latecleadera

domingo, 4 de septiembre de 2022

Santunear

 




1/05/2020

Hace dos días, o mejor, dos noches para ser más preciso, en el momento en que ya llevaban varios minutos pasados de la marca  de la media noche en el reloj de la pared, mientras recostaba mi cabeza en una colchoneta inflable, en una habitación que resalta el inmenso calor del verano tropical de la ciudad, auto desterrado a ese lugar gracias al terror de un virus asesino que recorría las calles.  En ese lapso de tiempo en el cual la conciencia inicia su disolución y da paso a nuevos egos, nuevas vidas ocultas en instantes de vida en suspensión;  aquello que quedaba de mí y que bien podría ser otro yo, entablaba alguna insulsa charla con una mujer de mediana edad,  con cabello negro y vestido de flores pequeñas.  Repetía una y otra vez una palabra, la conjugaba en sus distintas formas y modos mientras yo correlacionaba su significado con aquello que claramente lograba entender.  Santunear me dijo la mujer, santuneo, dije, y en múltiples formas las combinamos, con algo cotidiano, particularmente especial pero definitivamente cotidiano.  Santuneo… santunear se siguió repitiendo en mi cabeza,   y en el último halito de conciencia no onírica, desperté rápidamente y lo escribí, pensando que posiblemente dicha palabra existiera en otro contexto o con otro significado.

Hoy por suerte la recordé y una breve y ligera búsqueda he realizado.  Al parecer dicha palabra no existe.  Sé cómo se forma, se cómo se conjugada, conozco su pasado, su pretérito y su incierto futuro,  pero lo que más me causa curiosidad es que desconozco su significado,  es como un recipiente ilusorio repleto de vacío.

Tal vez estoy santuneando.



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