latecleadera

miércoles, 21 de abril de 2021

La madremonte



La madremonte es una deidad de los bosques y las selvas.  Rige estos lugares desde tiempos remotos,  mucho antes que el primer hombre viera la luz de las estrellas y construyera su primera casa.  Ella controla los vientos y las lluvias, deambula por sus dominios  en compañía de animales salvajes,  cuidando las crías de las bestias,  extendiendo las enredaderas de flores y espinas por todos lados, vigilando el caudal de los ríos y  cerciorándose que los arboles siempre cuenten con ramas frondosas de hojas bailarinas.

Quienes la han visto la describen como una mujer corpulenta, inmensa,  imponente,   con cabellos de salvajinas y vestido de musgos y enredaderas;  su cabeza está cubierta por un sombrero de hojas de palma de las cuales brotan retoños desconocidos,   y sobre los cuales las aves  se posan para descansar.

En ocasiones, cuando visita los nacimientos de agua en las altas montañas, se viste de lodo y hojas secas,  allí se baña para luego desencadenar crecientes que barren los escombros de los ríos y fertilizan sus orillas.

La madremonte no ve con buenos ojos a los humanos, los considera su peor enemigo, pues por su avaricia han invadido y saqueado sus dominios, asesinando a sus criaturas y arrasando sus bosques.  Cuando ve un leñador o un cazador, con furia se abalanza sobre ellos y con su mirada espectral hace que pierdan la conciencia, luego los toma con sus manos como garras y los abandona en lo más profundo de la selva, a la espera de que la misma naturaleza haga justicia.

Son muy pocos los que pueden encontrar el camino de regreso, muchos mueren en el intento o se convierten en fieras salvajes que finalmente custodiaran lo que antes pretendían destruir.

Cuentan quienes viven al lado de las selvas y los bosques que en ocasiones se pueden escuchar sus gritos o bramidos, y que cuando esto ocurre es señal de que una fuerte tormenta estará por llegar.

Dicen los campesinos que lo mejor para espantarla es ir fumando un enorme tabaco, tal vez le molesta el humo y el olor a hoja seca quemada, pero lo mejor es, ante todo, tratar de no molestarla.

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