latecleadera

miércoles, 23 de junio de 2021

La muelona

 


Cuenta la leyenda que hace muchos años, tantos que nuestros bisabuelos aun eran niños,  una hermosa mujer que había llegado de España buscando mejor   suerte en estas tierras,  montó su negocio en una concurrida población de la región.  Pero su actividad era algo particular;   se dedicaba a leer las líneas de las manos, a vaticinar el futuro con las cartas y a otra suerte de artes prohibidas que poco a poco fueron llenando sus bolsillos de dinero,  no contenta con esto,  su lujosa casa se convirtió en un sitio de parranda y desorden  donde muchos jóvenes perdían su inocencia y donde muchos señores olvidaban  los votos de fidelidad que habían hecho  el día de su matrimonio.

Una noche de invierno, cuando  ya los años de hermosa juventud se le estaban terminando, el señor don diablo llegó a su negocio y al parecer hizo  un trato con la mujer,  pero las cosas no se dieron como ella suponía, posiblemente trató de engañar al señor del mal como lo hacía con sus frecuentes clientes, y este, siendo el maestro del engaño no comió cuento y la castigó por su insolencia.  Una rara enfermedad apareció en su piel, y a los pocos días la llevó a la muerte.

A su funeral nadie pudo asistir, pues de su cuerpo se desprendió un olor insoportable y contaban algunos chismosos que se asomaban por las ventanas que de su boca salían infinidad de murciélagos. 

El cuerpo desapareció, la casa se derrumbó y ella se transformó en un espectro;  una mujer de hermoso cuerpo  que tras un velo ocultaba un horrible rostro,   cuya mayor característica era una boca llena de innumerables colmillos con los cuales podía devorar a hombres pendencieros e infieles y mujeres  desordenadas y vulgares que tuviesen la mala suerte de encontrarla  en los solitarios caminos entre poblados de la región en las horas   previas a la media noche.

 


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