Después de tantos años me he fijado en su mirada
una perfecta ambivalencia
una expresión de paciencia llegando al borde la impaciencia
una noche de estrellas para ver el firmamento al compás de un merengue ochentero
el sol de la mañana cuando la bruma se levanta
un ser alado,
de esos que molestan al mago
revoloteando alrededor de su cabeza
como moscas en diciembre.
Ella lo sabía
ella sabía sobre la ascensión de las deidades prehispánicas
de allí su sonrisa.
Regaliz regaliz la llamó aquel niño,
y el adulto estúpido no lo supo entender.
Que hermosa es la locura.
La bruja. Acuarela. |
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