Al caer la noche, cuando las criaturas del
bosque duermen y los campesinos descansan en sus camas luego de un arduo día
de labores; sobre el murmullo que se levanta de las
corrientes de los ríos puede escucharse el lamento largo y triste de una mujer, un cantico lánguido y tenebroso, un grito que
hiela la sangre y se disipa en las ramas de los árboles.
Es la llorona, un espectro que durante siglos ha recorrido
las orillas de los ríos y lagunas buscando desesperadamente un preciado tesoro.
Cuenta la leyenda, que hace muchos años una
joven y bella mujer, buscando esconder el fruto de un romance prohibido, se
perdió en la espesura del bosque en una noche de tormenta. Corriendo desenfrenadamente entre arbustos con
su pequeño hijo que pocas horas antes había
nacido, presa del miedo o de la locura, creyendo que con escapar resolvería
todos sus problemas, recorrió la orilla de un caudaloso rio que con sus aguas
embravecidas y en un instante de descuido
de la desesperada mujer, arrebató de sus brazos al bebe. Ella al ver la creatura desaparecer en lo
profundo de las aguas se lanzó en su búsqueda, nunca más volviendo a salir a la
superficie. Poco tiempo después, los
campesinos de la zona decían ver un espectro con forma de mujer flotando por
las orillas de los ríos y lagunas, llevando
en sus brazos un atado y llorando desesperadamente mientras buscaba con ansias
algo entre las rocas.
Quienes la tuvieron frente a frente, dicen
que solo era un esqueleto cubierto con ropas desgarradas, en cuyo regazo llevaba un hermoso bebe, al
cual solo le faltaba la punta de uno de sus deditos… ese es el tesoro que tanto anhela este ser; el ultimo huesito de su desaparecido hijo que
le permitía enmendar su gran error en este mundo y viajar en paz al más allá.