latecleadera

martes, 2 de octubre de 2018

Día catorce. La bruja del techo

"Brujas yendo al sabbath" detalle.  Luis Ricardo Falero


La bruja solo asomó su nariz en una  ocasión  por aquel espacio que se formaba en el extremo superior de la unión de las dos paredes y el techo, sé que ese hueco era algo nuevo, no recordaba haberlo visto allí, es más,  dudaba que mis tíos hubiesen permitido un defecto así  en la casa.  Solo recuerdo su nariz larga y deforme, unos mechones sucios  y negros cubrían su rostro y se entrevía una sonrisa maliciosa tras ellos, me observó curiosa y soltó una risilla perversa que con el paso de los segundos se transformó en carcajada… y desapareció. Pero siempre dejó allí su fuerza y poder, tal vez proclamó alguna maldición, no lo sé, tal vez conjuró al mago que siempre debió existir;  en su otro mundo dejó su eco  risueño golpeando las blancas e inmensas paredes una y otra vez. 



Recuerdo que la vi a la luz del sol, tal  vez del atardecer o del amanecer, la vi al amparo de la soledad, la vi sin miedo, la vi sin terror, solamente la vi mientras yo seguía acostado en mi cama cubierto por cobijas viejas  impregnadas a aroma de niño.  Ahora ya no existe aquel agujero, nunca existió,  solo existe una claraboya que deja entrar la luz del día y la penumbra de la noche, por la que entra el viento acompañado de mariposas y escarabajos  tornasoles. Ahora solo está eso;  sin bruja, sin mariposa,  sin escarabajo,   pero aun con el viento.

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