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jueves, 17 de octubre de 2019

Jose Eustasio Rivera. Una historia para niños





Le decían “tachito” y nació el 19 de febrero de 1888 en el caserío de Aguascalientes cerca del corregimiento de San Mateo  en el Huila, aunque algunos dicen que en realidad nació en Neiva, en una casa ubicada en todo el centro de la ciudad; como ha pasado tanto tiempo nadie se pone de acuerdo sobre esto, de todas formas en 1945 cuando San Mateo se convirtió en municipio se le decidió cambiar el nombre a Rivera, en honor al escritor.

Fue uno de los 11 hijos de don Eustasio Rivera y de doña Catalina Salas,   familia prestante del Huila, con muchos miembros pertenecientes a las fuerzas armadas y a la clase política.

Como era un muchacho alegre, algo travieso e indisciplinado  su infancia transcurrió entre su finca  (en la cual  aprendería a asombrarse con  belleza de la naturaleza) y los colegios Santa Librada de Neiva y el colegio San Luis Gonzaga en el municipio de Elias al sur del Huila,  como en ninguno de ellos se sintió conforme,   terminó estudiando en la Nueva Escuela Normal de Bogotá,  allí cultivaría su amor por la literatura, especialmente la poesía, dándose a conocer con sus primeros sonetos y también allí empezó su interés por la política y la situación nacional.

Después de trabajar un tiempo en la ciudad de Ibagué como inspector escolar inició la carrera de derecho en la Universidad Nacional, una vez graduado como abogado intentó sin resultado ingresar al mundo de la política huilense.   Como eso de la política no le dio resultado formó parte de una comisión del gobierno para que viajara a los llanos orientales  a definir los límites con Venezuela, pues para ese entonces, como los países apenas se estaban formando  no se sabía con precisión dónde empezaba uno y terminaba el otro. 

En este trabajo,  navegando ríos caudalosos, atravesando selvas inexploradas  y recorriendo llanuras sin fin,  fue que inició a escribir su obra cumbre “la vorágine”   una novela  que entre historias de amor y lucha narra los abusos de la casa cauchera Arana, todo ello magistralmente ambientado en la selva colombiana.  



Luego de terminar ese peligroso trabajo  pudo publicar su novela y entrar de lleno (ahora sí) en la actividad política nacional, donde veló  incansablemente por los derechos de las persona más necesitadas y  criticó  con firmeza los  actos de corrupción en el gobierno.

En abril  1928 viaja a New York  con la idea de crear una editorial que permitiera  llevar la literatura colombiana a todo el mundo, traducir “la vorágine” al inglés y porque no, crear una adaptación al cine.   Pero estos sueños no se  concretaron  pues cayo gravemente enfermo pocos meses después de su llegada y murió el 1 de diciembre de ese mismo año.


Sin lugar a dudas José Eustacio Rivera es uno de los grandes hombres que ha dado la tierra opita y su legado literario perdurará por generaciones.

*publicado en revista güipas del diario la nación  3-03-2019

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