Atiborrado
por la mercadotecnia religiosa, en la
soledad de la noche una frase que en viejas épocas recitaba llegó a mi mente,
la voz del poeta retumbó en mi cabeza:
“ayer,
Jesús afinó mi guitarra y agudizó mis sentidos, me inspiró
Papel y lápiz en mano, apunto la canción y me
negué a escribir
Porque hablar y escribir sobre Jesús es
redundar, sería mejor actuar
Luego, algo me dijo que la única forma de no
redundar es decir la verdad
Decir que Jesús es acción y movimiento, no cinco
letras formando un nombre
Decir que a Jesús le gusta que actuemos, no
que hablemos
Decir que Jesús es verbo no sustantivo”
Me salté el paso de la guitarra porque las
cuerdas están rotas, el lápiz no lo encontré,
le pregunté a mi hijo y me trajo uno sin punta, el sacapuntas estaba
perdido… “me negué a escribir”. Luego
repetí “sería mejor actuar”. Abrí el
portátil pero algo me dijo que hablar y escribir sobre Jesús es redundar y la
única forma de no redundar es decir la verdad,
decir que Jesús es acción y movimie…. Un momento ¿Qué mierd…? Maldito cáncer poético este el de
Arjona, después de escuchar dos o tres
de sus canciones es posible terminar hablando como yoda, además, aunque quería hablar sobre Jesús, lo
último que deseaba era que algo agudizara mis sentidos y me hiciera recitar
frases tipo Chopra o el padre Lineros.
Comprendí que para hablar de Jesús antes
había que hablar de algo más.
Afine
el teclado, desempolve tres libros, y se me ocurrió una tétrada, una tétrada
divina, que al mejor estilo de “festival
de robots” serie animada ochentera (más información aquí) serviría de preámbulo
para cualquier comentario sobre el redentor
de la humanidad. Por lo tanto y sin más preámbulos, vamos de lleno con
nuestro primer dios.
Después
de Ra, Osiris es el principal dios del panteón egipcio. La cosmogonía egipcia como toda religión,
nace de la concepción y relación de la naturaleza con el ser humano,
probablemente partiendo de un animismo y fetichismo primitivo, después, la exaltación de fenómenos naturales,
animales o personajes locales
importantes para luego formar un
sincretismo con la organización política y social, más tarde, el mismo poder del estado sería quien
reorganizaría el concepto de divinidad y sus personalidades.
Sin
profundizar mucho en el tema, diremos que el culto de Osiris se fue estructurando entre el 3000 y el 2500
AC ascendiendo paulatinamente de ser un
dios agrario local al dios funerario y de la fertilidad dominante del reino.
Por la propia dinámica del ideario religioso egipcio, es usual que con
los años los atributos de los dioses primigenios o locales se mezclen entre sí
creando superposición de historias y caracteres, y en el mejor de los casos
nuevas personalidades celestes.
En
el principio estaba Ra dios del cielo, dios del sol y padre de los dioses, el
cual al enterarse del amor incestuoso
(pero no raro) de la diosa Nut (el cielo) y el dios Get (la tierra) y por ende de su inevitable embarazo, le
lanza una maldición:
“Así
nunca Nut pueda dar a luz niño alguno ni en el transcurso del mes ni en el
transcurso del año”.
Ante
esto Get pide ayuda a Thot señor de la sabiduría, con el cual Nut
también había tenido sus amoríos, este se ingenia un plan para escapar de la sentencia del dios padre. Busca
a la luna y la reta a una partida de un
juego de mesa, ella acepta con tan mala suerte que pierde, el premio es
1/72 parte de su luminosidad diaria, razón por la cual pierde parte de su
brillo imposibilitándose el ser tan
brillante como el sol, con estos
“momentos de luz extra” Thot fabricará
cinco días más, distintos de los 30 días de cada uno de los doce meses; Dejándolos
al final del año, días en los que el poder de Ra no tiene efecto.
Ya libre Nut del mandato celeste da a luz en
el primer día a Osiris el bondadoso, el segundo día nacerá Horus (el viejo), el
tercero Set el malvado, antes de tiempo y rasgando un costado de su madre, el cuarto
Isis y el quinto Neftis quien sera la esposa de Set. En este punto ya las cosa se complican,
especialmente en lo referente a Horus, en unos relatos este es hijo de Isis y
Osiris, en otros es hermano, pero en el mejor de los casos es las dos cosas,
hijo y hermano de ambos. Según algunos,
el amor entre Osiris e Isis era tal que aun estando en el vientre de su
madre se unieron y de esta unión nació Horus, en este caso llamado Horus el
viejo. Pero sigamos.
Después de nacer, Osiris se casa con Isis y
con los años es declarado rey de Egipto.
En aquellas épocas la tierra estaba repleta de humanos salvajes y
primitivos, Osiris fue el dios
civilizador por excelencia, el primer gran faraón, quien enseñó la agricultura,
el arte de la fabricación del vino, quien instauro la ley y el culto adecuado a
los dioses. Una vez terminó su labor
edificadora en Egipto, dejó
el reino a cargo de su esposa y viajó a tierras remotas a continuar su
labor, mientras, Set el malvado, ya urdía sus planes para deshacerse de su
hermano y tomar el poder del reino.
Al parecer su odio se remontaba a un
curioso episodio en el vientre materno, cuando Osiris con o sin intención le da una patada… de allí la frase “es que no
aguanta ni una patada”, otros dicen que
estaba harto de su poder, que consideraba injusta su elección como faraón,
título que según sus cuentas le correspondía a él, en resumidas cuentas, lo
carcomía la envidia.
De modo que con 72
conspiradores ejecutó su plan; en forma
secreta adquirió las medidas exactas de
Osiris y con base en ellas construyó un cofre ricamente decorado con oro,
piedras preciosas y dibujos, luego, cuando Osiris regresó a su reino,
celebró un gran banquete de
bienvenida. Al estar todos algo pasados de copas, dijo que regalaría el precioso cofre a quien encajara perfectamente en él, todos los
invitados pasaron por allí pero ninguno amoldaba su forma al cofre, cuando fue
el turno a Osiris (con una ingenuidad fraternal) entró y vio que era preciso para su cuerpo,
maravillado dijo: “¡encajo! y será mío para siempre” a lo que Set respondió
“tuyo es hermano, y de hecho será para siempre”. Cerró la tapa del cofre, la clavó
ayudado por sus secuaces, lo cubrió de plomo fundido y luego fue
arrojado al Nilo, Osiris moriría dentro
y se convertiría en el rey del inframundo.
Isis
al enterarse de lo ocurrido, cortó su cabello, rasgó sus vestiduras y fue en
busca de su esposo con el fin de darle sepultura acorde al estatus de un
faraón. Recorrió el mundo por días y
días sin resultado, hasta que unos niños en la rivera de un rio le indicaron que por uno de los brazos del
Nilo habían visto pasar el cofre rumbo
al mar. En el camino vio flores de
meliloto, consagradas a Osiris, y
esto la alegró pues indicaba que iba por
el camino adecuado. Finalmente llegó al
puerto de Byblos donde se hizo pasar como una
mujer solitaria y triste, que en la playa y como medio de distracción,
realizaba peinados y perfumaba a las
doncellas del palacio, la reina al ver la
perfección su obra, solicita su presencia y pone
a su cuidado a su hijo menor, débil y enfermo.
¿Y
qué paso con el cofre? Encalló en una de
las costas de la ciudad de Byblos, quedando atrapado en un tamarindo, el cual poco a poco lo fue
integrando en su tronco hasta quedar
convertido en un fuerte y majestuoso árbol.
El rey al pasar por allí y ver este árbol decide cortarlo y llevarlo
para que le sirviese de columna principal al techo de su palacio.
Regresando
con Isis, esta aceptó el trabajo encargado por la reina, asegurando que haría
de aquel niño un hombre fuerte y poderoso, pero para lograrlo lo tendría que
hacer a su modo y sin la intromisión de nadie. La madre acepta y entrega el niño a la diosa. Isis no le da
de comer, simplemente le deja chupar un dedo de su mano, lo cual es
suficiente para que el niño se recupere y crezca saludable.
Isis se encariña del niño y opta por convertirlo en inmortal;
todas las noches amontonaba algunos troncos, les prendía fuego y arrojaba al niño sobre ellos con el fin de
quemar sus partes mortales y dejar solo su cuerpo inmortal. La madre asombrada por la rápida mejoría de
su hijo y por el misterio que encerraba aquella mujer, decide una de las noches
espiarla, pero al ver como el niño era lanzado al fuego grita y se lo arrebata de las manos a Isis, ante lo
cual la diosa no tiene otra opción que develar su identidad. Todos quedan atónitos, y piden sus favores, ella simplemente quiere
la columna de madera que había en el palacio, el rey la entrega. Isis abre el
tronco y encuentra el preciado cofre, lo toma y devuelve el tronco al palacio,
iniciando nuevamente su viaje de
regreso, esta vez acompañada de uno de
los hijos del rey (no se especifica cual, probablemente aquel que casi fue
inmortal). Durante el viaje y cuando la
diosa confirma que está sola, destapa el cofre y besa a su esposo muerto, pero es
interrumpida por el niño que se había despertado a observar lo que pasaba, Isis
lanza una mirada con tanta furia al niño
por este acto de impertinencia que en el acto produce su muerte.
Finalmente
llegaron a casa, Isis esconde el cofre en un bosque y parte en busca de su hijo
Horus, el cual había dejado al cuidado de un hombre
lejos de las manos de Set, pero corrió
con la mala suerte que este justamente estaba
cazando por esos lugares y descubre el cuerpo, entró en cólera y descuartizo el
cuerpo en catorce partes, las cuales
dispersó a lo largo del Nilo para que fueran devoradas por los peces y los
cocodrilos. A su regreso y al ver lo sucedido Isis nuevamente inicia
la búsqueda de su esposo, deambulando por el Nilo en una balsa de papiro
apoyada por su hermana Neftis, quien le
obsequia siete escorpiones que la custodiaran. Una a una fue encontrando las partes de su
esposo, las cuales no habían sido tocadas por los cocodrilos conscientes de su
divinidad, y en cada sitio en el cual hacia un hallazgo allí se erigía un
santuario con la figura de la parte recuperada para que le rindiesen
culto. La única parte del cuerpo que no
pudo ser recuperada fue el pene que había sido devorado por unos peces. De
regreso a su palacio, con sus artes mágicas diseña un nuevo falo y con la ayuda de Anubis (hijo de una
aventura entre Neftis y Osiris, y a quien Isis había rescatado, alimentado y
cuidado luego que su hermana lo escondiera al darlo a luz temerosa que Set lo
matara, convirtiéndose de este modo en el fiel compañero de Isis) maestro del
embalsamiento, convierten el cuerpo
descuartizado en la primera momia,
Osiris resucita y en este estado post mortem vital se une con Isis y de
esta unión engendra a Horus (el joven) luego Isis se esconde en los pantanos
donde da a luz y entrega el niño al dios
Toth para que este lo eduque y prepare para el encuentro con Set y su
reivindicación en el trono arrebatado. Al parecer después de esto, el cuerpo de
Osiris es escondido en un lugar donde
nadie pudiese encontrarlo.
Al
crecer Horus desafiará a su tío Set, luchará contra él y en esta lucha perderá
uno de sus ojos “el ojo de Horus” obsequiado posteriormente a su padre, pero
también logrará cortarle los testículos a su contrincante y desterrarlo del
reino, reivindicándose como el heredero del faraón Osiris.
Osiris
no pudo regresar al reino de los vivos, continuó su reinado en el
inframundo, se convirtió en el rey de
los muertos, el dios funerario supremo, aquel que juzga a todos en el más
allá; él fue la primera momia, el primer
faraón, el dios civilizador, el señor de piel oscura o verde, como la tierra o
como la muerte.
Como
aclaración, existen diversas versiones de la historia, dependiendo de la fuente
que las narre; unas cosas dicen las fuentes griegas, otras las egipcias, unas cosas se dicen en
determinada dinastía, otras cosas se
dicen en otra dinastía; hay que recalcar que son cerca de 3000 años de historia del pueblo egipcio desde sus inicios
hasta su caída. Y en 3000 mil años una
historia puede cambiar. Las mayores
variaciones radican en la paternidad de los hijos de Nut; para algunos los cuatro o cinco son hijos de
Get (la tierra) para otros están divididos entre Get, Ra y Thot.
Para algunos son solo cuatro los dioses que nacen (Osiris, Isis, Set y
Neftis) para otros son cinco (con Horus)
aquí es donde se arma el meollo.
Horus es el dios más complejo del panteón egipcio, recordemos que cada dios es una
representación de una fuerza natural, sus variaciones son el carácter de dicha
divinidad y sus ciclos son sus historias de vida, Horus
en alguna de sus acepciones es el sol naciente, en otras ya es el sol pletórico. Existen dos variantes, Horus el viejo o el grande, que nace de Nut junto a Osiris, Isis, Set y
Neftis, pero que a la vez es hijo de la unión in útero de Osiris e Isis (hijo y
hermano a la vez) y es quien derrotará a Set, este es el mismo Horus que Isis
dejará en la isla de Buto, cuando inicia
la primera búsqueda de su esposo difunto escapando del poder de su hermano,
aunque aquí curiosamente se interponen las dos versiones, la del Horus viejo
nacido de Nut y la del Horus niño hijo de Isis (aun no nacido), al parecer
y según algunas versiones,
este Horus se enfrentará una primera vez con Set y
perderá la vida. Luego de la
reconstrucción y resurrección del cuerpo de Osiris, Isis quedara embarazada y parirá a Horus el niño, la nueva versión de Horus el viejo, que se
convertirá en este nuevamente, luego de
crecer y adquirir el conocimiento del dios Toth y quien vencerá finalmente a Set.
Osiris es aquel que nos aguarda cuando
abandonemos esta vida y nuestro corazón sea pesado en la balanza de Anubis, es
quien decidirá si nos depara la dicha o el fin definitivo en las fauces del
monstruo Ammyt, la devoradora de muertos.
“¡Salve, dios grande, Señor de la Verdad y de
la Justicia, Amo poderoso: heme aquí llegado ante ti!
¡Déjame
pues contemplar tu radiante hermosura!
Conozco
tu Nombre mágico y los de las cuarenta y dos divinidades que te rodean en la
vasta Sala de la Verdad y Justicia, el día en que se hace la cuenta de los
pecados ante Osiris; la sangre de los pecadores, lo sé también, las sirve de
alimento.
Tu
Nombre es: “El Señor del Orden del Universo cuyos dos Ojos son las dos diosas
hermanas”.
He
aquí que yo traigo en mi Corazón la Verdad y la Justicia, pues he arrancado de
él todo el Mal.
No
he causado sufrimiento a los hombres.
No
he empleado la violencia con mis parientes.
No
he sustituido la Injusticia a la Justicia.
No
he frecuentado a los malos.
No
he cometido crímenes.
No
he hecho trabajar en mi provecho con exceso.
No
he intrigado por ambición.
No
he maltratado a mis servidores.
No
he blasfemado de los dioses.
No
he privado al indigente de su subsistencia.
No
he cometido actos execrados por los dioses.
No
he permitido que un servidor fuese maltratado por su amo.
No
he hecho sufrir a otro.
No
he provocado el hambre.
No
he hecho llorar a los hombres, mis semejantes.
No
he matado ni ordenado matar.
No
he provocado enfermedades entre los hombres.
No
he sustraído las ofrendas de los templos.
No
he robado los panes de los dioses.
No
me he apoderado de las ofrendas destinadas a los Espíritus santificados.
No
he cometido acciones vergonzosas en el recinto sacrosanto de los templos.
No
he disminuido la porción de las ofrendas.
No
he tratado de aumentar mis dominios empleando medios ilícitos, ni de usurpar
los campos de otro.
No
he manipulado los pesos de la balanza ni su astil.
No
he quitado la leche de la boca del niño.
No
me he apoderado del ganado en los prados.
No
he cogido con lazo las aves destinadas a los dioses.
No
he pescado peces con cadáveres de peces.
No
he obstruido las aguas cuando debían correr.
No
he deshecho las presas puestas al paso de las aguas corrientes.
No
he apagado la llama de un fuego que debía de arder.
No
he violado las reglas de las ofrendas de carne.
No
me he apoderado del ganado perteneciente a los templos de los dioses.
No
he impedido a un dios el manifestarse.
¡Soy
puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro! …”
(Confesión
negativa – el libro de los muertos-.
Plegaria del difunto ante Osiris en el momento del juicio de los
muertos)