Revolcando en los archivos y carpetas perdidos del computador, encontré unos videos de hace años, de mi colección de figuritas ochenteras, algunas se han perdido y otras han llegado, pero a grosso modo estas son las que tengo guardadas en una caja para futuros proyectos cinematográficos.
martes, 27 de julio de 2021
miércoles, 23 de junio de 2021
La llorona
Al caer la noche, cuando las criaturas del
bosque duermen y los campesinos descansan en sus camas luego de un arduo día
de labores; sobre el murmullo que se levanta de las
corrientes de los ríos puede escucharse el lamento largo y triste de una mujer, un cantico lánguido y tenebroso, un grito que
hiela la sangre y se disipa en las ramas de los árboles.
Es la llorona, un espectro que durante siglos ha recorrido
las orillas de los ríos y lagunas buscando desesperadamente un preciado tesoro.
Cuenta la leyenda, que hace muchos años una
joven y bella mujer, buscando esconder el fruto de un romance prohibido, se
perdió en la espesura del bosque en una noche de tormenta. Corriendo desenfrenadamente entre arbustos con
su pequeño hijo que pocas horas antes había
nacido, presa del miedo o de la locura, creyendo que con escapar resolvería
todos sus problemas, recorrió la orilla de un caudaloso rio que con sus aguas
embravecidas y en un instante de descuido
de la desesperada mujer, arrebató de sus brazos al bebe. Ella al ver la creatura desaparecer en lo
profundo de las aguas se lanzó en su búsqueda, nunca más volviendo a salir a la
superficie. Poco tiempo después, los
campesinos de la zona decían ver un espectro con forma de mujer flotando por
las orillas de los ríos y lagunas, llevando
en sus brazos un atado y llorando desesperadamente mientras buscaba con ansias
algo entre las rocas.
Quienes la tuvieron frente a frente, dicen
que solo era un esqueleto cubierto con ropas desgarradas, en cuyo regazo llevaba un hermoso bebe, al
cual solo le faltaba la punta de uno de sus deditos… ese es el tesoro que tanto anhela este ser; el ultimo huesito de su desaparecido hijo que
le permitía enmendar su gran error en este mundo y viajar en paz al más allá.
La muelona
Cuenta la leyenda que hace muchos años,
tantos que nuestros bisabuelos aun eran niños,
una hermosa mujer que había llegado de España buscando mejor suerte en estas tierras, montó su negocio en una concurrida población
de la región. Pero su actividad era algo
particular; se dedicaba a leer las
líneas de las manos, a vaticinar el futuro con las cartas y a otra suerte de
artes prohibidas que poco a poco fueron llenando sus bolsillos de dinero, no contenta con esto, su lujosa casa se convirtió en un sitio de
parranda y desorden donde muchos jóvenes
perdían su inocencia y donde muchos señores olvidaban los votos de fidelidad que habían hecho el día de su matrimonio.
Una noche de invierno, cuando ya los años de hermosa juventud se le estaban
terminando, el señor don diablo llegó a su negocio y al parecer hizo un trato con la mujer, pero las cosas no se dieron como ella
suponía, posiblemente trató de engañar al señor del mal como lo hacía con sus
frecuentes clientes, y este, siendo el maestro del engaño no comió cuento y la
castigó por su insolencia. Una rara
enfermedad apareció en su piel, y a los pocos días la llevó a la muerte.
A su funeral nadie pudo asistir, pues de su
cuerpo se desprendió un olor insoportable y contaban algunos chismosos que se
asomaban por las ventanas que de su boca salían infinidad de murciélagos.
El cuerpo desapareció, la casa se derrumbó
y ella se transformó en un espectro; una
mujer de hermoso cuerpo que tras un velo
ocultaba un horrible rostro, cuya mayor
característica era una boca llena de innumerables colmillos con los cuales
podía devorar a hombres pendencieros e infieles y mujeres desordenadas y vulgares que tuviesen la mala
suerte de encontrarla en los solitarios
caminos entre poblados de la región en las horas previas a la media noche.
El mandingas (en su acepción como diablo, no como etnia y mucho menos como actor porno)
El mandingas
Dicen que el príncipe del mal, aburrido de
estar todo el día sentado en su trono, por allá en los confines del infierno, decidió un viernes por la noche abandonar su
puesto de trabajo y recorrer el mundo de los vivos para disfrutar de los
placeres prohibidos, esos mismos que tantos clientes le llevan a sus dominios.
Frente a un espejo mágico como los que
salen en los cuentos de hadas, se limó
sus cuernos hasta hacerlos casi imperceptibles,
se cortó sus largas uñas, se
afeitó la barba rala que cubría su prominente quijada y con mucho cuidado
recogió su delicada cola de tal manera que le quedara oculta en un pantalón.
Se vistió con sus mejores galas, y aprovechando
el tener todas las riquezas mundanas posibles,
emprendió su faena de parranda y jolgorio a lo largo y ancho de toda la
región.
Eso fue hace muchos años, pero según parece, el hecho de salir de
parranda le gustó tanto al señor de averno,
que desde entonces no desaprovecha ocasión para subir a la tierra y
hacer de las suyas en las fiestas tan frecuentes durante todo el año en el país.
Por eso las abuelas lo recuerdan recorriendo los caminos de
herradura montado sobre una briosa mula,
fumando un largo tabaco, con sombrero alón gigante y ropa de paño, visitando los pueblos en las fiestas
reales, gastando dinero a borbotones y
engatusando a los más desprevenidos.
Por eso también nuestros padres lo recuerdan cuando dicen haber
escuchado de él, apareciendo en la mitad de la noche en las discotecas de moda,
elegantemente vestido, apuesto, seductor y solitario, enamorando alguna
desprevenida jovencita, que luego de no escuchar la recomendación que él mismo
diera, viera sus pies no como los de
cualquier mortal, sino como dos negras y pulcras pezuñas con las cuales bailaba
como un trompito de madera.
Hoy en día casi no se sabe de él. Dicen los entendidos en el tema que evita las
multitudes por aquello de los celulares y las redes sociales, a pesar de ser el señor mandingas le queda
muy mal eso de aparecer como una nota o imagen viral que lo convierta en un
meme. Al parecer su última pasión son las apuestas, por lo que se le ve en compañía de tahúres
de dudosa reputación; ellos apostando su
alma por algunas monedas de oro, que con un malévola sonrisa el señor del mal
les deja ver con la promesa de riquezas a cambio de su obediencia en el más
allá.
El tunjo de oro
Pero ¿qué pasaría si al levantar con cuidado aquel bebe desnudo,
este, con una sonrisa te dijera “mira, ya tengo dientes”, para luego brotar una
llamarada de su boca?
Esto es lo que cuentan algunos abuelos que ocurría
al encontrarse el tunjo de oro.
¿Y qué es el tunjo de oro?
Antes que llegaran los españoles, los indígenas adoraban muchos dioses,
al parecer uno de ellos era representado como una pequeña estatua de
oro, tal vez era un dios del bosque, o
un dios de los juegos infantiles o un dios de la buena suerte, pero una vez llegaron los conquistadores, en
uno de los muchos saqueos que realizaron, mientras llevaban los tesoros robados
en los lomos de sus caballos, el pequeño
ídolo cayo de una de las alforjas
quedando perdido en la espesura
del bosque, en ese momento se convirtió
en espectro y desde entonces habita los cruces de caminos o las orillas de los senderos,
en ocasiones se convierte en un
niño de carne y hueso, a la espera de un caminante que cuide de él,
porque curiosamente es de los espantos que aunque asusta no causa daño,
sino todo lo contrario, trae riquezas a quien lo tome. Aunque claro, no todos se lo llevan, muchas personas presas del pánico salen corriendo despavoridas,
y más aún cuando ven que el niño al perseguirlos se les monta en las ancas de
su caballo o sobre sus hombros, solo
quienes conocen el truco, toman el niño
en sus brazos y antes que diga cualquier palabra y desencadene el hechizo, le
hacen con saliva la señal de la cruz en la frente y justo en ese momento se convierte en
estatuilla de oro; pero esta no se vende
como cualquier guaca, se lleva a casa y allí se deja en una cajita cómoda y
segura, donde a diario se le debe dar comida, (unos granitos de cereal que crecen en las montañas
de los andes), en retribución la figurita todos los días dará un pequeño
bollito de oro. Lo único que exige es
que todos los días se le dé de comer, se le consienta y se le limpie su cajita,
porque de no hacerlo, invocará lluvias y tormentas que inundaran el hogar donde
se encuentra para liberarlo y llevarlo nuevamente a los senderos a la espera de un nuevo
afortunado.
lunes, 17 de mayo de 2021
Las brujas.
Brujas hay por montones y pobrecitas de
ellas todo se dice: hay brujas en los cuentos infantiles, las hay pintadas en los cuadros de los grandes
artistas, están las que vuelan sobre
escobas aerodinámicas y las que se pierden en los relatos de las primeras
civilizaciones. Las hay gorditas y
bonachonas que gustan rescatar princesas
de conjuros peligrosos, y las hay flacas
y encorvadas que hechizan a bellas
inocentes. Las hay sabias y prudentes y
las hay malévolas e inmortales.
En un principio eran las mujeres curanderas de la tribu o las
ancianas sabias que conocían la planta que curaría al desamparado
campesino, pero los avatares de la
historia las señalaron de peligrosas y las
llevaron a la clandestinidad, allí se mezclaron con relatos de espectros
del bosque y sin saber cómo, entraron a
formar parte de las legiones del mal.
Según la región del mundo son sus brujas, y su título se aplica de manera indiscriminada
a todo lo que no nos parezca bien, desde seres vampirescos europeos,
pasando por estafadoras vende ungüentos
de la ciudad, hasta la vecina fea que no
nos cae bien.
La bruja que vive en nuestra tierra es una
bruja particular, por regla general es
una anciana; casi nunca son jóvenes, pues
parece que para ser bruja se necesita cierta experiencia en oscuros aspectos de la vida. No se está muy seguro de cómo alguien termina
convertida en bruja, todas ellas son
extremadamente discretas, tal vez por aquello de que hace muy poco las quemaban
si las descubrían. No utilizan escobas
voladoras, pero si pueden ir por los
aires convertidas en piscos que sobrevuelan los caseríos por las noches y que
caen con un golpe seco en los techos de las casas. Les agrada estar encaramadas en las ramas de los grandes árboles
que crecen en los patios de las casas viejas; árboles como el de tamarindo, los
naranjos o los de aguacate, desde allí
observan, buscan su víctima, generalmente niños u hombres apuestos, aunque las mujeres no se salvan de sus
intenciones. Inducen el sueño por medio
de conjuros que recitan al viento, y
mientras sumergen a los habitantes en pesadillas, succionan su vitalidad como si fuesen
vampiros, para luego escapar en
estruendoso aleteo, ululando por los
aires con carcajadas siniestras hasta llegar a su hogar, viejos caserones repletos de gatos y perros, adornados con estampitas de santos y con
multitud de frasquitos con pócimas secretas en alacenas de madera carcomida.
En otro tiempo era fácil descubrirlas o evitarlas rociando sal
o granitos de mostaza en el piso,
otros dejaban un calzón al revés buscando confundirlas,
o simplemente se esperaba su llegada al otro día pidiendo una tacita de azúcar o sal. Hoy ya no se complican la vida recogiendo
granitos del piso o ropa interior al
revés, simplemente van al supermercado
y compran todo con descuento.
jueves, 22 de abril de 2021
La madredeagua
Así como existen seres fantásticos que custodian
las selvas y los bosques, también existen seres increíbles que cuidan los ríos y
lagunas, son las madredeagua.
Ellas reposan en lo profundo de las grandes
lagunas, sobre sus cuerpos caen las
ofrendas que en los tiempos remotos los indígenas lanzaban a las aguas en señal de respeto y
gratitud.
Tienen forma de serpiente; son gigantescas,
más grandes que cualquier otra serpiente que se haya visto. Cuando mueven su cuerpo se forma un oleaje en
la superficie que obliga a que las aves que descansan en las orillas levanten vuelo llenas de temor.
Raras veces salen a la superficie, no necesitan respirar, tampoco necesitan comer, pues no son simples
animales, son espíritus primigenios con
envoltura material, simplemente reposan,
duermen un sueño sagrado del cual se
desprenden conjuros que mantienen el equilibrio de las grandes masas líquidas.
Mientras la madredeagua permanezca en el
fondo de un lago o laguna, está nunca se secará y ningún artificio humano
logrará vencer su poder, en ocasiones,
penetran en lo profundo de la tierra y duermen su sueño mágico en los grandes
yacimientos de fuentes subterráneas, a la espera del paso de los años y a que
una nueva humanidad renazca en la superficie.
Cuando por misteriosas razones abandonan sus dominios, lo hacen bajando por las quebradas y ríos en forma de estruendosa y mortífera creciente.
Cuentan los campesinos más viejos que
solo dejan ver sus ojos de esmeraldas y
su nariz resoplando un viento huracanado.
Según los conocedores en asuntos del pasado, la serpiente madredeagua
es una emanación de la diosa Bachue, quien luego de poblar el mundo, regresó a
la laguna de la cual había emergido, convirtiéndose en serpiente.
Como dato curioso algunos de los poblados más
antiguos del Huila cuentan con leyendas que narran cómo estos
fueron erigidos sobre lagunas subterráneas en las cuales reposa una
madredeagua; temen que el día en que
ella abandone aquel lugar la fuente se
seque y el poblado colapse siendo
tragado por la tierra, por eso en
municipios como Iquira, la gente mira con desconfianza las petroleras, les preocupa que el ruido de los taladros y
las maquinas despierte a la serpiente sagrada y la obliguen a abandonar
la región, trayendo con ello el fin de
la placentera tranquilidad de estos lugares.
miércoles, 21 de abril de 2021
La madremonte
La madremonte es una deidad de los bosques
y las selvas. Rige estos lugares desde
tiempos remotos, mucho antes que el
primer hombre viera la luz de las estrellas y construyera su primera casa. Ella controla los vientos y las lluvias, deambula
por sus dominios en compañía de animales
salvajes, cuidando las crías de las
bestias, extendiendo las enredaderas de
flores y espinas por todos lados, vigilando el caudal de los ríos y cerciorándose que los arboles siempre cuenten
con ramas frondosas de hojas bailarinas.
Quienes la han visto la describen como una
mujer corpulenta, inmensa,
imponente, con cabellos de
salvajinas y vestido de musgos y enredaderas;
su cabeza está cubierta por un sombrero de hojas de palma de las cuales brotan
retoños desconocidos, y sobre los cuales
las aves se posan para descansar.
En ocasiones, cuando visita los nacimientos
de agua en las altas montañas, se viste de lodo y hojas secas, allí se baña para luego desencadenar
crecientes que barren los escombros de los ríos y fertilizan sus orillas.
La madremonte no ve con buenos ojos a los humanos,
los considera su peor enemigo, pues por su avaricia han invadido y saqueado sus
dominios, asesinando a sus criaturas y arrasando sus bosques. Cuando ve un leñador o un cazador, con furia
se abalanza sobre ellos y con su mirada espectral hace que pierdan la conciencia,
luego los toma con sus manos como garras y los abandona en lo más profundo de
la selva, a la espera de que la misma naturaleza haga justicia.
Son muy pocos los que pueden encontrar el
camino de regreso, muchos mueren en el intento o se convierten en fieras
salvajes que finalmente custodiaran lo que antes pretendían destruir.
Cuentan quienes viven al lado de las selvas
y los bosques que en ocasiones se pueden escuchar sus gritos o bramidos, y que
cuando esto ocurre es señal de que una fuerte tormenta estará por llegar.
Dicen los campesinos que lo mejor para
espantarla es ir fumando un enorme tabaco, tal vez le molesta el humo y el olor
a hoja seca quemada, pero lo mejor es, ante todo, tratar de no molestarla.
martes, 20 de abril de 2021
La patasola.
En lo profundo de las montañas, donde los
espesos bosques aún no han sido profanados por las manos del hombre, habita un
misterioso endriago, un ser con forma de mujer, cabellera larga y desaliñada
semejante a una extensa enredadera, boca con filudos colmillos de felino, ojos
de un rojo encendido, y algo que la distingue de cualquier ser fantástico; una
sola pierna que bien puede parecer una enorme garra de oso. Es la patasola, un espectro protector de las
selvas: peligrosa, agresiva, celosa ante
la intromisión de extraños en sus dominios.
Acecha a los colonos, cazadores o leñadores que se atreven buscar algún
provecho de los bosques vírgenes. En
ocasiones los atrae metamorfoseándose en una hermosa mujer, que con sus
encantos los va llevando a lo más profundo de la manigua. En otras ocasiones
lanza lamentos que se escuchan en las orillas del camino, los cuales son
seguidos por curiosos y despistados hombres que finalmente terminan perdidos
entre los árboles. De ellos nunca más se
vuelve a tener noticia, este ser, agresivo por naturaleza, tiene cierta
semejanza con los vampiros, todas sus víctimas inevitablemente son devoradas,
dejando solo el terror y el vacío de su desaparición en sus compañeros de
aventura. Por ello los cazadores suelen
ir acompañados de varios perros, al parecer el único animal que logra
ahuyentarla.
Algunos campesinos cuentan que este
espectro tuvo su origen hace mucho mucho tiempo en el trágico fin de una mujer
que le era infiel a su marido con el señor de aquellas remotas tierras. El esposo de la joven, ciego por los celos, vengó
la afrenta a su honor quitando la vida a los dos amantes y desapareciendo el
cuerpo de la mujer en lo profundo de los bosques que rodeaban su parcela. Al parecer, las fuerzas mágicas que murmuran
los árboles cuando el viento frio de la noche recorre sus ramas, confluyeron
frente al inerte cuerpo y antes que el alma de la desdichada mujer tomara su último
rumbo, la transformaron en una amalgama de ímpetu de bestias, exuberancia de
plantas y deseos y temores de humano. Un
fiero guardián de las montañas, uno al cual todos los hombres le temerían.
viernes, 16 de abril de 2021
La leyenda del duende
Cuando visitas a tus abuelos en las viejas
casonas del campo o en las vetustas casas de los pueblos, ¿alguna vez has
escuchado a altas horas de la noche, golpes de pequeñas piedras en el techo?
Si te ha ocurrido probablemente es porque
en algún momento fuiste de interés para el duende.
Cuenta la leyenda que este ser es de los
más antiguos sobre la tierra, al parecer pertenecía a las huestes angelicales que
se rebelaron contra Dios en el principio de los tiempos, pero a diferencia de
sus otros alados compañeros no se transformó en demonio sino en un curioso ser
con una extraña predilección por los bosques, principalmente los de guadua, por
los árboles con grandes raíces o los caminos solitarios.
Se le describe como un hombre que no supera
el medio metro de estatura, de nariz larga, orejas puntiagudas y cabello escaso
y desordenado, con una gran cabeza sobre la cual gusta lucir un enorme sombrero
de palmicha que parece cubrir todo su cuerpo, tiene manos largas y huesudas y
aquellos que han alcanzado a verlo refieren que sus pies están torcidos o
completamente al revés.
Tiene el poder de la invisibilidad, de la
metamorfosis, de volar, del dominio de
los elementos naturales y muchos otros que harían palidecer a un superhéroe, pero la mayoría de las veces solo los utiliza
para hacer travesuras porque
esencialmente es un espíritu burlón;
se divierte enredando la crin de los caballos o el cabello largo y
dorado de las mujeres jóvenes, disfruta
escondiendo cosas en los hogares que visita, y si esta de malas pulgas, formando
desorden por donde pasa. En ocasiones cuando siente que sus dominios han sido profanados
hace que los caminantes se desorienten y se pierdan en lo más profundo de las
selvas o los bosques.
Pero hay algo que enloquece a este
personaje: las mujeres jóvenes y hermosas próximas a casarse; cuando una de
ellas llega a una zona donde este ser tiene presencia, empieza a asediarla; la
roza con sus manos invisibles, se le aparece en los sueños y no pierde momento
para susurrarle cosas malas al oído, todo con el fin de que abandone a su
prometido y se escape con él a las profundidades del bosque. Si no es correspondido,
en las noches lanza multitud de piedras al techo de la casa donde se encuentre
la señorita, rompe vidrios y tumba los enseres, y algunos dicen que cuando se
pone agresivo puede llegar a morder a la asustada jovenzuela. En ocasiones también lanza piedras a las
casas desde los árboles cercanos cuando quiere asustar algún niño travieso o
simplemente cuando quiere que un niño salga a jugar con él.
Cuentan los abuelos que la mejor forma de
deshacerse de su presencia es tocando un
tiple en tonos muy altos, o teniendo cerca un cerdito, al parecer estos animales no son del agrado
del duende, y si esto no funciona, lo mejor es abandonar el
lugar y viajar a la ciudad, detesta las grandes urbes con sus edificios enormes,
el ruido de los carros y las gentes caminando a prisa en todo momento y en todo
lugar.