latecleadera

lunes, 5 de septiembre de 2022

Belleza post mortem (cinematográfica)

 


Por regla general zombi que se respete debe tener una apariencia repugnante. Y entre más descompuesto, ágil y agresivo sea, más alto estará en  el ranquin de la zombilogía.

Pero no siempre las cosas fueron así.  Salvo algunas vergonzosas cintas contemporáneas, la deshumanización y desbealdificación de nuestros hambrientos monstruos no fue necesariamente un precepto insalvable.

En la época dorada del cine zombi que abarcó gran parte de la década de los ochenta e inicio de los noventa, era usual que alguno de estos personajes, - siendo más específicos -  alguna muerta recién resucitada, aun conservara sus encantos a flor de violácea piel.  Como era norma por aquellas épocas, si no existía un desnudo femenino en una cinta, no era algo digno de rememorar…y bien nos puede llegar a nuestra memoria la imagen de aquella blanca chica punk bailando, como mi dios la trajo a este mundo, sobre una tumba,  en la película “el regreso de los muertos vivientes” de 1985, que posiblemente para muchos de nuestra generación representó uno de los primeros desnudos femeninos explícitos en cine y que luego nos haría entrar en dilemas morales, sobre qué tan pecaminoso sería desear un personaje que minutos después se convertiría en una sexy difunta…acúseme padre de tener malos pensamientos con muertas punkeras caníbales…

Pero sin lugar a dudas, quien dio el primer paso en encuerar caminantes fue (y tenía que serlo) el padre del cine zombi, su majestad George Romero, en su opera prima “Night of the living dead”  de  1968, película que aparte de marcar la diferencia entre el zombi clásico y el contemporáneo y de darle un nuevo significado al concepto de  los muertos vivientes (y de volverlos caníbales e iniciar la idea del apocalipsis zombi, y de poner a un negro como personaje principal en épocas de discriminación racial, y de enseñarnos lo del balazo en la cabeza y el asunto del contagio por mordidas) en esta cinta bien pensó, que ante un abrupto resucitar de cadáveres, lo esperado seria encontrar a varios de ellos sin ropa.

domingo, 4 de septiembre de 2022

Santunear

 




1/05/2020

Hace dos días, o mejor, dos noches para ser más preciso, en el momento en que ya llevaban varios minutos pasados de la marca  de la media noche en el reloj de la pared, mientras recostaba mi cabeza en una colchoneta inflable, en una habitación que resalta el inmenso calor del verano tropical de la ciudad, auto desterrado a ese lugar gracias al terror de un virus asesino que recorría las calles.  En ese lapso de tiempo en el cual la conciencia inicia su disolución y da paso a nuevos egos, nuevas vidas ocultas en instantes de vida en suspensión;  aquello que quedaba de mí y que bien podría ser otro yo, entablaba alguna insulsa charla con una mujer de mediana edad,  con cabello negro y vestido de flores pequeñas.  Repetía una y otra vez una palabra, la conjugaba en sus distintas formas y modos mientras yo correlacionaba su significado con aquello que claramente lograba entender.  Santunear me dijo la mujer, santuneo, dije, y en múltiples formas las combinamos, con algo cotidiano, particularmente especial pero definitivamente cotidiano.  Santuneo… santunear se siguió repitiendo en mi cabeza,   y en el último halito de conciencia no onírica, desperté rápidamente y lo escribí, pensando que posiblemente dicha palabra existiera en otro contexto o con otro significado.

Hoy por suerte la recordé y una breve y ligera búsqueda he realizado.  Al parecer dicha palabra no existe.  Sé cómo se forma, se cómo se conjugada, conozco su pasado, su pretérito y su incierto futuro,  pero lo que más me causa curiosidad es que desconozco su significado,  es como un recipiente ilusorio repleto de vacío.

Tal vez estoy santuneando.



sábado, 3 de septiembre de 2022

El negocio de la virgen

 


Siempre me han gustado las ferias locales del libro que una o dos veces al año se realizan en la ciudad.  Obviamente no tienen nada que ver con las ferias internacionales llenas de eventos, mercadotecnia y escritores famosos, estas son simplemente ventas de libros nuevos y usados a precios módicos, lo de feria es para darle glamour.  En estos lugares he encontrado verdaderas joyas a precios risibles, y una de estas fue “el negocio de la virgen” de Moisés Garrido. Aunque está enfocado en el fenómeno marianista español, sus conclusiones se pueden aplicar a cualquier lugar del mundo.  Gracias a las entretenidas páginas de este libro, conocí sobre las apariciones de Garabandal, El Escorial y el súper híper famoso Palmar de Troya; todas ellas estafas del cielo a la tierra y en el caso del  Palmar de Troya abiertamente peligrosas.  No está de más decir (y a muchos no les gustará ni cinco) pero casos como el de  Lourdes, Fátima, Guadalupe o Medjugorje, son estafas ya oficializadas, algunas con cierto contenido sobrenatural, pero ante todo un inmenso interés político y económico.

La señora del Palmar de Troya


videntes de Garabandal

Señora del Escorial

Y es precisamente esto lo que me trae a la memoria un caso marianista colombiano: la virgen de Piendamó en el Cauca. Este lo recuerdo especialmente porque mis tíos abuelos me contaban que cuando estaba jóvenes, habían ido de peregrinación  a este sitio con la esperanza de poder ver a la madre del señor creador, pero solo habían logrado observar  tras la multitud a la que al parecer era la vidente.  Al final solo se quedaron con una pequeña piedra de la peña donde la santísima virgen había posado su sacra humanidad, eso sí, a un no tan  módico precio, (por lo que casi a modo de susurro decían que los habían estafado) y que en realidad era un fósil de una vértebra de vaya yo a saber que animal prehistórico.

"reliquia de Piendamó"

El caso como tal de Dorita la niña de Piendamó, guardó siempre la misma dinámica de las  apariciones marianas: Un ser femenino  mágico  se le aparece a una mujer (niña, adolescente o señora con problemas psiquiátricos) da una serie de mensajes absurdamente simples ajustados a la coyuntura local, en ocasiones semánticamente confusos, y cuando ya la romería es lo suficiente, la señora de los cielos solicita la construcción de una catedral en el sitio donde colocó sus posaderas. Si le asociamos a esto jornadas milagreras y la colaboración de hombres de pocos escrúpulos,   nacen emporios como el Palmar de Troya, y si estas empresas dan parte justa de sus ingresos a la iglesia católica, aparecen fenómenos como Lourdes, Guadalupe, Fátima y dos o tres más.  El caso colombiano no trascendió,  Dorita tuvo su cuarto de hora, aunque no se volvió millonaria  si le dio para vivir cómodamente en este país del sagrado corazón,  con los años mantuvo su perfil semi místico algo bajo y se terminó cazando y formando una familia como cualquier mortal.  

Señora de Piendamó

El libro lo presté, y como todo libro prestado, pues no se volvió a saber de él.



viernes, 2 de septiembre de 2022

Cómics existenciales de Corey Mohler

 


Hace unos días tomé prestado de una biblioteca un libro de cómics que me pareció gracioso: "comics existenciales" de Corey Mohler. No esperaba mucho, pero para mí sorpresa, lo disfruté desde la primera hasta la última página, y eso tomando en cuanta que como no soy filósofo, en algunas partes quedé perdido.  

Con un dibujo poco pretencioso, que en ocasiones me recordaba los primeros álbumes de Hergé, se dió un buen repaso a tal vez un centenar de filósofos, desde los famosos presocráticos hasta los casi desconocidos contemporáneos.

Medio broma, medio en serio se tocaron temas que por aquello de los cuarentas por estos días rondan en mi cabeza; como la muerte, el sentido de la existencia, la existencia misma y el sentido del sentido.  Y sin ningún tipo de pudor finalmente retrataban a todo este grupo de inminentes pensadores como lo que a efectos prácticos son: un montón de ñoños sin sentido práctico.

Dejo por acá algunos apartes por si se interesan y de paso se quieren ahorrar montones de hojas filosóficamente superfluas.







jueves, 1 de septiembre de 2022

¿Cómo va ese asunto literario?

Entre el año pasado y lo que va de este,  la movida artístico literaria ha estado medianamente agitada; creo que estoy mojando más prensa de lo debido, y no estoy completando y organizando lo que tengo regado por todos lados.

Hay un montón de acuarelas a medio camino sobre los libros de la biblioteca y unos óleos en sus bastidores esperando retoques y que honestamente no sé donde meter.  Pero a pesar de todo este desorden, ha quedado espacio para realizar algunas exposiciones, vender uno o dos cuadros (un coaching artístico dice que eso no se debe hacer, y como todo buen coaching, pues hay que creerle) y publicitar (mas por interés y como trabajo de algunos amigos) el libro que escribí con el apoyo del fondo de escritores huilenses en su convocatoria 2021.

A propósito de ese libro, no he hablado mucho de él por acá, porque en esencia es solo un retazo de todo lo que está en este blog, así que cualquier referencia viene siendo una redundancia.

y como apenas estoy calentando motores en eso de sentarme a escribir juicioso nuevamente en el blog, pues aprovecho que no tenía preparado nada para hoy y me hago publicidad así sin la más mínima vergüenza. 


miércoles, 31 de agosto de 2022

Procrastinar


Desde el 4 de mayo del 2014, día en el cual nació este blog, religiosamente he subido como mínimo una entrada al mes.  Por temporadas (principalmente en sus inicios) el numero de publicaciones resultó ser bastante nutrido; tal vez por la facilidad, que se pierde con el tiempo, de opinar sobre lo que no se sabe. 

los últimos años creo que han sido vergonzosos; lo poco que escribo lo hago casi obligado por la necesidad de no romper un ritual o una promesa nunca declarada,  ya sin importar que tan relevante sea lo expresado, ya sin interesar si es leído,  tan solo como un ejercicio de responsabilidad con uno mismo y una forma un tanto burda de vencer la procrastinación.

Es lo que hago ahora, son cerca de las 11 pm, a pocos minutos de finalizar agosto y  luego de levantarme obligado de la cama, preguntándome si el cansancio y la falta de sueño son motivos suficientes para dejar esto a un lado.

Así que estoy aquí sentado, escribiendo lo primero que me llega a la mente, porque ni un solo tema interesante se me vino a la cabeza,  -el síndrome de la hoja en blanco creo que lo llaman- conjurando con un sigilo algo chueco, la maldición del olvido.

Pero no tiene por qué ser así...que cada día de septiembre sea una historia nueva por contar, y que me bañe un océano de mierda si no soy capaz de lograrlo.

domingo, 31 de julio de 2022

Conan el destructor y Chac Mool

 


Uno siempre guarda cierto cariño hacia esas  clásicas películas de espada y hechicería, siendo para mí “Conan el destructor” una de las más representativas,  y lo es esencialmente por ser la primera que vi de cabo a rabo por allá  cuando cursaba 4 o 5 grado de primaria y que hasta la aparición del internet bien entrada la década de los noventas, pude volver a mirar.

Hay que decir que con los años los gustos cambian para bien, a diferencia de cuando tenía 10, ahora solo es sobre llevable por la carga de nostalgia; ya las peleas  no son épicas, ni los monstruos aterradores, ni la trama intrigante…los efectos especiales envejecen bien y el toque ochentero en la cinta es exquisito.

Pero había unas imágenes particulares que por alguna extraña razón quedaron guardadas en mi mente, y que hasta hace muy poco pude lograr encajar en todo ese intrincado neuronal mitologicomaniatico de mi cabeza.


Según el argumento de la película, el antiguo dios de los sueños llamado Dagoth, luego de ser derrotado en una batalla celestial, cayó a la tierra y su cuerpo fue convertido en una estatua de piedra que era adorada en la ciudad de Shadizar; requería para su resurrección  que su cuerno mágico fuera devuelto a su frente por las manos de una joven virgen que en el acto debería ser sacrificada, misión esta   promovida por las reina Tamaris.  No voy a entrar en detalles sobre cómo se desarrolla la historia, pero al final las cosas no terminan como la reina y el maligno dios deseaban.

miércoles, 29 de junio de 2022

Vergüenza (minicuento)

 

Mi abuelo odiaba la guerra y todo aquello que de ella  derivaba. Repetía a su manera las parábolas que salían del templo los domingos y cual  inquisidor  velaba para que  “el amor al prójimo” se cumpliera a cabalidad entre todos sus conocidos.

Desgraciadamente nunca volvió a dirigirme la palabra, cuando sin querer descubrí una vieja fotografía en donde posaba feliz alzando su fusil con bayoneta  y un cadáver a sus espaldas.

Aun en su final, desde el féretro, guardó cierta expresión de vergüenza, esa que deja el pasado que no debe removerse y que nunca se puede olvidar.



lunes, 30 de mayo de 2022

Mis libros perdidos: "Bestias fabulosas" de Richard Blythe

 



Son cerca de las 10 de la noche, el síndrome de la página en blanco está en todo su esplendor, y estoy a la espera de que unas nubes pasajeras sigan su camino y que a eso de la media noche permitan ver lo que algunos pronostican como  posiblemente la mayor lluvia de estrellas de los últimos años. 

Como no sé qué escribir y en algo tengo que ocupar estas dos horas, aprovecho y subo las imágenes de un viejo bestiario que solía leer en mis épocas de niñez en la biblioteca del pueblo y que tenía guardado justamente para momentos como este.

Con ustedes

Bestias fabulosas de  Richard Blythe  ilustrado  por Fiona French y Joanna Troughton

domingo, 17 de abril de 2022

Óleo de mujer con sombrero

 


Por allá en los inicios de la década de los noventa, los fines de semana en la tarde daban una novela juvenil mexicana llamada alcanzar una estrella, que por mucho que los cuarentones de hoy se niegue a aceptar,  todos veíamos por inercia o simple interés.  La cosa es que una ramificación de la rosa y musical historia central trataba sobre los conflictos entre un padre multimillonario (papá del personaje principal) y un hijo díscolo, que posiblemente aburrido de tanto control y opulencia abandonó su hogar y se desvaneció en los arrabales de ciudad de México, viviendo de lo que siempre había querido ser… un gran pintor.  Como todo buen artista plástico, si desayunaba no cenaba, pero a pesar de todo, poco a poco fue levantando fama y curiosamente uno de sus principales mecenas era precisamente su padre, quien sin saberlo sentía un interés particular por sus cuadros de tendencia abstracta (eso se lo explicó a una señora que le preguntó sobre esos mamarrachos dibujados en un lienzo que ocupaba toda la pared posterior de su oficina: “es un increíble y anónimo artista, sus obras son magistrales”…bueno, nunca dijo eso, solo lo recreo porque más o menos eso fue lo que quiso decir).  Pero como el tema de esta entrada no es esa novela ni sus dilemas, solo lo tomo como referencia para explicar el hecho de que al terminar de ver ese capítulo, y lejos de soñar en ser un cantante galán; caminando a eso de las 5 pm por la calle que conducía a la casa de mi abuela, mientras miraba las montañas inmensas que quedaban frente a mí, de un verde oscuro progresivo con la nitidez atmosférica ideal que deja la lluvia reciente y un leve contraste e iluminaciones de niebla en filamentos y vapores algodonosos sobre pastizales y maleza, me prometí que sería un pintor, un gran pintor como el personaje de la novela, con un estudio inmenso repleto de lienzos, pinceles y tarros llenos de color…lo del papá ricachón y los demás problemas los dejaría para una futura reencarnación.  Y desde ese día, cada noche, en la mesita de madera de mi habitación y antes que todas las luces de la casa se apagaran y el cazador celestes se levantara en lo alto del firmamento acompañado del ulular de las lechuzas y las risotadas de las brujas, lápiz en mano y buscando aprovechar cada espacio de las hojas de un cuaderno con paginas limpias del año anterior, dibujaba pequeños bocetos de lo que serían mis futuras y magistrales obras de arte.