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viernes, 18 de octubre de 2019

La Gaitana, una leyenda de resistencia.






Hay historias  más antiguas que las contadas por los abuelos en las noches de verano, tan antiguas  que remontan los siglos y pasan de generación en generación como un susurro que llega a los oídos de los soñadores y les recuerda que el orgullo de una nación  no se pierde con el tiempo. 

Esta es la historia de La Gaitana, una mujer que imitando a los semidioses griegos,  se transformó de una simple mortal a  una leyenda con aires de mito.

Cuentan  que se llamaba Guatepan,  vivía en la región de Guacacallo,   en lo que hoy es el municipio de  Timana,   pertenecía a la nobleza local del pueblo  Andaki,  un grupo indígena más interesado en las labores agrícolas  y en adorar sus dioses  que en la guerra.  Se dice que era viuda y que tenía un hijo  llamado  Timanco. 

Sombras pasaron por sus ojos cuando escuchó sobre las incursiones de hombres de otros mundos, cegados por la avaricia y el deseo del oro.   Fue tal su precaución  que  ordenó a su pueblo  ocultar todos los tesoros y cubrir las estatuas de sus dioses,  buscando no cayeran bajo la mano destructora del español.

Pero no todo pudo estar bajo su control,  su amado hijo fue capturado por  los conquistadores, quienes  ofendidos por la negativa de Timanco  para postrarse ante sus intereses,  decidieron condenarlo a la hoguera.

La Gaitana luego de ver morir sus hijo juró vengarse de los asesinos, y en una campaña militar y política propia de los grandes guerreros de la historia,  logró crear una gran alianza entre todos los cacicazgos de la región: paeces, pijaos, yalcones y muchos más unieron sus menguadas fuerzas y con la ayuda del gran cacique  Pigoanza lograron replegar los ejércitos invasores y capturar su comandante, el capitán Pedro De Añasco, el cual fue entregado a la enfurecida cacica, quien desbordó todo su dolor en el castigo del verdugo de su hijo, logrando vengar su muerte.  Pero con esto no encontró paz consigo misma, por un tiempo comandó la resistencia indígena frente a los españoles, pero cuando vio que su derrota estaba cerca, prefirió acabar con su existencia lanzándose desde un alto peñasco antes que doblegarse al dominio del conquistador.



Es en este punto cuando su historia y su nombre se transforman en  leyenda, símbolo  de la mujer aguerrida y  del orgullo del pueblo opita.

*publicado en revista güipas diario la nación 31-03-2019

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