latecleadera

lunes, 3 de junio de 2019

Federico y los días de colores. la historia.



Cuando terminé “Federico corre bajo la lluvia”, tenía mis dudas sobre si valía la pena continuar con la historia del niño travieso que vivía feliz (como deberían vivir todos los niños) en un pueblito cualquiera rodeado de sus amigos y familiares.  Sabía que muchas ideas  habían quedado en el tintero,  el experimento de la autoedición y auto publicación me había quedado gustando, a pesar de todos los inconvenientes implícitos en ellos y por primera vez en mi vida, después de años de buscar alternativas  a mi trabajo,   estaba realizando algo que me apasionaba, que por mucho tiempo y recursos que requiriera parecía no menguar mis energías.

Una noche cualquiera, luego de quedar la casa en silencio, me senté frente al computador y empecé la historia… sin una idea clara,  simplemente dejándome llevar por el impulso de escribir.  4 meses después  terminé el último párrafo del nuevo libro y me centré en las ilustraciones,   mas coloridas que las del anterior libro, pero para mi disgusto muy pocas…simplemente sentía la necesidad de ver el primer ejemplar en mis manos lo antes posible.  Como no quise utilizar los medios litográficos ni editoriales del mercado local,  junto a mi esposa iniciamos de cero: Estudiamos que tipo de papel sería el mejor,  lo compramos, lo cortamos,  lo metimos a la impresora de la casa, que luego de unas miles de hojas se dio por vencida, para dar paso a otra impresora en esta ocasión nueva,   que se dio por vencida mucho antes que su antecesora.




Con la caratula,  en un inicio pensamos hacerla en madera, compramos la madera, que luego de una semana de estar  guardada se dobló y agrietó, por lo cual optamos por el  cartón y tela, sobre la cual dibujamos las figuras y el título y terminamos adornándola con bisutería… debo confesar que el resultado fue  algo muy bonito.



Por vueltas de la vida y gracias a la idea de un amigo que en ese momento tenía un cargo administrativo en el  principal diario de la región,  logré sacar un tiraje muy superior al que mis vetustas maquinas lograrían.   A cambio,  cada semana entregaría parte de los contenidos para el suplemento  infantil del domingo, tratando de emular las antiguas revistas  de  los monos de “el espectador” o aventuras de “el tiempo”,  de paso y aprovechando la oportunidad,  experimenté al llevar a Federico al mundo de la historieta,   como siempre conociendo nuevos trucos, rascándome la cabeza sobre que dibujar, en ocasiones dando resultados algo mediocres, otras veces   dando resultados curiosamente asombrosos.



“Federico y los días de colores” me ha traído más sorpresas de las que me esperaba,  no guarda la carga sentimental y casi autobiográfica del primer libro,  no trae a mi mente el niño que fui, sino el niño que sueña, en ocasiones pretende ser poesía, en ocasiones me impulsa a mirar la vida no como algo que pasó sino como algo que tiene que pasar.



Hoy sé que cada uno de los libros que junto a mi esposa construimos hasta altas horas de la noche, han llegado a las manos de niños  y adultos que han soltado una sonrisa o simplemente han despertado un viejo recuerdo,   Federico ha viajado a la capital y tímido ha estado al lado de los grandes de las letras,  ha viajado al país del norte, dueño y señor del mundo, ha viajado  al Ecuador y de las manos de un amigo ha llegado a Argentina,  sé que cruzará el Atlántico y que como todo sueño se ira construyendo paso a paso, se deconstruirá y renacerá como nueva historia, al día de hoy, Federico quiere ser un nuevo libro.



gracias a todos aquellos que han creído y han sido partícipes de esta aventura literaria. 













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