latecleadera

sábado, 20 de octubre de 2018

Día veintiuno. Nubes de tormentas invisibles, invencibles e imposibles.


"el zorro y las uvas" acuarela


Y los días transcurren entre nubes de tormentas invisibles, cubriendo pájaros de plumas invencibles reacios a realizar  gestas imposibles.

Los días trascurren al borde de la muerte que revuelca entrañas mientras sonríe  en la cara de aquel que creía que todo lo podía y que se hacía llamar Dios como apodo majadero repetido por infantes octogenarios sentados en bancas de madera, inmersos en narcóticos deseos.



Los días trascurren entre palabras que comen caricias  para formar sonrisas.

Sonrisas que duermen en ojos repletos de lágrimas disueltas en retazos de piel que ofuscan sus años a los rayos del  sol matutino. 

Un sol que yace en los brazos brumosos  del arco de color iris que apunta a las tormentas hijas de tormentas visibles y húmedas. 

Húmedas  como los pies de la mujer amada, blanca y además pálida.

La palidez que solo la muerte deja rebozar de sus labios  secos de palabras y sonrisas,  la muerte que busca en los días de las semanas y meses incompletos que giran en cosmológico desorden para formar la secuencia de instantes  desencadenantes de años.
 
Años que labran con paciencia de roca las arrugas en los rostros de los transeúntes ajenos a las aves portentosas, aquellas que circundan un sol  octogenario, aburrido, explotando infinitamente en deseos de yacer al borde de una calle cualquiera, sentado inerme en bancos de madera  viendo pasar los días que pasan entre nubes de tormentas invisibles, invencibles e imposibles.



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