión en el año 2011 pero simplemente no pudo con su antecesora y quedó en una sola temporada. De los thundercats es inolvidable su símbolo, el perfil estilizado de un felino sobre un fondo rojo, la invocación de la espada del augurio, el conjuro del despertar de Munra, el tanque de Pantro  y un largo etc.


-Súper agente Cobra
Japonés 1978-1984. 31 episodios



De la historia de esta serie poco me acuerdo, creo que la daban los sábados en la mañana, y por lo visto no fue transmitida completa, al parecer su alto contenido de violencia y ciertos toques de sexualidad explicita como que no cuadraban mucho para la programación de los ochentas, y menos si era considerado un programa infantil.  Pero a pesar de todo esto y de los pocos capítulos que vi (no estoy seguro si la transmitieron completa) quedó impresa en mi infantil mente la figura de un hombre de rizos rubios, atlético, fumando a toda hora (incluso bajo el agua) y con un brazo como cañón…y una sexy robot acompañándolo a todo lado.   Según pude averiguar, cobra era un pirata espacial, sumergido en una civilización futurista algo deshumanizada, con ciertas capacidades físicas por encima del promedio, un sanjuan algo vago, que en su brazo izquierdo poseía una psicoarma, un cañón de calor que se activaba con sus pensamientos, y la robot que lo acompañaba era una antigua novia, que luego de sufrir una herida mortal no tuvo otra opción que convertirse en un robot, muy sexy por cierto.  De cobra se resalta lo elaborados de sus dibujos, su dinámica animación, los escenarios futuristas soberbios, y la historia propia para un público adulto.  Gracias súper agente cobra por esos primeros desnudos femeninos.


-Inspector gadget.
EEUU Francia Canadá Japón 1983-1986.  86 episodios

martes, 30 de junio de 2015

Series ochenteras (no se me ocurrió otro titulo)

Si algo tenemos de particular todos aquellos que nacimos a finales de los 70s y principios de los 80s, es la inmensa ingenuidad en nuestra niñez y unos pocos años después.  Llegamos en ese periodo de transición en donde no alcanzamos  el régimen autoritario que nuestros abuelos aplicaron a nuestros padres,  tampoco experimentamos  ese frenesí cósmico libertino en el cual si se sumergieron nuestro padres (y del cual salimos) y no recibimos en nuestras manos infantiles las maravillas de la tecnología y el nuevo despertar que trajo la década de los noventas y el nuevo siglo (creo que los charlatanes llaman a esto la era de acuario).  Somos modelos ochenteros o setenteros tardíos, hijos de una década que se caracterizó por ser un punto de empalme, de algo que unió dos etapas importantes;  solo eso, el clip, cuerda, gancho, colbon o engrudo que pegó lo mejor que otros si tuvieron.  

Y en esos años de paradisiaco estupor hubo algo que amoldó nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestra percepción del mundo y nuestra comprensión de la realidad.  La series de tv.  

Venían adecuadamente dosificadas en espacio de media hora los días de entresemana en las tardes, o de una hora los sábados y domingos.  estaban diseñadas en una  inalterable estructura; primero el  intro, tan esencial como la misma serie, a tal punto que no ver el intro era casi como no ver el programa completo, luego una  toma general de la ciudad en donde se ubicaba él o los protagonistas mientras se colgaban los últimos “starring” para continuar con la presentación de la situación problema, la posterior exposición de este al protagonista, los entuertos en los cuales se veía inmerso, para terminar en una salida premedita, fotográfica, algo traída de los cabellos, en la cual  siempre salía victorioso; todo finalizaba en una escena en la que nuestro héroe  besaba una chica o reía  junto a ella en cualquier lugar palaciego.  Y nuevamente el tema musical que daba por terminado el capítulo.  Y así  pasaban los días y las semanas y los años, viendo la misma escena en diferentes colores, apagando la tele, tranquilos porque el orden universal no había sido alterado, el equilibrio cósmico continuaba.

¿Y cuales fueron las series que marcaron nuestra temprana niñez y adolescencia? Aquí van algunas (no vienen en orden cronológico, ni están todas las que deberían estar)

- Macgyver


Serie creada en 1985, la dieron en varias épocas,  pero la más relevante fue la  transmitida  en el canal uno, gracias a Jorge Barón de 6 a 6:30 de la tarde de lunes a viernes.  
Angus Macgyver,  interpretado por el carismático Richard Deán Anderson era un muchachote treintañero licenciado en ciencias físicas y ex corredor de autos de carreras que trabajaba como agente de la fundación fénix (una agencia parecida al FBI pero de buenas intenciones) que con una navaja y mucho ingenio  desarmaba bombas atómicas y armaba cohetes espaciales.  Recorría el mundo truncando planes malévolos de cuanto loco existiese en el poder. Al parecer nunca mato a nadie, tenía un archienemigo llamado Murdoc y tuvo un hijo de una de sus múltiples conquistas en algún capitulo perdido.  Este hombre fue el patrono de los rebuscadores e improvisadores, el dios lar de aquellos que posteriormente darían pie a cosas llamadas colombianadas,  pero también era un hombre de ciencia nato, a cada situación de peligro y dificultad le encontraba su principio físico o químico que lo desencartaba. Unía un gancho para el pelo, dos fósforos, un chicle viejo, una menta, y luego de dar una somera explicación científica de cualquier fenómeno ya tenía lista una carga explosiva que volaría la puerta de acero de algún laboratorio de máxima seguridad.   Y lo peor de todo es que era tan contundente en lo que decía y hacia que uno terminaba creyéndosela, de modo que cuando se estaba en situaciones semejantes  (como cuando las llaves se quedaban dentro de la habitación, o había un corto circuito o se veía algún radio mal sintonizado), se evocaban capítulos y capítulos y se  repetían sus protocolos;  el resultado salía a la vista, las llaves seguían encerradas, el daño eléctrico era peor y el radio terminaba reducido a mil partes inconexas.
  


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Yo no soy de los Franco


Agradezco inmensamente al Canal A, luego Canal 1 y finalmente canal Caracol, el haber permitido educar y mantener en estricto orden y armonía mi agitado sistema gastrointestinal, principalmente en sus primeras porciones y funciones,  iniciando por la parte estimulativa de la región olfativa de mi nariz, la secreción  de mis glándulas salivales, el cálido preámbulo acidificante de mi estómago en espera del bolo alimenticio y los primeros dos metros de intestino degradando el quimo en sustancias solublemente nutritivas. 
Eran los 90s, años agitados y de cambio, el sol estaba en su cenit, los buitres giraban en espirales juguetonas cerca de las nubes, los ruidos de los trastes de cocina escapaban al compás de los vapores que desprendían los platos servidos en la mesa del comedor:  aroma de arroz cocido con trocitos de cebolla, carne frita en aceite viejo, papa cubierta de una exquisita mezcla de tomate, cebolla (nuevamente cebolla) color, caldo Maggui y dios sabe que otro ingrediente secreto (ricostilla no, esta llegó después) comúnmente conocida como “hogo” y la papa ascendida al título de “papa chorriada”, sopa de plátano y jugo de guayaba. Y en toda esta escena completa y absolutamente hogareña, se elevaba sobre las tapias y los techos de las casas, escapaba por las rendijas de las ventanas y por las puertas abiertas inundándolo todo, aquel sonido que salía de la cajita mágica llamada televisor, aquella melodía que si el oído no me engaña era interpretada por un sintetizador, un piano, una flauta?? Y una guitarra.  Algo así como “pa papa  papa, pa paparapa, pa papapa parapa, papa papa parapa parapa, pa papa, pa parapa papa, pa pa”.  Esa endemoniada melodía del programa número dos de los colombianos (el numero uno es sábados felices) Padres e Hijos.

domingo, 12 de octubre de 2014

Esos muñequitos de yupi y chitos...para coleccionistas



Aunque no  parezca, tengo poco tiempo libre, y el poco que tengo lo utilizo en actividades tan fructíferas, rentables y edificantes como esta. Por alguna razón, la primera entrada que escribí (esos muñequitos de yupi y chitos) es la más  visitada, y por la cual de vez en cuando recibo correos solicitando información sobre compra, venta o cambalache de dichas figuritas. Qué curioso, en ella no gaste más de 15 minutos redactándola y unos 10 buscando las fotografías (a diferencia de los “ladrillos”  de “diablo” en sus tres partes,  en los cuales demore  cerca de una semana y varias trasnochas dándole vueltas al asunto), pero lo que más me molesta de todo, es que a cada pregunta que me formulaban sobre los muñequitos no tenía respuesta.  Un viernes en la noche, cuando la gran mayoría de gente normal estaría disfrutando de un buen vaso de cerveza, yo, sentado en una silla frente al computador me devanaba los sesos estrujando esas neuronas esquivas que guardan los recuerdos, tratando de traer a la memoria exactamente cuántos muñequitos había tenido en mi niñez;  hay algunos inolvidables como el ñoño rojo con los brazos abiertos que fue el primero que tuve, o el chapatin rosado que me salió un sábado en la mañana cuando destapaba la bolsa de chitos (¿o yupis?) y por el cual di tremendo salto de alegría, pues era el único que me falta del chavo; están los del lobo feroz y algunos enanos de blanca nieves, producto del robo de unas cuantas monedas de la caja donde se guardaba el dinero producto de la venta de leche, y por el cual, días después al ser descubierto recibiría un buen castigo; el príncipe azul que termino quemado con fósforos por ser “muy lindo”, o los thundercats  que me regalo David al ver mi cara de decepción al ser  el único al cual no le había salido ese bendito letrero de sorpresa en el paquete.  En fin, no sé si solo me ocurrió a mí, o si existirán más contemporáneos con desordenes psiquiátricos, que a cada figurita de plástico le fuimos dando cierta personalidad, ciertas características únicas que las convirtieron en piezas claves de las historias de nuestra niñez, dejaban de ser simples juguetes para convertirse en verdaderos héroes y villanos de los diferentes escenarios en los cuales se desarrollaba ese mundo alterno de la infancia, el sagrado momento de jugar.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Awesome mix Vol. 1



Guardaba cierto recelo ante la película, pero luego de las buenas referencias que dieran varios de mis compañeros de trabajo finalmente opte por irme de plan de cine junto a mi esposa y mi hijo, como siempre emulando la bárbara costumbre gringa de engullir una abrumadora cantidad de maíz pira (palomitas de maíz dice mi hijo) y la versión extra grande de Coca-Cola necesaria para estimular la meada a  mitad de la función.

No me arrepiento en absoluto, los guardianes de la galaxia, desconocidos para mi hasta ese momento (el universo Marvel es tan grande que vaya uno a saber que  puede encontrar escondido) llenaron todas mis expectativas para una película de superhéroes y ciencia ficción.  Tiene todo lo que un buen friki puede buscar: héroes proscritos, razas extraterrestres muy semejantes entre sí, señores oscuros buscando  dominar el universo, fuentes de poder ilimitado y alienígenas sexys con quien sabe que variante  anatómica que les de ese “toque único”. No es una historia nueva, a los pocos minutos uno tiene la idea  de cómo va terminar, sus personajes son bien delineados sin necesidad de crear salidas argumentales imprevisibles ni nada por el estilo; pero es tan semejante a las historias que uno se armaba de niño, cuando se jugaba con los muñequitos de yupi y chitos,  que al mejor estilo de Amparo Grisales bien  podría  estirar el brazo y decir “me erice”, eso sin contar las ambientaciones  que rememoraban en algunos momentos escenas de la guerra de las galaxias o en el colmo del desorden neuronal, a escenas de He-Man o a Skeletor camuflado en el villano de la historia.  Pero por encima de todo estaba la banda sonora,  simplemente sobria, majestuosa, asombrosa.  Y en  StarLord con sus audífonos de diadema  nos vimos reflejados todos y cada uno de los musicómanos de los ochentas y noventas. Una transitoria taquicardia supra ventricular me dio cuando al inicio,  el  pequeño Peter Quill escuchaba en su walkman (radio caminador decía pacheco en el precio es correcto) una melodía que había estado perdida por varios años en las remotas circunvoluciones musicales de mi cerebro.  Y al amparo de  “i am not in love”  de 10 cc, fue llevado por los crueles  devastadores  a las profundidades galácticas.

domingo, 27 de julio de 2014

Entendiendo el planeta de los simios



Hace poco vi la última película del planeta de los simios.  “el planeta de los simios: confrontación” y no me sentí defraudado en absoluto, aunque esta opinión es poco objetiva, tengo un gran sesgo de  afinidad hacia dicha serie, de modo que cualquier hueso que venga impreso con el adjetivo  “simios” a mi corto parecer será súper. 

El planeta de los simios en cualquiera de sus variantes es una reflexión sobre el papel de los humanos en este planeta, la fragilidad de su supervivencia como especie, la desmitificación de su concepto de pináculo de la creación, y un recordatorio de que no somos más que simples simios tecnológicos. 

¿Y de dónde vino la idea de chimpancés parlanchines y buscapleitos?

Todo nació de la mente del escritor francés  Pierre Boulle  en 1963, allí narra la historia de una pareja de astronautas que encuentra una botella en el espacio,  esta guarda un manuscrito en el cual se narra la historia de otros astronautas que en el año 2500 parten del planeta tierra hacia un planeta de la estrella Betelgeuse y en el encuentran que este está habitado por una raza de simios inteligentes y civilizados y en donde los humanos no son más que simples animalitos salvajes.  Las peripecias de los protagonistas se las dejo a los futuros lectores del libro, por cierto corto y de fácil lectura.

Debido al éxito del libro se creó toda una saga de películas, series de tv y comics, siendo las de mayor influencia las películas, hasta el momento 8.    Las primeras 5 salieron a luz entre los años 1968 y 1973, la sexta en 2001, la séptima en 2012 y la ultima en 2014.  Pero me interesan las 5 primeras, ¿Por qué? Simple, porque de ellas se desprende toda la simio manía que aún persiste en estos días.

Cuando un no existía Caracol, RCN ni el canal del congreso, de  vez en cuando salían por la tv películas  buenas, y  por allá en estos años ochentas  pude ver, no estoy seguro si siguiendo una secuencia, algunas de estas cinco  películas. 

Así que me tomare la molestia de explicarles como es la cosa con dichos miquitos.

lunes, 21 de julio de 2014

Mis libros perdidos. Cartilla de lectura CAMINA




En los primeros años de la década de los ochentas y bajo el mandato de Belisario Betancourt se creó  la “campaña de instrucción nacional” con el fin de disminuir, si no erradicar, el peligroso analfabetismo que imperaba en nuestra nación.   Este programa de gobierno fue la continuación del archiconocido “radio Sutatenza” que saco de la ignorancia a unos cuantos abuelos.  ¿Logró o no sus expectativas?  Lo desconozco, solo sé que por cosas de la vida, las cartillas de dicha campaña   llegaron a mis manos cuando aún estaba en la escuela,  y junto a "globito mágico" y "nacho lee" se convirtieron en mis libros escolares guía.  Como toda cartilla escolar, venían con coloridos dibujos, letras grandes y problemas básicos que se repetían una y otra vez. Y de todas ellas las que más llamaban mi  atención eran las de CAMINA.  

Y que niño no inventa una historia con las imágenes e historias que allí se encontraban.


Había una mujer dibujada en una de las primeras hojas de la cartilla, amarilla por los años y roída por los ratones en uno de sus extremos.  Por alguna razón siempre prefería está  a aquella que enseñaba los números y las operaciones entre estos. En ella  los dibujos esparcidos a lo largo de sus hojas siempre mostraban  la familia de Luis  y Ana, dos campesinos que vivían en alguna lejana finca en medio de las montañas.
tenían una casa pequeña y ordenada, con árboles a su alrededor y animales de corral por todos lados. Todos los días salían a trabajar a su parcela en compañía de sus hijos, mientras el sol se levantaba y con sus rayos disueltos en los nubarrones levantaba la niebla que aun dormía sobre las hojas de las plantas al borde del camino.  Vivían humildemente pero eran felices, se les notaba en su rostro  tranquilo y las poses sueltas que adquirían sus cuerpos al atardecer, cuando llegaban de su faena.  
 Gustaban de la buena y sana comida y odiaban la ciudad,  tal vez porque  no la comprendían y no estaban acostumbrados a los sonidos del metal, porque a pesar de todo, la ciudad que visitaban era una ciudad organizada.
Ellos preferían el pueblo, pequeño, con una plaza repleta de gente jovial, perros vagabundos, niños correteando por las pocas calles y casi siempre alguna fiesta con música y chicha en el parque central.
Allí era donde llegaban con el caballo y la mula a vender su cosecha, en un floripinto mercado, luego,  antes que la noche cayera volvían a su  casa, aunque llegaran tarde y en ocasiones la lluvia los golpeara, no había nada mejor como dormir en la cama de siempre.


Esa era la historia que me mostraba aquella extraña mujer en la primera hoja de la cartilla, tenía la mirada  fija en aquel que la leía, aquella mirada que traspasaba unas gafas un poco burdas y sin lentes que yo le había dibujado, tenía el cabello suelto aunque corto, pero a pesar de eso se le formaba una extraña melena que parecía confundirse con las ramas de los árboles que la rodeaban.  Su vestido era largo, de dos piezas, rasgado en los bordes de la falda,  con un corte simple que dejaba entrever  un cuerpo flaco y escueto.   Tenía sus brazos abiertos  semejantes a las imágenes de los santos en pleno éxtasis  y una de sus manos sostenía lo que parecía ser una regla o simplemente una vara de esas que se encuentran en el suelo.  Un riachuelo corría a sus espaldas y alimentaba un bosque espeso, repleto de desconocidas criaturas, dudo fuesen peligrosas.  No podría saberse con precisión quien o en el peor de los casos que era ella. Obviamente no era de la familia de Luis, pues si lo fuera, sería la tía loca  y este no permitiría que uno de sus familiares viviera en esta precaria condición, perdida en el bosque. Tampoco era del poblado cercano a la finca, muy mística para ellos y era poco probable fuese de la ciudad, muy agreste para ser de allí. 
Ella, esa mujer, era ajena a la historia, aunque formaba parte de ella, era su preámbulo, su profeta díscola, la maestra de ceremonias de la función mayor, de la función de la vida normal y feliz.  Era como un ángel, sin serlo, pues por aquella mirada un trazo  de divinidad  se escapaba de su ser.  Era eso, un espíritu del bosque, de esos que la gente confunde con brujas o demonios, un espíritu de hierba.

lunes, 14 de julio de 2014

Yo zombie



Tendría yo unos 8 años; en el pueblo no había cine ni nada que se le asemejase, algunos parroquianos con ínfulas de empresarios traían películas de la capital en formato beta y en un salón pequeño que servía de oficina de despacho de buses y chivas las exhibían  en un televisor a color de 32 pulgadas. El precio de la entrada nunca lo supe, nunca me dejaban entrar, pero por una rendija de una ventana, junto con algunos amigos, nos alternábamos para ver  películas como Rambo o Cobra.  En una de aquellas oportunidades, ya caída la noche,  pegado al vidrio tratando de distinguir algo en aquella minúscula pantalla, el dueño del local se acercó, me miro con recelo y me dijo –entre chino, pero se queda callado-  en silencio y algo asustado (si mis abuelos se enteraban que estaba  viendo esas cosas que solo mostraban indecencias, el castigo estaba asegurado) me senté en el suelo, junto a unas veinte personas  y disfrute de la función.  El nombre de la cinta “dejad que los muertos descansen en paz” o al menos eso fue lo que entendí  al que estaba a mi lado. Ese fue mi primer contacto con el mundo de los zombis, en ella, un hombre llamado  Martin, luego de morir por   la radiación de una maquinaria industrial se transformaba en un tenebroso y desgarbado ser, sediento de carne humana que acechaba a los habitantes de la región. A medida que trascurría la película por cada mordida que daba y cada brazo o pierna que digería, su víctima se convertía en un muerto viviente mas, extendiéndose la plaga en una orgía de sangre y canibalismo, para finalmente, luego de una lucha a muerte con los sobrevivientes, quedar solo y morir definitivamente a manos de su esposa en lo profundo de una cripta.


¿Qué diablos le pasaba por la mente al tipo que me dejo entrar? no lo sé, tal vez quería darme una lección para que nunca más estuviese pegado  a su ventana, pero el plan no le funciono.  Aunque he de señalar que por varias noches no dormí tranquilo, contando las cuadras que habían desde mi casa hasta el cementerio, triplicando las oraciones que mi tía abuela me había enseñado para antes de acostarme y encomendando a cuanto santo o ángel conocía para que por sus infinitas virtudes y bondades evitaran que los muertos  salieran de sus tumbas y si salían pasaran de largo por mi calle, las de mis familiares y amigos. Por algunos meses tuve pesadillas en las que hordas de muertos atacaban mi casa y en las que conocidos y familiares se convertían es estos monstruos.  Algún erudito psicólogo podría decir que quede traumado, pero no, luego de esa película no perdía la ocasión para ver otra del mismo tipo; se me revolvían las entrañas cuando salían escenas de explicito gore y nuevamente pasaba por las noches de poco sueño, oraciones prolongadas y una mayor confianza en mis aliados celestiales. Al mejor estilo del adulto que promete nunca más volver a tomar en pleno apogeo del guayabo para días después terminar emparrandado,  yo pasaba tragos amargos pero valientemente aceptaba nuevos retos. ¿La razón de esto? no la sé, alguna neurona neurótica o esquizofrénica en alguna circunvolución inconclusa, de las mismas que producen emos, punks, cristianos fanáticos y seguidores de Herbalife.


¿Dónde nacen los zombis?

La primera referencia que podríamos dar de un zombi como tal podría venir de la antigua Mesopotamia, cuando la diosa de los muertos Ereshkigal, luego de sufrir una pena de amor a causa de Nergal hace que este regrese a su lado después de proferir estas tiernas palabras de reconciliación:

“haré que los muertos asciendan y devoren a los vivos, haré que allí arriba haya más muertos que vivos”

Así quien no se enamora.

Luego vendrían  los ritos y cultos funerarios encargados de enviar el alma de los muertos al más allá y evitar que ronden por el mundo de los vivos, pero ese cuento era con el alma, al cuerpo lo dejaban quieto en su natural descomposición.

Adelantándonos en el tiempo la concepción del zombi fue tomando forma gracias a la tradición vudú y la cultura haitiana, allí la mezcla de temores y prejuicios del hombre blanco, junto con los ritos  funerarios, de sangre y la esclavitud dieron nacimiento a lo que sería el “muerto viviente” solo que este  era un sirviente más, una deformación del  esclavo de las plantaciones de caña, una macabra analogía de la denigración de la condición humana.

Luego en los años 30 llego el cine y con ellas las primeras cintas del genero Z, iniciando con “la legión de los hombres sin alma (1932)” “los muertos andantes (1936)” “yo anduve con un zombi (1949)” y “plan nueve del espacio exterior (1959)” esta última catalogada como una de las peores películas en la historia del cine, y en efecto lo es, pero igual es estupenda.

Después en 1968 llego el padre de la cultura zombi al que todo buen fanático del cine tipo B y su subgénero Z debe nombrar con respeto:  George A. Romero. Con “la noche de los muertos vivientes” dio vida al muerto viviente caníbal y bestial, comandado solo por sus instintos básicos de hambre y furia y por supuesto al escenario que se desprendía del actuar de estos seres, el temido apocalipsis zombi. Después de todas sus  películas la cultura zombi adquirió forma y se convirtió en la empresa de entretenimiento que es hoy.  De allí partió la figura típica del cadáver de andar lento, arrastrando su extinta humanidad hecha pedazos en busca de carne y posteriormente cerebros que calmen su dolor. Luego llegarían las hordas brutales y cazadoras, el zombi que persigue sus víctimas dejando escapar macabros gruñidos y gemidos (el amanecer de los muertos y the walking dead tanto el comic como la serie de tv) por ultimo ya se abandonan las pequeñas poblaciones o ciudades y se centra todo en el apocalipsis zombi, el fin del mundo tal como lo conocemos a manos de seres tan depredadores como nosotros.


¿Por qué llama tanto la atención este género de “terror”? será porque el zombi,  al igual que en los tiempos de esclavitud en Haití, es una analogía del hombre moderno, esclavo de un mundo fabricado para generar dinero a costa de la “vida” y libertad del individuo.  Será porque nos sentimos humanos sutilmente deshumanizados, hormigas más dentro del hormiguero, sirvientes sin voluntad de la tecnología y el mercado ¡Muertos vivientes! Y tal vez por eso mismo, es que la imagen del apocalipsis zombi tan pulcramente detallada en la industria del entretenimiento solo refleja nuestra esperanza de un mundo nuevo, la caída del status quo a manos de sus mismos creadores  convertidos en depredadores máximos.

Que irónico que en la representación de la muerte esté reflejada la esperanza… bueno, son solo ideas mías.


martes, 8 de julio de 2014

Espadas magicas y no tan magicas


Por alguna razón estos artilugios siempre han ejercido un extraño poder sobre todo hombre y niño, ¿quién no ha deseado tener en sus manos una fulgurante y letal espada? y con ella entablar senda batalla, bien sea con un único y experimentado maestro de la lucha, donde luego de minutos interminables de sablazos, saltos por el aire, chispas al chocar el metal y muestras de una habilidad sobrenatural, el oponente termine con la hoja atravesando su pecho hasta la empuñadura y exhalando alguna frase reveladora y trascendental antes de su muerte.  O en el otro caso, estar con ella en pleno campo de batalla, ante un muro de enemigos bestiales y sedientos de sangre y romper sus filas mientras brazos, piernas y cabezas saltan por los aires victimas de nuestra fuerza y agilidad descomunal y el filo mortal de nuestra compañera.

Las espadas siempre traen a flote ese guerrero nórdico brutal enclavado en lo más profundo de nuestra esencia chibcha. Su hoja que con un zumbido corta el aire,  por algún desconocido proceso óculo testicular libera torrentes de testosterona  asesina en nuestro torrente sanguíneo y activa la circunvolución infantilus que queda en alguna parte perdida del cerebro.

Las espadas tienen el poder de volvernos nuevamente niños. (Con las mujeres no sé si funcionara, personalmente no conozco a señoritas que quieran cortar cabezas o agarrarse a planazos en una batalla decisiva, aunque existen excepciones como Xena o Sonia la guerrera)

Por desgracia (o fortuna) nacimos en un mundo en donde la espada solo sirve de decoración (los casos que se ven por internet,  del uso de las espadas en el medio oriente digamos que no aplican a la regla) y lo que personalmente vi que más se asemeje a una de aquellas batallas es la pelea de dos borrachos en el pueblo con peinilla en mano dando planazos sin ninguna elegancia y con un poncho enredado en el antebrazo como escudo, pero a pesar de todo no dejan de  ser sobrecogedoras esas escenas.

De vez en cuando me da por consultar en internet sobre venta de espadas; hay unas de lo más regias, otras muy floripintas y otras aterradoramente fascinantes como las katanas japonesas de la china. Por desgracia y aplicando la canción de Jhonny Rivera, no soy un hombre soltero, y si un día llego a aparecer con una de esas en la casa, con esa misma me dan en la cabeza por gastarme la plata en cosas innecesarias y sin utilidad (aunque si pueden ser útiles; si un ladrón entra a la casa puede terminar ensartado en esta, y en los diarios aparecería el titular, “muere ladrón atravesado por una espada” –épico-.  Aunque otro diario local pondría de titular “ladrón fue por lana y le dieron chumbimba con un machete”) de modo que a no ser que me encuentre algún tesoro antiguo debajo de la casa del pueblo y saque de allí alguna espada española de la época de la conquista, o me gane la rifa de una espada medieval pro fondos para el paseo de algún grupo del colegio, tendré que posponer mis inclinaciones vikingas para dentro de unos años, cuando ya no haya niños en la casa que se puedan cortar con su filo.

Así que dejando tanto parloteo a un lado, demos un breve repaso sobre las espadas más famosas del  mundo.

-Excalibur:  la legendaria espada del rey Arturo forjada en Avalon y obsequiada por la dama del lago, Arturo adquirió el derecho a llevarla luego de sacarla de la  piedra en la cual Merlín la había incrustado.

-La espada del augurio: perteneciente al rey de Thundera o a su sucesor en este caso Leon-O.  Tenía en su empuñadura el ojo de Thundera, y con ella se podía ver más allá de lo evidente, disparaba rayos, se encogía de tamaño,  volaba a las manos de su señor y cuando León-O estaba en problemas votaba un rayo de luz a modo de señal de auxilio a los otros thundercats.

-espada de He man: era una espada mágica que servía de puente canalizador entre el poder de greyskull y Adam,  para transformarlo en He man y quitarle lo maricon a Kringer (¿contenía aquella espada la cura contra el homosexualismo que tanto cristiano radical busca?) como toda espada mágica despedía rayos, protegía con campos de fuerza y era indestructible.

-la espada Atlántida: fue la espada con la que Conan el barbaro mutilo a unos cuantos prójimos, de diseño sobrio servía como stiker para pegar en los cuadernos de colegio y protegía contra revisiones de tareas imprevistas, para poseerla se necesitaban dos años de gimnasio, anabolizantes y mucha proteína.

-la espada de Gryffindor: con ella Harry potter mato el basilisco y luego con ella pudo destruir uno de los horrocrux, salía de un sombrero parlanchín y como que no hacía nada más.

-Narsil Anduril: como Narsil fue la espada que utilizo Elendil para cortar el dedo de Sauron y arrebatarle el anillo mágico (la empuñadura para ser preciso) luego fue forjada nuevamente por los elfos, bautizada como Anduril y entregada a Aragorn para que fuese utilizada en la guerra del anillo.

-la espada de Duncan MacLeod: no tenía nada de particular pero por su filo cayeron un montón de cabezas de inmortales.

-Los sables de luz: son el arma de los jedi, solo ellos tienen el poder para usarlos, cuando se mueven producen un sonido como de motor de licuadora fallando y se pueden guardar en el bolsillo, ya que tienen un botón de apagado.

-Frostmourne: usada por el príncipe Arthas  en el mundo de warcraf, con cada episodio aumentaba de poder, con ella mato a su padre y lo acompaño siendo el rey Lich.

- la katana de Michonne: es el vivo ejemplo de lo útil que puede ser una espada ante un eventual apocalipsis zombi, con su hoja mato centenares de muertos vivos  ¿?

-la espada de William Wallace: expuesta en un museo de Irlanda, con ella Mel Gibson. ..Perdón wallace mato unos cuantos ingleses de mierda. Imposible de usar por latinos (mide 168 cm)

-la espada de Bolívar: se la robo el M19 el 17 de enero de 1974 y fue devuelta al gobierno colombiano el 31 de enero de 1991,  reposa en la quinta de bolívar, aunque algunas malas lenguas dicen que yace junto a Hugo Chávez  en su féretro en la luna.

- el chipote chillón: no es una espada pero el chapulín colorado la usa como tal y con eso basta. 




miércoles, 25 de junio de 2014

Las historias secretas de Roberto Tovar Gaitan





Por allá en los noventas, en  mis bellas épocas ufológicas y paranormales que abarcaron gran parte de mi adolescencia y parte de mi temprana adultez (¿sería por eso que no conseguía novia?? Entre otras muchas cosas más) emitían por alguno de los tres canales de televisión nacional un interesante programa, en el horario (10:30 a 11:30 am) que en el presente debe estar siendo acaparado por Jota Mario, alguna novela colombomexicovenezolana (como la santísima trinidad si no están los tres no funciona) o dios nos ampare y nos favorezca…el padre chucho.


Se llamaba en un principio "PAZ VERDE" allí, un hombre que nunca he conocido en persona, pero que orgullosamente tengo como amigo en Facebook (lo cual ya es mucho) dirigía el programa y cada cuanto, como profesor de colegio, armaba excursiones a sitios agrestes y salvajes de nuestra geografía colombiana.  De una manera amena y didáctica nos inculcaba (o al menos a mí) el amor y respeto por la biodiversidad de nuestro terruño. Años después rememoraría sus capítulos -al son de una canción rocanrolera que le servía de intro-  en las montañas de Colombia, en una vieja Land Rover que me servía de ambulancia, rodando sobre carreteras resquebrajas, trochas, ríos y quebradas cristalinas en busca de pacientes para brigadas de salud.

Tiempo después cambio sus paseos ecológicos y se fue inclinando hacia lo oculto y misterioso, ¿que lo llevaría a esto? Es todo un misterio, tal vez fue la rabia por no encontrar ni una miserable esmeralda en sus exploraciones a la laguna de Guatavita, donde como el profesor Cousteau, se metió con todo y cámara a sus profundas y turbias aguas, dejando registro solo de algas entrometidas y algún renacuajo curioso.  O tal vez encontró “algo” en alguno de los muchos bosques y montañas que recorrió.  Tal vez encaramado en la rama de un árbol, un ser semejante al Yoda de "star wars" le mostró el camino que debía seguir: "un camino nuevo  tomar debes, naves y extraterrestres tu misión serán”


Como todo jedi  que se respete, acató la orden de su maestro y paz verde de grabar dejó.

El nuevo programa se llamó "HISTORIAS SECRETAS"  y era fantabuloso desde su principio,  con un intro parecido al de la guerra de las galaxias o volver al futuro (aquí la memoria me falla) con imágenes de cajón de todo buen archivo ufológico.  Allí vi por primera vez las fotos y videos de los ocupantes de los platillos misteriosos que rondaban por todos lados, aquellos humanoides  grises de contextura infantil y oscuras intenciones. Supe de la existencia de Billy Meier y su mensaje de esperanza;  no estábamos solos, bajo el amparo de la preciosa Semjatse, Asket y Nera la tierra aun podía respirar tranquila, gracias a él las pléyades ya no eran solo un bonito manchón estelar si no un posible y plausible paraíso. Pero lo mejor de todo fue cuando quiso mostrarnos que no solo los gringos y los europeos tenían sus ET  tutelares, los colombianos también teníamos quien nos guiara hacia la luz, y para que se pusieran verdes de la envidia en el área 51, los teníamos en el mismísimo corazón de la cultura chibcha: en Tabio y Tenjo Cundinamarca,  allí, luego de un minucioso trabajo periodístico, nos llevó de la mano de los campesinos que veían aterrizar en las huertas de sus casas colosales discos metálicos y donde los más afortunados podían sentarse a las afueras de sus ranchos, bajo la luz de las estrellas y al calor de una fogata a platicar y platicar con estos intergalácticos seres de luz  llamados akpalus (o alphaluz como encontré después, pero prefiero el primer nombre, es  místico) 
lo más apoteósico de todo  fue cuando le siguió el rastro a un parroquiano que había sido raptado por una de aquellas naves y  llevado en cuestión de segundos de Pitalito a Boyacá (o al contrario?) fue examinado, preparado  y reprogramado para entregar un mensaje de paz, amor y esperanza a la humanidad, y por supuesto, también le fueron dados poderes como el de sanar. Por algunos capítulos, nuestro intrépido biólogo periodista siguió las andanzas de nuestro gurú latino, para finalmente descubrir que era un timador. Aún recuerdo la cara de decepción del presentador,  semejante a la mía al otro lado de la pantalla. Degenerados del carajo como se atreven a jugar con nuestras ilusiones.

Después de esto, guardó  los ovnis y extraterrestres en una caja de cartón y nos paseó por el mundo de los espantos y fantasmas de la candelaria, para ir desembocando en especiales de apariciones marianas, que como todos los de este tipo, eran demasiado milenaristas y apocalípticos para mis gustos; al final salió del aire y el programa reapareció meses después, pero esta vez con otro presentador y con otra temática: la de encontrar familias separadas por el destino, muchas lágrimas y gimoteo por todos lados.  Creo que este último sirvió de idea para un programa que años después conduciría un siniestro personaje…el padre chucho.


Pero ya dejando al lado a nuestro Rasputín criollo, si tuviese una impresora 3D y pudiese recrear las figuritas de mis superhéroes favoritos, una de aquellas figuritas sería la de Roberto Tovar Gaitán, podrá tener sus ideas locas y todo lo demás, pero a mi parecer  merece compartir el palco con algunos superhéroes, ¿Cuáles? Pensé en Clark Kent o Peter Parker, por aquello del periodismo, pero no creo que le hayan picado arañas radioactivas, a lo mucho, mosquitos con malaria  y hasta donde sé, parece cachaco  no de Kriptón, ni Ganimedes, ni mucho menos de las pléyades, aunque vaya uno a saber, en estos días uno no sabe que anunaki puede tener al lado.

Quise etiquetarlo como el agente Mulder, pero no, no me cuadraba, así que al personaje que más se me asemejó fue a Tintín, claro, ni es de Bélgica, ni es joven, tampoco tiene un perro llamado milu, pero si es un reportero (o biólogo o periodista o lo que sea) arriesgado y en busca del misterio, para mí con eso basta.

lunes, 23 de junio de 2014

AVENTURAS lo mejor que ha dado El Tiempo



Entre los años 1991 y 1993 un anónimo genio, al cual le estoy eternamente agradecido, inició un genial proyecto en el diario El Tiempo.   Decidió cambiar el formato del suplemento dominical de tiras cómicas que venía junto con las lecturas dominicales (dos curiosas formas de promover la cultura en Colombia, la historieta y la literatura juntas en un mismo día). En aquel entonces la sección de comics estaba conformada por unas pocas páginas repletas de viñetas a todo color de los principales personajes del género a nivel mundial y al final un intricado crucigrama que servía de cebo para los hipotéticos lectores del fin de semana.  A partir del 93 se  dio  representatividad al grupo de lectores infantiles  y tratando  emular  la idea de la competencia -los monos del espectador-  nació  AVENTURAS.

¿Que tenían esas hojas de particular?

Mucho; durante tres largos años todos los domingos,  en seis hojas de 30 x 35 cm era posible ser niño, sin importar la edad que se tuviese.  En la portada una reseña breve y divertida de todos los personajes que habitan el mundo de la tira cómica o la historieta. No había discriminación de estilos, nacionalidad ni antigüedad, en esa simple página quedó plasmada la creación de mentes brillantes alrededor del mundo y el tiempo. Y este solo era el abrebocas,  en su interior sagradamente tenían su espacio  Bill y Bolin, el fantasma, Mafalda, Calvin y Hobbes, Olafo, Carlitos,  Pepita y por algunas temporadas, las yarumoradas, las tortugas ninja, Justo y Franco, Diógenes y el vagabundo, Atila y Chichacun.  Durante algunos meses fui fiel seguidor del curso de dibujo de historieta que dio Jairo Álvarez, que aún hoy  a pesar del abandono que se le da a las cosas importantes por eso del “adultismo” y “trabajismo” me permite dibujar un monigote ligeramente decente en momentos de tedio laboral. 
Estaba la sección de mascotas, que enseñaba a conocer el mundo animal (mejor que animal planet) y cuidar de cuanto bichito viéramos por ahí. La sección de experimentos denominada “atrévete” la cual despertaba ese MacGyver oculto que todo niño o adolescente ochentero llevaba dentro.   Las vitaminas de cultura general, la figurita de plastilandia  que siempre se veía tan sencilla de crear pero nunca quedaba como tenía que ser. 
La fatídica sección de recetas, por la cual gran parte de estos suplementos quedaron hechos recortes  y por último la sección de cartas y aportes, donde cientos de niños, todos ellos futuros frikis,  enviaban sus opiniones, dibujos, agradecimientos, historietas y cuentos.


Después del 93 el formato cambió, se omitió la reseña del inicio pero se dejaron algunas de las secciones antiguas, luego, con los años, estas también se sacaron quedando solamente las tiras cómicas sin más, y por último todo el suplemento desapareció.  Me imagino que cuando se saca a circulación algún diario, en algún lado debe estar escrito a modo de norma ISO como el tamaño de letra o el color de los encabezados,  que este debe tener una cosa llamada la caricatura del día, así que para seguir con la tradición, El Tiempo  quitó toda esa basura de cultura, ciencia y opinión para  niños, la remplazó por el tarot o el horóscopo (o los dos) y  aquel matachín que se negaba a morir lo apretujo en una sola página con el sudoku y el crucigrama.

¿Qué fue lo que pasó?  ¿Crecieron los niños y murieron las ideas? ¿Murió el comic para los medios de Colombia?   

Yo por mi parte, orgulloso aun guardo en mi cuarto de san alejo mi colección de AVENTURAS, para envidia de muchos…