En las últimas semanas me causó curiosidad la reacción de
cierto grupo de personas ante las protestas iniciadas en Colombia el 21 de
noviembre, y particularmente con las interpretaciones que se le daban al
cacerolazo. Según algunos memes y post
de dudoso origen compartidos por señoras posiblemente pensionadas por parte de
su marido, estrato 6, con nulos estudios y fungiendo de periodistas; esta forma de expresión y reclamo, a punta de
ollas para el arroz y molinillos, solo eran una forma encubierta de invocación satánica
de la cual se estaban valiendo los pluripotenciales y misteriosos conspiradores
de la izquierda universal para desestabilizar el orden establecido.
Pero más gracia y asombro me causó, cuando efectivamente vi
un video donde un señor, posiblemente un
pastor (aunque la imagen a su espalda de Jesús con una hostia en las manos, da
para pensar que es católico), afirmaba
que el cacerolazo era una acción satánica
consagrada a Shango, y que este es un
demonio de los cubanos. Un demonio
espantoso según el mismo orador. Y no
contento con esto, denomina a todos los cacerolistas como tontos y estúpidos
por permitir la entrada de este ser a su hogar, pero que gracias a la iglesia
fuerte (no especifica cual) y a las
rodillas del pueblo bueno colombiano esto no se ha ido de peor.
Como es usual en estos tiempos, los grupos religiosos y en
especial los de corte cristiano están llevando a sus seguidores a un estado de
peligrosa estupidez,
tal vez nunca antes
han visto su poderío económico tan amenazado y necesitan que su rebaño
(literalmente ovejas o mejor borregos a su servicio) sean lo más obedientes
posible.
Pero no voy a meterme en este
cuento ahora (ya lo hice en otra entrada
¿y los ateos para qué? ) sino a explicar quién es este demonio
que últimamente está invocando el pueblo latinoamericano con sus olletas.
Antes de todo Shango no es un demonio, es un dios de la cultura yoruba, un orisha,
un dios africano, igual que Thor, que Visnú, que Yahvé y que alguna de las advocaciones de la virgen María… y guardando las proporciones y los escollos
de integrar la cosmogonía de los pueblos
africanos, más o menos esta es su historia.
Shango nació como humano, eso sí con una ascendencia divina. Fue el cuarto rey de la mítica ciudad de Oyo,
en Nigeria, según algunos, fue enviado a este mundo para encarrilar el desordenado
pueblo de aquel entonces, y para hacerlo
tuvo que ser de mano firme y
posiblemente corazón grande, esto le
ganó cierta fama de tirano, pero a
grandes rasgos no le fue mal en su gobierno. Un día,
accidentalmente, mientras hacía
uso de sus poderes extraordinarios desencadenó una tormenta con la cual destruyo su palacio y de paso a muchas de sus esposas e
hijos que se encontraban en el, y no
soportando esta desgracia se colgó de un árbol.
Muchos de sus contradictores se alegraron por esto y celebraron, pero en
los días una serie de tormentas asolaron la región y sus habitantes comprendieron
que era la furia del rey contra sus enemigos, se ofrecieron sacrificios en su
honor y finalmente sus seguidores gritaron que el él nunca había muerto
colgado. Después de esto Shango fue
considerado como un orisha y su culto se extendió en toda África como el dios
de la tormenta, el trueno y el rayo, posiblemente sincretizándose sobre un
culto anterior, el del dios solar Jakuta.
Y son precisamente estos sus atributos principales, esas
fuerzas meteorológicas que lo entronizaron como el dios de la virilidad, el dios de la fuerza y
la justicia, el dios que puede dar vida y muerte sin distinción, el señor de
los muertos y el inframundo.
Este personaje institucionalizo el culto a los ancestros, el
oggum de donde se desprende la santería (religión sincrética cubana, no ritual satánico)
y forma parte de las deidades más poderosas del santoral yoruba. Se le representa con un pilón en la mano
símbolo de la comunicación entre los dos mundos y elemento donde se preparan
sus hechizos y rayos; una maraca, símbolo del trueno; un hacha de doble filo en
su cabeza símbolo de la justicia o el azar en la vida (como quiera tomárselo) y
sus colores característicos son el rojo y el blanco (como papa Noel) la iglesia
católica lo sincretizó con santa Bárbara, patrona de las tempestades, y algo bonito de su culto, es que las mujeres
en señal de respeto ante su presencia, de rodillas apoyan sus pechos en sus manos y los elevan a
este dios.
Según algunas tradiciones y un muy buen libro escrito por un
colombiano; Manuel Zapata Olivella,
Shango castigó al pueblo africano por su desobediencia con el exilio y
esclavitud en tierras americanas, pero
también, una vez cumplida su pena, elige e inspira los grandes líderes de la revolución y
liberación del pueblo africano, por
ello, tal vez no sea tan descabellada la aseveración del fanático religioso del
video: ante un pueblo ya no africano
sino latinoamericano oprimido hasta los huesos, la esencia de Shango brota de
la tierra magra y se mezcla con el fuego que cae del cielo, al compás de los
golpes de cacerolas, llamando al pueblo a comprender que su castigo ya ha
finalizado y que es hora de un nuevo renacer.
Salve Shango, el gran putas