La pony malta nos ha acompañado
desde tiempo inmemoriales; cuentan las
leyendas muiscas que los caciques en los días de solsticio frecuentaban bañar
el cuerpo de sus doncellas en burbujeante y carmín liquido de malta, y que su
símbolo, el caballito rampante, fue el
que confundió a los nativos cuando ingenuamente consideraron los jinetes españoles con enviados
celestiales.
Pero sin necesidad de ir más
lejos podemos decir que la pony malta es la bebida más importante en el
territorio nacional; por sus múltiples cualidades nos sirve para
todo. Si estamos enfermos de la
barriga o ahítos y con gases nada mejor
que una pony malta para la mejoría. Ni
el Ensure, ni las dietas balanceadas ni mucho menos el Herbalife y sus congéneres
“life” suplen las necesidades energéticas de las personas convalecientes en los
hospitales, no hay nada que reconforte a un enfermo que una pony malta con un par de galletas Ducales. Gracias a sus componentes altos en carbohidratos
y enzimas enzimáticas es el remplazo ideal cuando la plata no alcanza para un
almuerzo ejecutivo o cuando la hora de
la comida ya ha pasado y ningún restaurante de barrio popular queda con platos
de arroz y sopa para la venta; media Colombia creció, progresó y se hizo
grande gracias al poder nutritivo de la pony malta y un pan de mil, por algo es la bebida de campeones. También es la bebida ideal para calmar la sed, hacer
creer que estamos tomando cerveza con los amigos cuando nos estamos purgando, tener algo espumoso en la boca mientras se
espera una cita o simplemente porque sí.