latecleadera

lunes, 17 de mayo de 2021

Las brujas.

 


Brujas hay por montones y pobrecitas de ellas todo se dice: hay brujas en los cuentos infantiles, las hay  pintadas en los cuadros de los grandes artistas, están las  que vuelan sobre escobas aerodinámicas y las que se pierden en los relatos de las primeras civilizaciones.  Las hay gorditas y bonachonas que gustan  rescatar princesas de conjuros  peligrosos, y las hay flacas y encorvadas que hechizan  a bellas inocentes.  Las hay sabias y prudentes y las hay malévolas e inmortales.

En un   principio  eran las mujeres curanderas de la tribu o las ancianas sabias que conocían la planta que curaría al desamparado campesino,   pero los avatares de la historia las señalaron de peligrosas y las  llevaron a la clandestinidad, allí se mezclaron con relatos de espectros del bosque y sin saber cómo,  entraron a formar parte de las legiones del mal.

Según la región del  mundo son sus brujas,  y su título se aplica de manera indiscriminada a todo lo que no nos parezca bien, desde seres vampirescos europeos, pasando  por estafadoras vende ungüentos de la ciudad, hasta la  vecina fea que no nos cae bien.

La bruja que vive en nuestra tierra es una bruja particular,   por regla general es una anciana;  casi nunca son jóvenes, pues parece que para ser bruja se necesita cierta experiencia en  oscuros aspectos de la vida.  No se está muy seguro de cómo alguien termina convertida en bruja,  todas ellas son extremadamente discretas, tal vez por aquello de que hace muy poco las quemaban si las descubrían.  No utilizan escobas voladoras,  pero si pueden ir por los aires convertidas en piscos que sobrevuelan los caseríos por las noches y que caen con un golpe seco en los techos de las casas.  Les agrada  estar encaramadas en las ramas de los grandes árboles que crecen en los patios de las casas viejas; árboles como el de tamarindo, los naranjos o los de aguacate,  desde allí observan, buscan su víctima, generalmente niños u hombres apuestos,  aunque las mujeres no se salvan de sus intenciones.  Inducen el sueño por medio de conjuros que recitan al viento,   y mientras sumergen a los habitantes en pesadillas,  succionan su vitalidad como si fuesen vampiros,  para luego escapar en estruendoso aleteo,  ululando por los aires con carcajadas siniestras  hasta  llegar a su hogar, viejos caserones  repletos de gatos y perros,  adornados con estampitas de santos y con multitud de frasquitos con pócimas secretas en alacenas de madera carcomida.

En otro tiempo  era fácil descubrirlas o evitarlas   rociando sal  o granitos de mostaza en el piso,   otros dejaban un calzón al revés buscando  confundirlas,  o simplemente se esperaba su llegada al otro día pidiendo  una tacita de azúcar o sal.  Hoy ya no se complican la vida recogiendo granitos del piso o  ropa interior al revés,   simplemente van al supermercado y compran todo con descuento.

jueves, 22 de abril de 2021

La madredeagua

 


Así como existen seres fantásticos que custodian las selvas y los bosques, también existen seres increíbles que cuidan los ríos y lagunas,  son las madredeagua.

Ellas reposan en lo profundo de las grandes lagunas,  sobre sus cuerpos caen las ofrendas que en los tiempos remotos los indígenas  lanzaban a las aguas en señal de respeto y gratitud.

Tienen forma de serpiente; son gigantescas, más grandes que cualquier otra serpiente que se haya visto.  Cuando mueven su cuerpo se forma un oleaje en la superficie que obliga a que las aves que descansan en las orillas levanten  vuelo llenas de temor.

Raras veces salen a la superficie,  no necesitan respirar,  tampoco necesitan comer, pues no son simples animales,   son espíritus primigenios con envoltura material,  simplemente reposan, duermen un sueño sagrado del cual  se desprenden conjuros que mantienen el equilibrio de las grandes masas líquidas.

Mientras la madredeagua permanezca en el fondo de un lago o laguna, está nunca se secará y ningún artificio humano logrará vencer su poder,  en ocasiones, penetran en lo profundo de la tierra y duermen su sueño mágico en los grandes yacimientos de fuentes subterráneas, a la espera del paso de los años y a que una nueva humanidad renazca en la superficie.

Cuando por misteriosas razones  abandonan sus dominios,  lo hacen bajando por las quebradas y  ríos en forma de estruendosa y mortífera creciente.  Cuentan los campesinos más viejos que solo dejan ver sus ojos de  esmeraldas y su nariz resoplando un viento huracanado.

Según los conocedores en  asuntos del pasado, la serpiente madredeagua es una emanación de la diosa Bachue, quien luego de poblar el mundo, regresó a la laguna de la cual había  emergido,  convirtiéndose en serpiente.

Como dato curioso algunos de los poblados más antiguos del Huila cuentan con leyendas que narran cómo  estos  fueron erigidos sobre lagunas subterráneas en las cuales reposa una madredeagua;   temen que el día en que ella abandone aquel lugar la  fuente se seque y el poblado  colapse siendo tragado por la tierra,  por eso en municipios como Iquira, la gente mira con desconfianza las petroleras,  les preocupa que el ruido de los taladros y las maquinas  despierte a  la serpiente sagrada y la obliguen a abandonar la región,   trayendo con ello el fin de la placentera tranquilidad de estos lugares.   


miércoles, 21 de abril de 2021

La madremonte



La madremonte es una deidad de los bosques y las selvas.  Rige estos lugares desde tiempos remotos,  mucho antes que el primer hombre viera la luz de las estrellas y construyera su primera casa.  Ella controla los vientos y las lluvias, deambula por sus dominios  en compañía de animales salvajes,  cuidando las crías de las bestias,  extendiendo las enredaderas de flores y espinas por todos lados, vigilando el caudal de los ríos y  cerciorándose que los arboles siempre cuenten con ramas frondosas de hojas bailarinas.

Quienes la han visto la describen como una mujer corpulenta, inmensa,  imponente,   con cabellos de salvajinas y vestido de musgos y enredaderas;  su cabeza está cubierta por un sombrero de hojas de palma de las cuales brotan retoños desconocidos,   y sobre los cuales las aves  se posan para descansar.

En ocasiones, cuando visita los nacimientos de agua en las altas montañas, se viste de lodo y hojas secas,  allí se baña para luego desencadenar crecientes que barren los escombros de los ríos y fertilizan sus orillas.

La madremonte no ve con buenos ojos a los humanos, los considera su peor enemigo, pues por su avaricia han invadido y saqueado sus dominios, asesinando a sus criaturas y arrasando sus bosques.  Cuando ve un leñador o un cazador, con furia se abalanza sobre ellos y con su mirada espectral hace que pierdan la conciencia, luego los toma con sus manos como garras y los abandona en lo más profundo de la selva, a la espera de que la misma naturaleza haga justicia.

Son muy pocos los que pueden encontrar el camino de regreso, muchos mueren en el intento o se convierten en fieras salvajes que finalmente custodiaran lo que antes pretendían destruir.

Cuentan quienes viven al lado de las selvas y los bosques que en ocasiones se pueden escuchar sus gritos o bramidos, y que cuando esto ocurre es señal de que una fuerte tormenta estará por llegar.

Dicen los campesinos que lo mejor para espantarla es ir fumando un enorme tabaco, tal vez le molesta el humo y el olor a hoja seca quemada, pero lo mejor es, ante todo, tratar de no molestarla.

martes, 20 de abril de 2021

La patasola.

 


En lo profundo de las montañas, donde los espesos bosques aún no han sido profanados por las manos del hombre, habita un misterioso endriago, un ser con forma de mujer, cabellera larga y desaliñada semejante a una extensa enredadera, boca con filudos colmillos de felino, ojos de un rojo encendido, y algo que la distingue de cualquier ser fantástico; una sola pierna que bien puede parecer una enorme garra de oso.  Es la patasola, un espectro protector de las selvas:  peligrosa, agresiva, celosa ante la intromisión de extraños en sus dominios.  Acecha a los colonos, cazadores o leñadores que se atreven buscar algún provecho de los bosques vírgenes.  En ocasiones los atrae metamorfoseándose en una hermosa mujer, que con sus encantos los va llevando a lo más profundo de la manigua. En otras ocasiones lanza lamentos que se escuchan en las orillas del camino, los cuales son seguidos por curiosos y despistados hombres que finalmente terminan perdidos entre los árboles.  De ellos nunca más se vuelve a tener noticia, este ser, agresivo por naturaleza, tiene cierta semejanza con los vampiros, todas sus víctimas inevitablemente son devoradas, dejando solo el terror y el vacío de su desaparición en sus compañeros de aventura.   Por ello los cazadores suelen ir acompañados de varios perros, al parecer el único animal que logra ahuyentarla.

Algunos campesinos cuentan que este espectro tuvo su origen hace mucho mucho tiempo en el trágico fin de una mujer que le era infiel a su marido con el señor de aquellas remotas tierras.  El esposo de la joven, ciego por los celos, vengó la afrenta a su honor quitando la vida a los dos amantes y desapareciendo el cuerpo de la mujer en lo profundo de los bosques que rodeaban su parcela.  Al parecer, las fuerzas mágicas que murmuran los árboles cuando el viento frio de la noche recorre sus ramas, confluyeron frente al inerte cuerpo y antes que el alma de la desdichada mujer tomara su último rumbo, la transformaron en una amalgama de ímpetu de bestias, exuberancia de plantas y deseos y temores de humano.    Un fiero guardián de las montañas, uno al cual todos los hombres le temerían.

viernes, 16 de abril de 2021

La leyenda del duende

 


Cuando visitas a tus abuelos en las viejas casonas del campo o en las vetustas casas de los pueblos, ¿alguna vez has escuchado a altas horas de la noche, golpes de pequeñas piedras en el techo?

Si te ha ocurrido probablemente es porque en algún momento fuiste de interés para el duende.

Cuenta la leyenda que este ser es de los más antiguos sobre la tierra, al parecer pertenecía a las huestes angelicales que se rebelaron contra Dios en el principio de los tiempos, pero a diferencia de sus otros alados compañeros no se transformó en demonio sino en un curioso ser con una extraña predilección por los bosques, principalmente los de guadua, por los árboles con grandes raíces o los caminos solitarios.

Se le describe como un hombre que no supera el medio metro de estatura, de nariz larga, orejas puntiagudas y cabello escaso y desordenado, con una gran cabeza sobre la cual gusta lucir un enorme sombrero de palmicha que parece cubrir todo su cuerpo, tiene manos largas y huesudas y aquellos que han alcanzado a verlo refieren que sus pies están torcidos o completamente al revés.

Tiene el poder de la invisibilidad, de la metamorfosis,  de volar, del dominio de los elementos naturales y muchos otros que harían palidecer a un superhéroe,  pero la mayoría de las veces solo los utiliza para hacer travesuras porque  esencialmente es un espíritu burlón;  se divierte enredando la crin de los caballos o el cabello largo y dorado de las mujeres jóvenes,  disfruta escondiendo cosas en los hogares que visita, y si esta de malas pulgas, formando desorden por donde pasa. En ocasiones cuando siente que sus dominios han sido profanados hace que los caminantes se desorienten y se pierdan en lo más profundo de las selvas o los bosques.

Pero hay algo que enloquece a este personaje: las mujeres jóvenes y hermosas próximas a casarse; cuando una de ellas llega a una zona donde este ser tiene presencia, empieza a asediarla; la roza con sus manos invisibles, se le aparece en los sueños y no pierde momento para susurrarle cosas malas al oído, todo con el fin de que abandone a su prometido y se escape con él a las profundidades del bosque. Si no es correspondido, en las noches lanza multitud de piedras al techo de la casa donde se encuentre la señorita, rompe vidrios y tumba los enseres, y algunos dicen que cuando se pone agresivo puede llegar a morder a la asustada jovenzuela.    En ocasiones también lanza piedras a las casas desde los árboles cercanos cuando quiere asustar algún niño travieso o simplemente cuando quiere que un niño salga a jugar con él.

Cuentan los abuelos que la mejor forma de deshacerse de su presencia  es tocando un tiple en tonos muy altos, o teniendo cerca un cerdito,  al parecer estos animales no son del agrado del duende,  y si  esto no funciona, lo mejor es abandonar el lugar  y viajar a la ciudad,    detesta  las grandes urbes con sus edificios enormes, el ruido de los carros y las gentes caminando a prisa en todo momento y en todo lugar.


jueves, 15 de abril de 2021

La leyenda del pollo malo


Hace ya varios años,  cuando niños y jóvenes (y algunos adultos)  no tenían a su mano  aparatos electrónicos y el internet aun no existía,  utilizaban su tiempo libre en actividades que a los ojos de los padres de familia de aquel entonces no  eran muy bien vistas, tales como pasar horas sentados jugando naipes,  haciendo apuestas clandestinas,  tomando licor  o deambulando a altas horas de la noche por las calles y caminos de los pueblos  buscando lo que no se les había perdido.

Por eso estas personas  si corrían con mala suerte podían recibir la desagradable visita del pollo malo.

Algunos abuelos cuentan que el pollo malo es el mismísimo diablo convertido en esta ave,  otros dicen  que es  otro de los tantos espectros salidos del inframundo  que gustan deambular por los parajes solitarios;  pues parece que el infierno  no solo está  lleno de almas en pena sino también de animales  siniestros, plantas siniestras y quien sabe que otras cosas siniestras.

El canto de este espanto es similar al de un pollo pequeño solo que mucho más agudo  y en ocasiones da tonos que se confunden con el silbido de un humano. Nunca se le puede ver,   siempre aparece con el viento frio que arrastra el polvo en las noches solitarias y oscuras.    Se escucha detrás de las piedras, en las esquinas de las casas,   al lado  de los caminos,   tras los arbustos secos o en las ramas de los árboles cercanos.  Cuando escoge su víctima la acecha con su canto triste por todos lados, busca confundirla y esperar que el pánico le haga perder el rumbo,  en ocasiones se enreda en los pies del perseguido haciéndole caer, o desde la oscuridad con sus alas invisibles le golpea en la nuca o en la cara en un aleteo insoportable.   Por suerte no causa más daño,  que se sepa, nadie ha muerto por su culpa o ha desaparecido por sus jugarretas.

Dicen los viejos que si se escucha al pollo malo lo mejor es alejarse de ese lugar,  en ocasiones puede ser mensajero de malas noticias y gusta merodear los velorios y  cementerios. 

Aconsejaba mi abuela que si ese espanto se vuelve muy molesto, lo mejor es rezarle la novena de san miguel arcángel y asunto resuelto,  desaparece llevado por el mismo viento frío que lo trajo.   

miércoles, 31 de marzo de 2021

La leyenda del guando

 


Dicen los abuelos que hace mucho tiempo, en un lejano pueblito ubicado en las laderas de una montaña, vivía un hombre avaro, cascarrabias y solitario, incapaz de brindar ayuda a cualquiera que la solicitase; era tal su mezquindad, que cuando algún pobre campesino moría, muchos pedían colaboración para darle sagrada sepultura,   menos este hombre que entre insultos gritaba que nunca daría un solo peso para ello y que el día que muriese preferiría que su cuerpo fuese lanzado al rio antes  que soportar la lástima de sus vecinos.

Y en efecto ese día llegó;  como sus paisanos no eran como él, organizaron su funeral a pesar de no contar con mucho dinero,  pero en el momento en que tenían que trasladarlo al cementerio  en el catre  de  guaduas que habían construido simulando un féretro, este se fue volviendo más y más pesado, tanto que los hombres que lo cargaban tenían que hacer relevos cada pocos metros, y justamente cuando pasaban por un viejo puente sobre el rio, este no aguantó el peso y se desplomó arrastrando a las turbulentas aguas al difunto y su andamiaje.  Sus restos nunca fueron encontrados, pero su alma tampoco halló descanso, desde ese entonces en las noches solitarias de los poblados más distantes, un desprevenido transeúnte ocasionalmente podrá ver una extraña procesión; un pequeño grupo de personas cargando un andamio de guaduas cubierto por una sábana blanca, debajo de la cual yace el viejo avaro, en eterno peregrinar hacia un desconocido sepulcro.  Es característico de este espectro el sonido tenebroso que  produce a medida que recorre las calles solitarias,  sus huesos chocan incesantemente con el bamboleo de los fantasmas que cargan los maderos,   y si se pierde el miedo y se presta atención a la procesión se podrán escuchar los comentarios que entre sí realizan los espectros, quejándose de lo extremadamente pesada de su carga,  hasta que finalmente se pierden en la oscuridad, cruzando alguna esquina que lleve camino al cementerio… esta es la historia del guando, tal y como me la contaron los abuelos.

sábado, 27 de febrero de 2021

El silbador

 


Se dice que habita en los oscuros bosques que rodean los poblados solitarios de la región andina,  muchos afirman que frecuenta los cementerios  y recorre la superficie de los ríos turbulentos. 

El silbador es un enigmático espectro con forma de  ave  que para algunos es de color negra, para otros de color gris.  Cuentan los versados  en temas del mundo desconocido que era una de aquellas aves que acompañaban a las brujas en sus reuniones clandestinas en noches de luna llena y que por razones que son desconocidas entabló amistad con el mismísimo diablo.

Cuando se separó de sus terroríficos amigos, se adentró en los bosques de árboles viejos y  malezas impenetrables,   lugares que solo abandona para dirigirse a las pequeñas chozas de los campesinos ubicadas en las faldas de las montañas o  para merodear  las casas  que se encuentran en la periferia de los pueblos del Tolima grande y la región antioqueña.

A diferencia de muchos otros espantos,  este no es agresivo ni causa daño a quienes lo encuentran,  tan solo es un ave de mal agüero, un mensajero de malas noticias.  Cuando una calamidad está por ocurrir en un hogar,  el silbador se encarama en alguno de los árboles del jardín más cercano, o se posa sobre las tapias de piedra de las casas viejas y desde allí, donde nadie pueda verlo,  lanza su largo y melancólico canto;  un silbido que hiela la sangre de aquellos que la escuchan, que roba la esperanza y aleja todo rastro de felicidad;  cada canto  es como un hechizo de tristeza, por ello, si se cuenta con la mala suerte de escuchar su silbido, lo mejor es alejarse de aquel sitio,   no vaya ser que su presencia llame la mala suerte para quien se detenga a investigar de dónde viene aquel lúgubre sonido.

Hay que aclarar que no se debe confundir al pájaro silbador con el silbón,  otra leyenda pero de los llanos orientales,  esta sí con un pasado oscuro y con intenciones peligrosas… pero esa historia será para otra oportunidad.

** publicado originalmente en la revista "güipas" del diario "La Nación" 2019

La candileja

 


 Poco después que el sol se escondiera tras las montañas, o pocas horas antes del amanecer, era posible ver a lo lejos en el horizonte, sobre las copas de los árboles o recorriendo los extensos potreros de las haciendas,  una extraña luz rojiza que al acercarse se transformaba en tres brasas ardientes que de forma caótica  chocaban entre si liberando infinitas chispas por todos lados.

Aquello era llamado por los abuelos como la candileja, un espectro del más allá, que gustaba acercarse a los hombres mujeriegos  e irresponsables que disfrutaban recorrer los caminos de los campos a altas horas de la noche;   también solía perseguir a los borrachos o a los jinetes nocturnos,  enredándose en las ancas de las bestias, espantando los animales y buscando hacer caer a los asustados campesinos de sus monturas.

Mucho se habló sobre cuál podría ser el origen de la candileja:  Unos decían que era el alma en pena de una mujer indígena que había muerto dentro de su choza incendiada,  otros decían que eran los espíritus de una mujer y sus hijos quemados en la época de la violencia en Colombia,  otros hablaban que era el alma de una esposa abandonada y engañada por su esposo aficionado a los caballos,  y por último se decía que eran las animas en pena de una abuela alcahueta y sus dos nietos  traviesos e irrespetuosos, que al morir y llegar a las puertas del cielo, fueron devueltos a la tierra transformados en fuego para purgar todas las faltas cometidas en vida,  por eso se les veía chocar y lanzar chispas, discutiendo sobre quien había tenido la culpa de su castigo,  por eso se le veía descendiendo sobre ríos tratando de calmar infructuosamente el fuego que los consumía.

Contaban los abuelos que si se tenía la mala suerte de encontrarse  este espanto en las noches solitarias por los caminos,  nunca había que rezarle, pues esto atraía la candileja creyendo que podía buscar consuelo en las oraciones ajenas.  Para ahuyentarla había que gritarle e insultarle por haber sido una vieja permisiva con unos hijos malcriados, esto bastaba para lograr deshacerse de tan incendiario ser.

Hace mucho que no se tienen noticias de ella,  tal vez las almas que la conformaban por fin comprendieron la responsabilidad de sus acciones, aceptaron su culpa, enmendaron sus errores y entraron finalmente al reino de los cielos.

** publicado originalmente en la desaparecida revista "güipas" del diario "La nación"  2019

viernes, 26 de febrero de 2021

El mohán

 


Cuentan los viejos pescadores que viven  a las orillas del rio  magdalena,  que en épocas antiguas, cuando ellos aún eran jóvenes y el mundo guardaba muchos misterios;  en las noches de luna llena,  al salir en busca de su sustento, era posible ver una enorme figura sentada sobre  las piedras  blancas de la orilla del río,   un hombre de musculosa contextura, con una larga y enmarañada cabellera que bien podía llegarle a la espalda, vello cubriendo su cuerpo cual si fuera un oso, fumando un tabaco enorme cuya luz rojiza hacia juego con la fiereza de su mirada.

Era el mohán,  el rey de los ríos,  una divinidad de tiempos remotos, mucho antes que los españoles llegaran a nuestras tierras, mucho antes que los indígenas recorrieran los valles y montañas  irrigados por el rio grande.

Los abuelos sabían que había que tratarlo con respeto,  a pesar de su enorme estatura y  su presencia aterradora, podía ser un buen compañero de pesca;  sabían los abuelos que si se le ofrecía una pequeña parte de lo que se esperaba obtener,  con su voz profunda y abismal convocaría peces de todos los tamaños para que se enredasen en las redes bajo las canoas; sabían los abuelos que era bueno dejarle pequeños regalos de sal y tabaco sobre las piedras que gustaba frecuentar, para así evitarle la molestia de verlo trasformado en un humano más, comprando esos víveres  en las noches de fines de semana en las tiendas más alejadas de las poblaciones rivereñas.

Contaban los pescadores que solo en los días  de semana santa, el mohán no aceptaba ninguna ofrenda y castigaría a todo aquel que se atreviera lanzar sus redes o anzuelos, bien podría romper los fuertes hilos, enredar entre las piedras y malezas los anzuelos o en el peor de los casos, arrastrar a los aventureros desobedientes a las profundidades del rio, de donde nunca más saldrían con vida.

Este espíritu acuático también era un gran mujeriego, gustaba acechar las jovencitas que lavaban ropa en las orillas de los ríos, y aquella que elegía como su próxima amante, era raptada en un descuido de sus padres o acompañantes  (por eso nunca se dejaban las bellas niñas solas deambular por las orillas) para ser llevada a sus mágicos aposentos:   un palacio en la profundidad de las aguas, repleto de joyas y tesoros,  donde quedaría prisionera por tiempo indefinido.  Contaban los pescadores que en ocasiones  solían ver en horas de la mañana a las mujeres raptadas, tomando el sol sobre las piedras que emergían del caudal,  para luego verlas sumergirse nuevamente en las corrientes de las aguas, presas aun de los poderes mágicos de nuestro mitológico ser.

Hoy casi nunca se le ve,  evita lo más que puede el contacto con los humanos…está molesto con ellos, convirtieron sus  dominios en cloacas y vertederos de basura.   Con el huyeron los peces con los que se alimentaban los pescadores, con él se fueron las aves de picos largos y vistosos plumajes, con él se fue el ímpetu del río y las melodías del agua en las noches de luna llena.

** publicación original para la desaparecida revista "güipas" del diario La Nación año 2019