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jueves, 25 de febrero de 2016

TETRADA DIVINA parte 2: Buda, el hombre que no quiso ser dios.


Sin darme cuenta, buda siempre estuvo presente en mi vida.  Cuando niño, en la casa vieja había una pequeña porcelana de color negro que mi tía solía colocar en la parte de atrás de la nevera.   En la casa había porcelanas por todos lados y era preciso caminar con cuidado para no tropezar con ellas y hacerlas caer.  Pero esta ejercía cierta atracción particular, no era colorida como las demás, no estaba en los lugares propios para las porcelanas como lo serían el televisor, encima de la nevera, sobre la cómoda de la habitación o en cuanta mesa o repisa diese espacio para ellas,  además era fea, nada de niños besándose, señoras de faldas largas, imágenes religiosas austeras o animales de pelaje brillante;  esta solo era una pequeña figura de color negro, de trazos pobremente definidos que representaba un hombre obeso, cubierto con una túnica trasparente, sentado en el suelo cruzando cómodamente sus piernas y con un rostro pequeño de ojos rasgados, una sonrisa de picardía y una calva perfecta, pero lo más curioso es que bajo ella siempre había pegada una moneda, si mal no estoy de cinco centavos.  Curioso, una vez pregunte para qué era, y me contestaron que para traer la buena suerte, luego pregunte quién era él, y escuche por primera vez la palabra BUDA.



Luego este personaje llegaría nuevamente a mis oídos, pero ya no como un duende de la fortuna, sino como un recuerdo sagrado en una historia, como un tesoro que había que rescatar,  llegó en la forma de serie de televisión, una serie que muchos olvidaron pero que en mi dejó una honda huella, una adaptación del libro “viaje al oeste” llamada monkey magic o Mako el súper simio, trataba sobre  la búsqueda de los libros sagrados de Buda por parte de cinco peregrinos, el monje Xuanzang, el cerdo Zho Wuneng, el duende Sha  Sheng, un príncipe dragón en forma de caballo y el rey mono Sun Wukong, 
más información aquí. el rey mono, un milenario super héroe

Luego la figura del buda se iría formando lentamente en lo que podría ser algo parecido a un dios extranjero, un monje con superpoderes o un santo, gracias a la información que llegaba  de uno y otro lado.

Finalmente llegaría un libro que ampliaría y corregiría la concepción del personaje, “el peregrino kamanita” fue sin lugar a dudas mi primer encuentro con el buda verdadero.  
Más información aquí. cuando yo era budista

No supere la prueba, no pude ser un nuevo kamanita. Luego llegaría el diluvio de las filosofías de la nueva era y finalmente el escepticismo malsano.  Buda había quedado atrás, (¿transitoriamente? no lo sé)

¿Por qué incluir a este personaje dentro de la tétrada?    Sin lugar a dudas Buda nunca fue un dios, nació como hombre, vivió como hombre y murió como hombre,  pero revolcando un poco más su historia, y gracias a la magia que se da al contar una misma historia por siglos y siglos,  finalmente la imagen que quedó de él perfectamente encaja dentro de la definición,  ante todo lo que se le adjudica, puedo decir que Buda no tiene nada que envidiar a muchos dioses, y en el mejor de los casos los supera con amplia ventaja.

Buda guarda dos conceptos, por un lado es la persona (de la cual hablaremos) y por otro es el título, en esencia un buda es aquel que ha alcanzado la verdad suprema, quien ha derrotado las ataduras de la existencia y ha aniquilado su yo para ser parte del todo, buda es un estado más allá de la vida, mas allá de la muerte, mas allá de la existencia.   Pero también buda es una personificación, la “encarnación” de dicho estado, y según algunas tradiciones no es el único, no es el primero y no será el último. 

Cuentan que  nuestro buda nació entre el 560 y el 480 antes de cristo. Antes de esto ya había existido otras tantas veces, para ser preciso esta sería su aparición número 28. Sus vidas anteriores no fueron tan modestas, en ellas se las daba de gigante, irradiando luz y sabiduría,  viviendo en su envoltura carnal por cientos o miles de años, pero todo eso era permitido y normal, eran las épocas del pasado remoto, de eras distintas, de mundos que pocos recuerdan y de los cuales solo nos llega un ligero susurro transformado en mito. Otros afirman que no solo había vivido estas 28 vidas sino miles de vidas más, experimentando la existencia de cada ser vivo, desde insectos hasta dioses,  aún estaba inmerso en la rueda de las encarnaciones.

Por desgracia todo sobre la vida de Buda solo se sabe por tradición oral,  los primeros escritos sobre él datan de  periodos de 300 a 500 años después de su muerte, en los primeros siglos se preferían contar las historias a escribirlas, buscando con ello afianzar el uso de la memoria entre los monjes.

Buda nació en la zona norte de la india, cerca de los montes Himalaya, hijo del rey Shuddhodana jefe del reino de los sakia (era necesario que por su cuerpo corriera sangre noble, sangre de antiguos sacerdotes y dioses, un linaje divino, una dinastía solar, por ello muchos afirman que Buda fue una de las tantas encarnaciones del dios Visnú)   y de la reina Mayadevi,  la cual, la noche de la concepción soñó que un elefante blanco con 6 colmillos de marfil, descendía del cielo y entraba por su costado, me queda la duda  si esta concepción fue virginal, pues al parecer la futura madre  en ese momento solo dormía. Entre todo lo mágico una concepción virginal seria lo de menos.  Era claro, el niño que nacería sería alguien especial.   La tradición exigía que la reina tuviese al niño en el reino de su padre, por lo cual poco antes del parto tomó camino a su casa paterna, pero no alcanzó a llegar, Buda nació una noche de luna llena, en un jardín y bajo la sombra de un árbol,  y lo más curioso, nacería por un costado de su madre.  Al salir del cuerpo de Mayadevi,  luego de dar siete pasos exclamaría   “he llegado” (por si quedaba alguna duda entre los asistentes a tan extraño suceso)


La leyenda cuenta que su madre murió en el momento del parto o pocos días después, y le encuentro razón, un parto por un costado debe ser complicado, aunque las mismas fuentes refieren que ella no sintió dolor, solo un estado de increíble felicidad.

Al nacer Siddhartha (así fue llamado) fue visitado por un sabio ermitaño, el cual luego de examinar al bebe y notar ciertas marcas características en su cuerpo, profetizó que, o bien el niño sería un gran rey o se convertiría en un gran asceta, todo dependía si ante él se exponía la miseria humana.  El rey no contento con esto, convocó a 8 sabios para que predijeran el futuro de su hijo, la mitad dijo que rey la otra mitad que santo,  solo el último, un  joven y despistado brahaman que llegaría tarde aseguraría que Siddhartha se convertiría en santo, esto le valió la fama.

El rey como todo buen padre, prefería ver a su hijo convertido en  un gran gobernante  y no en un santo, por ello decidió adecuar tres palacios con todas las comodidades evitando que la desgracia y el dolor se hicieran presentes ante su hijo.  El niño fue criado por su tía  Mahapajapati, y según como cuentan las cosas, su infancia y juventud fueron envidiables, rodeado de lujos y comodidades, alejado de todo tipo de sufrimiento, inmerso en las delicias de la sentidos.  


A los 16 años el rey arreglo el matrimonio de su hijo con su prima Yashodhara, mujer de la cual se enamoraría perdidamente, con la cual extendería su luna de miel por años, ajenos a todo, sumergidos en su deseo y su amor. Pero todo tiene un final, en vísperas de su gran cambio tendría   un hijo, lo llamaría Rahula y al tomarlo en sus brazos comentó:  “este niño será mi traba, quien me amarrará a este mundo,  quien me mantendrá atado a esta vida,” era claro que  las dudas empezaban a agobiar al joven Siddhartha. A los 29 años Siddhartha  en una de las salidas del palacio (las cuales su padre había tratado  evitar), cuando  se encaminaba a reunirse con algunos de sus súbditos,  mientras recorría los jardines del palacio, pasó cerca de un anciano, que sentado a un lado del camino  imploró su caridad; extrañado  preguntó a su cochero y primo quien o qué era él,  ¿era un humano? y si lo era ¿por qué   había nacido así? ¿con aquella  extraña y endeble apariencia?.  Este respondió que todos los hombres,  si vivían lo suficiente llegarían a este estado, envejecían, la juventud y la belleza no eran eternas.  Este fue el primer encuentro del futuro buda.

El segundo encuentro ocurrió al llegar a una ciudad, a la entrada estaba un hombre tirado en el camino, con las manos en su abdomen se retorcía y gritaba de dolor, Siddhartha se acercó a preguntar qué le ocurría, pero este ignoró sus preguntas inmerso en su desgracia. Nuevamente el joven preguntó a su compañero qué era lo que pasaba, y este respondió que aquel hombre estaba enfermo, tenía la sangre envenenada y se consumía en fiebre, la enfermedad era algo inevitable en la naturaleza humana.

El tercer encuentro ocurrió cuando camino a su palacio vio a lo lejos una procesión fúnebre y a lo lejos una pira, Siddhartha se extrañó por la apariencia del cuerpo, quieto y espástico, y mayor fue su asombro cuando vio que era arrojado a las llamas acompasado por el llanto de sus familiares.  Preguntó a su primo que era lo que pasaba,  este ya perplejo ante la obviedad, respondió que aquel hombre estaba muerto,  todos los seres vivos en algún momento tendrían que morir  y nada ni nadie podía detener ese proceso.

Siddhartha quedó meditabundo y confuso, enfermedad, vejez y muerte parecían ser el fin y naturaleza del ser humano, y esto no le agrado; por días meditó sobre esta cruel cuestión buscando la respuesta para librarse de este  destino, finalmente mientras recorría la ciudad vio a un hombre vestido con una toga raída, calvo y  delgado, pero con una expresión de felicidad y serenidad en su rostro que asombró al joven.  ¿Quién es él? Preguntó (nuevamente)  a su acompañante;  es un monje, habitan en el templo o a la intemperie, viven de las limosnas y predican enseñanzas para estar bien consigo mismo.  Este fue el cuarto encuentro, en el cual el príncipe  creyó  encontrar la solución al dilema del dolor humano.

Una vez llega a su palacio toma la decisión de renunciar a todo y convertirse en un monje, solo ese camino podría brindarle la solución a la duda que le atormentaba,  y en una noche de verano, entra en la habitación de su esposa, y desde la puerta observa como yace dormida junto a su hijo recién nacido. Inmerso en sus pensamientos decide no despedirse, de hacerlo sería incapaz de emprender su viaje, da media vuelta,  monta su caballo y ayudado por los dioses que silencian los cascos  y adormecen los guardias del castillo escapa de su hogar dejando atrás su reino, su esposa y su hijo. (Suceso  muy mal visto por los defensores de la unidad familiar,  pero grandes acciones requieren grandes sacrificios).  Al salir del castillo el dios de la tentación, Mara, se interpone,  le dice que él está destinado a  gobernar un gran imperio, le aconseja regresar a su hogar y a cambio le promete poderes inconmensurables, Siddhartha lo ignora y sigue su camino.


Por algún tiempo lleva la vida de un monje, viviendo de las limosnas, meditando y haciendo ayuno, siguiendo las enseñanzas de dos gurús, pero este tipo de vida no le convence pues la iluminación le es esquiva, por lo cual con un  grupo de cinco monjes decide llevar sus acciones a niveles extremos;  consideran que el impedimento de la iluminación es el mismo cuerpo y como tal es necesario mortificarlo para que este pierda su poder ante la mente.  Se convierte en un asceta, un hombre practicante de la austeridad extrema; consume al día ocasionalmente solo una hoja o una nuez, bebe su orina, duerme sobre clavos y se martiriza,  entra en un estado caquéctico, a tal punto que pone en riesgo su propia vida cuando por poco muere ahogado producto de su debilidad al  intentar bañarse en un río, al salvarse de esta y quedar agonizante a un lado del camino, tiene una visión, un recuerdo de su niñez, se ve siendo llevado por su padre a un festival de la cosecha, todo es alegría, recuerda que en aquel entonces, aun siendo un niño pudo entender la esencia de la naturaleza,  todo se relacionaba en perfecta armonía,  aquel día sin saberlo había permanecido apacible bajo la sombra de un árbol, en postura de loto, ajeno al paso del sol y las horas degustado el existir. Al rememorar esto y ver su estado actual se percata que este no es el camino para la iluminación,  una joven que pasa cerca y al verlo casi muerto le ofrece un plato de arroz,  Siddhartha  lo recibe y come, no es necesario negar el cuerpo, lo necesita para hallar sus respuestas.  Decide abandonar el grupo de ascetas, los cuales le  desprecian por su falta de perseverancia. 
 

Gracias a estas experiencias ha comprendido que ninguno de los dos extremos  llevará a la solución  de sus dudas, ni el ascetismo extremo ni el libertinaje son el sendero, además consideraba que ya sabía todo lo que un monje podía saber,  no había un maestro que le superara. Decide que  era hora de abandonar la  búsqueda de respuestas en el exterior, ahora tenía que encontrarlas en su interior.   Luego de recuperarse de su precario estado, en una noche de luna llena se sienta bajo una higuera, el árbol Bodhi, y promete no levantarse de allí hasta que encuentre la iluminación.  A sus treinta y cinco años y durante 49 días  permanece Siddhartha bajo el árbol en estado de meditación, allí nuevamente es tentado en la primera noche  por el dios demonio Mara, el cual,  primero envía una hueste de sus ejércitos demoniacos con la orden de aniquilar al príncipe, pero estos pierden la batalla, todos sus ataques se convierten en pétalos de flores que cubren el árbol de la sabiduría; ante este fracaso el demonio envía a sus tres hijas: el deseo, la ternura y la voluptuosidad, pero Siddhartha es inamovible, a tal punto que las tres tentaciones se postran a sus pies reconociendo su poder.  Molesto,  Mara le pregunta con qué derecho pretende convertirse en un iluminado, Siddhartha baja una mano y deja que uno de sus dedos toque la tierra... ella es quien le da el derecho, un fuerte temblor sacude el lugar y Mara y sus demonios desaparecen. Cuando el lucero matutino aún está en el firmamento y antes que los rayos del sol aparezcan proclama: 
“mi mente esta en paz”
el  árbol Bodhi derrama flores sobre él, se ha convertido en  Buda.  


La cuarta semana de meditación avanza hacia el santo una tormenta, es cuando de la tierra brota una serpiente, Muchalinda, el rey de los nagas, quien sube por su cuerpo y con sus múltiples cabezas  de cobra cubre el cuerpo  evitando que la lluvia lo moleste.  Después de la tormenta el rey serpiente convertido en un hombre, hace una reverencia ante el buda  y  regresa a su reino.  Es en este punto en donde muchos de los iluminados entran al nirvana, indiferentes al resto de la humanidad, Buda lo medita  y decide no guardarse su secreto sino enseñarlo a los demás para que estos puedan liberarse de la cadena de sufrimiento que conlleva el estar vivo, nace el budismo.  Después de esto y hasta su último día de vida a los 80 años lleva una vida de peregrinaje enseñando el camino de la verdad y la salvación. Miles de personas se convierten en sus discípulos  y se forman diversas comunidades budistas. El buda en sus peregrinajes encuentra de nuevo a sus antiguos amigos a los cuales les enseña su doctrina, permitiéndoles convertirse en arhats, nuevos iluminados, seres que se libraron de la cadena de renacimientos.  Buda regresa a su reino, (que años después será arrasado por un imperio  enemigo, ante esto el buda guarda silencio, la tristeza lo embarga, a pesar de ser el iluminado también era un humano, y sabía que no podía hacer nada) antes de la muerte de su padre, a quien convierte en arhat. Sus familiares y su hijo se convierten en discípulos,  según algunos,  su esposa de primerazo no acepta de muy buen gusto a su prófugo marido, pero luego de verlo convertido en lo que es, y en vista que no había nada que hacer se une a una orden de monjas para finalmente convertirse también en un arhat. Fue una de las monjas principales y murió a los 78 años siguiendo en la locura, destino a su antiguo marido. Hay que resaltar que a pesar de todo lo iluminado que Buda fuese, durante varios años no compartió la idea de un “apostolado” femenino, fue después de los ruegos de su tía y madre adoptiva, que cedería en su decisión y se crearían las órdenes monásticas de mujeres budistas.

Finalmente Buda presiente su muerte e informa de esto a sus súbditos, su ultimo día  recibe la comida de manos de un herrero llamado Cunda, después de ello, cae gravemente enfermo (dicen que producto de una indigestión, otros de un infarto mesentérico y otros de una intoxicación alimentaria) la idea es que esto le llevara a la muerte, no sin antes calmar al pobre anfitrión explicándole que eso era lo que estaba destinado a ocurrir y le agradece por haber sido él quien le obsequiase su ultimo alimento.  Reúne a sus principales discípulos, les pregunta tranquilamente si tienen alguna duda (como cuando un profesor cierra un tema) nadie contesta.  Antes de morir da sus últimas palabras “todas las cosas individuales pasaran, esfuércense en su salvación, sin descanso”. Los arboles bajo los que yace su cuerpo florecen y dejan caer sus flores en señal de veneración.  El buda había muerto, no renacería nunca más, no lo necesitaba. Su cuerpo es cremado y sus cenizas distribuidas como reliquias.


La vida de Buda no estuvo exenta de milagros, acciones que él mismo reprochaba y que solo realizaba cuando era absolutamente necesario, sobra decir que el más extraño de ellos sería su concepción y nacimiento, su retiro bajo el árbol Bodhi también clasificaría como tal.  Se le atribuyen el poder de cambiar de tamaño, desde gigante (como en sus vidas pasadas) hasta el de  una hormiga, caminar sobre el agua, desplazar los ríos para caminar sobre terreno seco,  emanar fuego y agua a la vez de su cuerpo,  multiplicar su ser en miles o millones de budas que viajaban a dimensiones celestiales a predicar su doctrina (todos estos poderes reflejados en la historia del rey simio, su avatar perfecto) y sería por este medio como se encontraría de nuevo con su madre,  convertida en una diosa y quien acataría sus enseñanzas.  y otros milagros menos extraordinarios como convertir en agua potable fuentes inmundas, domar animales salvajes como elefantes asesinos enviados por envidiosos enemigos, la telepatía y la clarividencia.

Lo que pasa después de la muerte de Buda siempre trato de ignorarlo, sé que inevitablemente todo caerá en el artificio de la religiosidad, aunque ironicamente la misma historia del Buda es producto de esta religiosidad, paradojas que muchas veces gustamos pasar por alto.

Siempre he considerado que todo lo que se dice de él es falso; su nacimiento, su paradisiaca vida juvenil, su despertar y su peregrinaje cuasi mágico solo son bonitas leyendas. Sin ningún argumento para sostenerlo,  creo que Buda solo fue un hombre que planteó un interrogante  al cual supo dar respuesta. En todo hecho que implique un encuentro con uno mismo, un enlace con lo espiritual, es necesario echar mano de toda aquella parafernalia sobrenatural y más que necesario es justo y adecuado (otra paradoja)  es la única forma en la cual el mensaje puede ser debidamente estructurado.

Aquella noche bajo el árbol Bodhi Buda dedujo las llamadas cuatro verdades y con base en ellas postuló el sendero medio

La primera verdad es que la naturaleza de la vida es el sufrimiento.
La segunda verdad dice que el origen del sufrimiento es el deseo o la sed de vivir acompañado de todas las pasiones y apegos.
La tercera verdad proclama que el  sufrimiento puede extinguirse eliminando la causa, eliminando la necesidad de deseo y  apego.
La cuarta verdad asegura que para eliminar la causa del sufrimiento es necesario  seguir el noble camino, el sendero medio o camino óctuple:

Comprensión o entendimiento correcto de la realidad.
El pensamiento y la intención correcta.
El hablar correcto.
El correcto actuar.
El recto sustento o modo de vida.
El esfuerzo mental correcto.
La contemplación o atención correcta.
La concentración o mediación  correcta.

Buda y su doctrina trascienden la divinidad, la tornan obsoleta, a pesar de estar inmerso en escenario celestiales, secundado por dioses y demonios, estos al final de cuentas solo son actores secundarios de la trama central, Dios en su concepto  más amplio, superando el panteísmo regional, se convierte en una fuerza superflua, supeditada al deseo, innecesaria, Buda no necesita de Dios, Buda no quiere ser dios.  Los pilares de otras religiones como lo son el destino después de la muerte, la incógnita del mas allá, en el budismo pierden relevancia, qué es la duda a mi destino después de esta vida si no el eterno temor al no existir, el sufrimiento que se desencadena al saber que ya no seremos, el deseo de siempre ser lo que somos y estar donde estamos con aquello que queremos,  para Buda el mañana no importa, solo existe el ahora.


El budismo en algún momento llamó mi atención, en el no hay dogmas (al menos como yo lo entiendo) no hay premios ni castigos, no hay promesas paradisiacas, induce a la duda, a replantear lo que se considera como verdad. Buda solo explicó un camino de muchos posibles para hallar la respuesta a una pregunta, nos enseñó el proceso y  lo necesario del error, Buda falló como cualquier humano. 

Pero la meta primordial del budismo, la esencia de su ser, el hecho de ser un buda como tal no deja de aterrarme, la idea de disolver lo que soy, de calmar y callar mi mente, en ocasiones me resulta aterrador, el nirvana se me asemeja a una muerte perfecta, el silencio que entra en armonía con el universo, y hoy no quiero ser silencio ni diluirme en el todo, si ya dejo de ser lo que soy ¿entonces que soy?







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