Sin
darme cuenta, buda siempre estuvo presente en mi vida. Cuando niño, en la casa vieja había una pequeña
porcelana de color negro que mi tía solía colocar en la parte de atrás de la
nevera. En la casa había porcelanas por todos lados y
era preciso caminar con cuidado para no tropezar con ellas y hacerlas caer. Pero esta ejercía cierta atracción
particular, no era colorida como las demás, no estaba en los lugares propios
para las porcelanas como lo serían el televisor, encima de la nevera, sobre la
cómoda de la habitación o en cuanta mesa o repisa diese espacio para ellas, además era fea, nada de niños besándose,
señoras de faldas largas, imágenes religiosas austeras o animales de pelaje
brillante; esta solo era una pequeña
figura de color negro, de trazos pobremente definidos que representaba un
hombre obeso, cubierto con una túnica trasparente, sentado en el suelo cruzando
cómodamente sus piernas y con un rostro pequeño de ojos rasgados, una sonrisa
de picardía y una calva perfecta, pero lo más curioso es que bajo ella siempre
había pegada una moneda, si mal no estoy de
cinco centavos. Curioso, una vez
pregunte para qué era, y me contestaron que para traer la buena suerte, luego
pregunte quién era él, y escuche por primera vez la palabra BUDA.
Luego
este personaje llegaría nuevamente a mis oídos, pero ya no como un duende de la
fortuna, sino como un recuerdo sagrado en una historia, como un tesoro que
había que rescatar, llegó en la forma de
serie de televisión, una serie que muchos olvidaron pero que en mi dejó una
honda huella, una adaptación del libro “viaje al oeste” llamada monkey magic o
Mako el súper simio, trataba sobre la
búsqueda de los libros sagrados de Buda por parte de cinco peregrinos, el monje
Xuanzang, el cerdo Zho Wuneng, el duende Sha
Sheng, un príncipe dragón en forma de caballo y el rey mono Sun Wukong,
más información aquí. el rey mono, un milenario super héroe
más información aquí. el rey mono, un milenario super héroe
Luego
la figura del buda se iría formando lentamente en lo que podría ser algo
parecido a un dios extranjero, un monje con superpoderes o un santo, gracias a
la información que llegaba de uno y otro
lado.
Finalmente
llegaría un libro que ampliaría y corregiría la concepción del personaje, “el
peregrino kamanita” fue sin lugar a dudas mi primer encuentro con el buda
verdadero.
Más información aquí. cuando yo era budista
Más información aquí. cuando yo era budista
No
supere la prueba, no pude ser un nuevo kamanita. Luego llegaría el diluvio de
las filosofías de la nueva era y finalmente el escepticismo malsano. Buda había quedado atrás, (¿transitoriamente?
no lo sé)
¿Por
qué incluir a este personaje dentro de la tétrada? Sin lugar a dudas Buda nunca fue un dios,
nació como hombre, vivió como hombre y murió como hombre, pero revolcando un poco más su historia, y
gracias a la magia que se da al contar una misma historia por siglos y siglos, finalmente la imagen que quedó de él
perfectamente encaja dentro de la definición,
ante todo lo que se le adjudica, puedo decir que Buda no tiene nada que
envidiar a muchos dioses, y en el mejor de los casos los supera con amplia
ventaja.
Buda
guarda dos conceptos, por un lado es la persona (de la cual hablaremos) y por
otro es el título, en esencia un buda es aquel que ha alcanzado la verdad
suprema, quien ha derrotado las ataduras de la existencia y ha aniquilado su yo
para ser parte del todo, buda es un estado más allá de la vida, mas allá de la
muerte, mas allá de la existencia. Pero
también buda es una personificación, la “encarnación” de dicho estado, y según
algunas tradiciones no es el único, no es el primero y no será el último.
Cuentan
que nuestro buda nació entre el 560 y el
480 antes de cristo. Antes de esto ya había existido otras tantas veces, para
ser preciso esta sería su aparición número 28. Sus vidas anteriores no fueron
tan modestas, en ellas se las daba de gigante, irradiando luz y sabiduría, viviendo en su envoltura carnal por cientos o
miles de años, pero todo eso era permitido y normal, eran las épocas del pasado
remoto, de eras distintas, de mundos que pocos recuerdan y de los cuales solo
nos llega un ligero susurro transformado en mito. Otros afirman que no solo
había vivido estas 28 vidas sino miles de vidas más, experimentando la
existencia de cada ser vivo, desde insectos hasta dioses, aún estaba inmerso en la rueda de las
encarnaciones.
Por
desgracia todo sobre la vida de Buda solo se sabe por tradición oral, los primeros escritos sobre él datan de periodos de 300 a 500 años después de su
muerte, en los primeros siglos se preferían contar las historias a escribirlas,
buscando con ello afianzar el uso de la memoria entre los monjes.
Buda nació
en la zona norte de la india, cerca de los montes Himalaya, hijo del rey Shuddhodana
jefe del reino de los sakia (era necesario que por su cuerpo corriera sangre
noble, sangre de antiguos sacerdotes y dioses, un linaje divino, una dinastía
solar, por ello muchos afirman que Buda fue una de las tantas encarnaciones del
dios Visnú) y de la reina Mayadevi, la cual, la noche de la concepción soñó que
un elefante blanco con 6 colmillos de marfil, descendía del cielo y entraba por
su costado, me queda la duda si esta
concepción fue virginal, pues al parecer la futura madre en ese momento solo dormía.
Entre todo lo mágico una concepción virginal seria lo de menos. Era claro, el niño que nacería sería alguien
especial. La tradición exigía que la reina tuviese al
niño en el reino de su padre, por lo cual poco antes del parto tomó camino a su
casa paterna, pero no alcanzó a llegar, Buda nació una noche de luna llena, en
un jardín y bajo la sombra de un árbol,
y lo más curioso, nacería por un costado de su madre. Al salir del cuerpo de Mayadevi, luego de dar siete pasos exclamaría “he
llegado” (por si quedaba alguna duda entre los asistentes a tan extraño suceso)
La leyenda
cuenta que su madre murió en el momento del parto o pocos días después, y le
encuentro razón, un parto por un costado debe ser complicado, aunque las mismas
fuentes refieren que ella no sintió dolor, solo un estado de increíble
felicidad.
Al
nacer Siddhartha (así fue llamado) fue visitado por un sabio ermitaño, el cual
luego de examinar al bebe y notar ciertas marcas características en su cuerpo,
profetizó que, o bien el niño sería un gran rey o se convertiría en un gran
asceta, todo dependía si ante él se exponía la miseria humana. El rey no contento con esto, convocó a 8
sabios para que predijeran el futuro de su hijo, la mitad dijo que rey la otra
mitad que santo, solo el último, un joven y despistado brahaman que llegaría tarde
aseguraría que Siddhartha se convertiría en santo, esto le valió la fama.
El rey
como todo buen padre, prefería ver a su hijo convertido en un gran gobernante y no en un santo, por ello decidió adecuar
tres palacios con todas las comodidades evitando que la desgracia y el dolor se
hicieran presentes ante su hijo. El niño
fue criado por su tía Mahapajapati, y
según como cuentan las cosas, su infancia y juventud fueron envidiables, rodeado de lujos y comodidades, alejado de
todo tipo de sufrimiento, inmerso en las delicias de la sentidos.
A los 16 años el rey arreglo el matrimonio de
su hijo con su prima Yashodhara, mujer de la cual se enamoraría perdidamente,
con la cual extendería su luna de miel por años, ajenos a todo, sumergidos en
su deseo y su amor. Pero todo tiene un final, en vísperas de su gran cambio
tendría un hijo, lo llamaría Rahula y al tomarlo en sus brazos comentó: “este niño será mi traba, quien me amarrará a
este mundo, quien me mantendrá atado a
esta vida,” era claro que las dudas
empezaban a agobiar al joven Siddhartha. A los 29 años Siddhartha en una de las salidas del palacio (las cuales
su padre había tratado evitar), cuando se encaminaba a reunirse con algunos de sus
súbditos, mientras recorría los jardines
del palacio, pasó cerca de un anciano, que sentado a un lado del camino imploró su caridad; extrañado preguntó a su cochero y primo quien o qué era
él, ¿era un humano? y si lo era ¿por qué había
nacido así? ¿con aquella extraña y
endeble apariencia?. Este respondió que
todos los hombres, si vivían lo
suficiente llegarían a este estado, envejecían, la juventud y la belleza no
eran eternas. Este fue el primer
encuentro del futuro buda.
El
segundo encuentro ocurrió al llegar a una ciudad, a la entrada estaba un hombre
tirado en el camino, con las manos en su abdomen se retorcía y gritaba de
dolor, Siddhartha se acercó a preguntar qué le ocurría, pero este ignoró sus
preguntas inmerso en su desgracia. Nuevamente el joven preguntó a su compañero
qué era lo que pasaba, y este respondió que aquel hombre estaba enfermo, tenía
la sangre envenenada y se consumía en fiebre, la enfermedad era algo inevitable
en la naturaleza humana.
El
tercer encuentro ocurrió cuando camino a su palacio vio a lo lejos una
procesión fúnebre y a lo lejos una pira, Siddhartha se extrañó por la
apariencia del cuerpo, quieto y espástico, y mayor fue su asombro cuando vio
que era arrojado a las llamas acompasado por el llanto de sus familiares. Preguntó a su primo que era lo que pasaba, este ya perplejo ante la obviedad, respondió
que aquel hombre estaba muerto, todos
los seres vivos en algún momento tendrían que morir y nada ni nadie podía detener ese proceso.
Siddhartha
quedó meditabundo y confuso, enfermedad, vejez y muerte parecían ser el fin y
naturaleza del ser humano, y esto no le agrado; por días meditó sobre esta
cruel cuestión buscando la respuesta para librarse de este destino, finalmente mientras recorría la
ciudad vio a un hombre vestido con una toga raída, calvo y delgado, pero con una expresión de felicidad
y serenidad en su rostro que asombró al joven.
¿Quién es él? Preguntó (nuevamente)
a su acompañante; es un monje,
habitan en el templo o a la intemperie, viven de las limosnas y predican
enseñanzas para estar bien consigo mismo.
Este fue el cuarto encuentro, en el cual el príncipe creyó encontrar la solución al dilema del dolor
humano.
Una
vez llega a su palacio toma la decisión de renunciar a todo y convertirse en un
monje, solo ese camino podría brindarle la solución a la duda que le
atormentaba, y en una noche de verano,
entra en la habitación de su esposa, y desde la puerta observa como yace
dormida junto a su hijo recién nacido. Inmerso en sus pensamientos decide no
despedirse, de hacerlo sería incapaz de emprender su viaje, da media vuelta, monta su caballo y ayudado por los dioses que silencian
los cascos y adormecen los guardias del
castillo escapa de su hogar dejando atrás su reino, su esposa y su hijo. (Suceso
muy mal visto por los defensores de la
unidad familiar, pero grandes acciones
requieren grandes sacrificios). Al salir
del castillo el dios de la tentación, Mara, se interpone, le dice que él está destinado a gobernar un gran imperio, le aconseja regresar
a su hogar y a cambio le promete poderes
inconmensurables, Siddhartha lo ignora y sigue su camino.
Por
algún tiempo lleva la vida de un monje, viviendo de las limosnas, meditando y
haciendo ayuno, siguiendo las enseñanzas de dos gurús, pero este tipo de vida
no le convence pues la iluminación le es esquiva, por lo cual con un grupo de cinco monjes decide llevar sus
acciones a niveles extremos; consideran
que el impedimento de la iluminación es el mismo cuerpo y como tal es necesario
mortificarlo para que este pierda su poder ante la mente. Se convierte en un asceta, un hombre practicante
de la austeridad extrema; consume al día ocasionalmente solo una hoja o una nuez,
bebe su orina, duerme sobre clavos y se martiriza, entra en un estado caquéctico, a tal punto que
pone en riesgo su propia vida cuando por
poco muere ahogado producto de su debilidad al
intentar bañarse en un río, al salvarse de esta y quedar agonizante a un lado del
camino, tiene una visión, un
recuerdo de su niñez, se ve siendo llevado por su padre a un festival de la cosecha, todo es alegría, recuerda que
en aquel entonces, aun siendo un niño pudo entender la esencia de la
naturaleza, todo se relacionaba en perfecta
armonía, aquel día sin saberlo había
permanecido apacible bajo la sombra de un árbol, en postura de loto, ajeno al
paso del sol y las horas degustado el existir. Al rememorar esto y ver su
estado actual se percata que este no es el camino para la iluminación, una joven que pasa cerca y al verlo casi muerto
le ofrece un plato de arroz,
Siddhartha lo recibe y come, no
es necesario negar el cuerpo, lo necesita para hallar sus respuestas. Decide abandonar el grupo de ascetas, los
cuales le desprecian por su falta de
perseverancia.
Gracias
a estas experiencias ha comprendido que ninguno de los dos extremos llevará a la solución de sus dudas, ni el ascetismo extremo ni el
libertinaje son el sendero, además consideraba que ya sabía todo lo que un monje podía
saber, no había un maestro que
le superara. Decide que era hora de
abandonar la búsqueda de respuestas en
el exterior, ahora tenía que encontrarlas en su interior. Luego de recuperarse de su precario estado,
en una noche de luna llena se sienta bajo una higuera, el árbol Bodhi, y
promete no levantarse de allí hasta que encuentre la iluminación. A sus treinta y cinco años y durante 49 días permanece Siddhartha bajo el árbol en estado
de meditación, allí nuevamente es tentado en la primera noche por el dios
demonio Mara, el cual, primero envía una
hueste de sus ejércitos demoniacos con la orden de aniquilar al príncipe, pero
estos pierden la batalla, todos sus ataques se convierten en pétalos de flores
que cubren el árbol de la sabiduría; ante este fracaso el demonio envía a sus
tres hijas: el deseo, la ternura y la voluptuosidad, pero Siddhartha es
inamovible, a tal punto que las tres tentaciones se postran a sus pies
reconociendo su poder. Molesto, Mara le pregunta
con qué derecho pretende convertirse en un iluminado, Siddhartha baja una mano
y deja que uno de sus dedos toque la tierra... ella es quien le da el derecho, un
fuerte temblor sacude el lugar y Mara y sus demonios desaparecen. Cuando el
lucero matutino aún está en el firmamento y antes que los rayos del sol
aparezcan proclama:
“mi mente esta en paz”
el árbol Bodhi derrama flores sobre él, se ha convertido en Buda.
“mi mente esta en paz”
el árbol Bodhi derrama flores sobre él, se ha convertido en Buda.
La cuarta semana
de meditación avanza hacia el santo una tormenta, es cuando de la tierra brota
una serpiente, Muchalinda, el rey de los nagas, quien sube por su cuerpo y con
sus múltiples cabezas de cobra cubre el
cuerpo evitando que la lluvia lo
moleste. Después de la tormenta el rey
serpiente convertido en un hombre, hace una reverencia ante el buda y
regresa a su reino. Es en este
punto en donde muchos de los iluminados entran al nirvana, indiferentes al
resto de la humanidad, Buda lo medita y
decide no guardarse su secreto sino enseñarlo a los demás para que estos puedan
liberarse de la cadena de sufrimiento que conlleva el estar vivo, nace el
budismo. Después de esto y hasta su último
día de vida a los 80 años lleva una vida de peregrinaje enseñando el camino de
la verdad y la salvación. Miles de personas se convierten en sus discípulos y se forman diversas comunidades budistas. El
buda en sus peregrinajes encuentra de nuevo a sus antiguos amigos a los cuales
les enseña su doctrina, permitiéndoles convertirse en arhats, nuevos iluminados,
seres que se libraron de la cadena de renacimientos. Buda regresa a su reino, (que años después
será arrasado por un imperio enemigo,
ante esto el buda guarda silencio, la tristeza lo embarga, a pesar de ser el
iluminado también era un humano, y sabía que no podía hacer nada) antes de la
muerte de su padre, a quien convierte en arhat. Sus familiares y su hijo se
convierten en discípulos, según algunos,
su esposa de primerazo no acepta de muy
buen gusto a su prófugo marido, pero luego de verlo convertido en lo que es, y
en vista que no había nada que hacer se une a una orden de monjas para
finalmente convertirse también en un arhat. Fue una de las monjas principales y
murió a los 78 años siguiendo en la locura, destino a su antiguo marido.
Hay que resaltar que a pesar de todo lo iluminado que Buda fuese, durante
varios años no compartió la idea de un “apostolado” femenino, fue después de
los ruegos de su tía y madre adoptiva, que cedería en su decisión y se crearían
las órdenes monásticas de mujeres budistas.
Finalmente
Buda presiente su muerte e informa de esto a sus súbditos, su ultimo día recibe la comida de manos de un herrero
llamado Cunda, después de ello, cae gravemente enfermo (dicen que producto de
una indigestión, otros de un infarto mesentérico y otros de una intoxicación
alimentaria) la idea es que esto le llevara a la muerte, no sin antes calmar al
pobre anfitrión explicándole que eso era lo que estaba destinado a ocurrir y le
agradece por haber sido él quien le obsequiase su ultimo alimento. Reúne a sus principales discípulos, les
pregunta tranquilamente si tienen alguna duda (como cuando un profesor cierra
un tema) nadie contesta. Antes de morir da sus últimas palabras
“todas las cosas individuales pasaran, esfuércense en su salvación, sin descanso”. Los arboles bajo los que yace su cuerpo florecen y dejan caer sus flores
en señal de veneración. El buda había
muerto, no renacería nunca más, no lo necesitaba. Su cuerpo es cremado y sus
cenizas distribuidas como reliquias.
La
vida de Buda no estuvo exenta de milagros, acciones que él mismo reprochaba y
que solo realizaba cuando era absolutamente necesario, sobra decir que el más
extraño de ellos sería su concepción y nacimiento, su retiro bajo el árbol Bodhi
también clasificaría como tal. Se le
atribuyen el poder de cambiar de tamaño, desde gigante (como en sus vidas
pasadas) hasta el de una hormiga,
caminar sobre el agua, desplazar los ríos para caminar sobre terreno
seco, emanar fuego y agua a la vez de su
cuerpo, multiplicar su ser en miles o
millones de budas que viajaban a dimensiones celestiales a predicar su
doctrina (todos estos poderes reflejados en la historia del rey simio, su avatar
perfecto) y sería por este medio como se encontraría de nuevo con su madre, convertida en una diosa y quien acataría sus
enseñanzas. y otros milagros menos
extraordinarios como convertir en agua potable fuentes inmundas, domar animales
salvajes como elefantes asesinos enviados por envidiosos enemigos, la telepatía
y la clarividencia.
Lo que
pasa después de la muerte de Buda siempre trato de ignorarlo, sé que
inevitablemente todo caerá en el artificio de la religiosidad, aunque ironicamente la misma historia del Buda es producto de esta religiosidad, paradojas que
muchas veces gustamos pasar por alto.
Siempre
he considerado que todo lo que se dice de él es falso; su nacimiento, su
paradisiaca vida juvenil, su despertar y su peregrinaje cuasi mágico solo son
bonitas leyendas. Sin ningún argumento para sostenerlo, creo que Buda solo fue un hombre que planteó
un interrogante al cual supo dar respuesta. En todo hecho que implique
un encuentro con uno mismo, un enlace con lo espiritual, es necesario echar
mano de toda aquella parafernalia sobrenatural y más que necesario es justo y
adecuado (otra paradoja) es la única forma en la cual el mensaje puede ser
debidamente estructurado.
Aquella
noche bajo el árbol Bodhi Buda dedujo las llamadas cuatro verdades y con base
en ellas postuló el sendero medio
La primera
verdad es que la naturaleza de la vida es el sufrimiento.
La segunda
verdad dice que el origen del sufrimiento es el deseo o la sed de vivir
acompañado de todas las pasiones y apegos.
La tercera
verdad proclama que el sufrimiento puede
extinguirse eliminando la causa, eliminando la necesidad de deseo y apego.
La cuarta
verdad asegura que para eliminar la causa del sufrimiento es necesario seguir el noble camino, el sendero medio o
camino óctuple:
Comprensión
o entendimiento correcto de la realidad.
El
pensamiento y la intención correcta.
El
hablar correcto.
El
correcto actuar.
El
recto sustento o modo de vida.
El
esfuerzo mental correcto.
La
contemplación o atención correcta.
La
concentración o mediación correcta.
Buda y
su doctrina trascienden la divinidad, la tornan obsoleta, a pesar de estar
inmerso en escenario celestiales, secundado por dioses y demonios, estos al
final de cuentas solo son actores secundarios de la trama central, Dios en su
concepto más amplio, superando el
panteísmo regional, se convierte en una fuerza superflua, supeditada al deseo,
innecesaria, Buda no necesita de Dios, Buda no quiere ser dios. Los pilares de otras religiones como lo son
el destino después de la muerte, la incógnita del mas allá, en el budismo
pierden relevancia, qué es la duda a mi destino después de esta vida si no el
eterno temor al no existir, el sufrimiento que se desencadena al saber que ya
no seremos, el deseo de siempre ser lo que somos y estar donde estamos con
aquello que queremos, para Buda el
mañana no importa, solo existe el ahora.
El
budismo en algún momento llamó mi atención, en el no hay dogmas (al menos como
yo lo entiendo) no hay premios ni castigos, no hay promesas paradisiacas, induce
a la duda, a replantear lo que se considera como verdad. Buda solo explicó un
camino de muchos posibles para hallar la respuesta a una pregunta, nos enseñó
el proceso y lo necesario del error,
Buda falló como cualquier humano.
Pero la meta primordial del budismo, la esencia de su ser, el hecho de ser un buda como tal no deja de aterrarme, la idea de disolver lo que soy, de calmar y callar mi mente, en ocasiones me resulta aterrador, el nirvana se me asemeja a una muerte perfecta, el silencio que entra en armonía con el universo, y hoy no quiero ser silencio ni diluirme en el todo, si ya dejo de ser lo que soy ¿entonces que soy?
Pero la meta primordial del budismo, la esencia de su ser, el hecho de ser un buda como tal no deja de aterrarme, la idea de disolver lo que soy, de calmar y callar mi mente, en ocasiones me resulta aterrador, el nirvana se me asemeja a una muerte perfecta, el silencio que entra en armonía con el universo, y hoy no quiero ser silencio ni diluirme en el todo, si ya dejo de ser lo que soy ¿entonces que soy?
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