latecleadera

viernes, 14 de agosto de 2015

Mujer desnuda, golondrinas y sombras







foto original sin censura, incompatible con facebook por mostrar un pezón.  Agradecimiento a la modelo Andrea Ivonne Castañeda por autorizar el uso de sus imagenes. 


Cuando niño en ocasiones soñaba con un sitio alejado de mi pueblo; no conocía la ciudad por ello el concepto de desorden e inmensidad aún no estaba en mi mente.

Era como recordar las escenas que a diario me inventaba en mi habitación, sobre la vieja mesa de madera, jugando con las figuritas de plástico que venían en los pasabocas.

Estaba  ubicado en una llanura, con  árboles de guayabas dispersos y solitarios, algo maltrechos por el sol y el viento.

Bien podría ser una casa, no lo recuerdo, solo llega a mi mente una gradería estrecha perdiéndose en espiral en lo profundo de la tierra.

Era una edificación subterránea, iluminada por la luz solar que se escabullía por las paredes empinadas que se iban formando tras de mí,  cubiertas de un musgo verde y suave. Un lugar frio, con la  humedad que sienten las  rocas de río.

Gotas de agua caían en  algún rincón,  y el sonido de su eco marcaba el compás de mi respiración, a lo lejos un martilleo seco brotaba de las profundidades.  Al fondo, el camino giraba abruptamente formando un ángulo de noventa grados, la oscuridad parecía emerger de aquel punto ajeno a mi vista y ocasionalmente se escapaba un resplandor rojizo de fuego atizado por un fuelle imaginario. 

A medida que me acercaba los golpes de metal contra metal eclipsaban los ecos de las gotas y los gorgojeos de las golondrinas sobre mi cabeza.  Tras esa esquina, un callejón se prolongaba por una distancia indeterminada, formando un túnel de oscuridad que desembocaba en un titilante espacio luminoso,  nunca lo atravesé, no fue por miedo, nunca sentí miedo, aun mas, sentía una extraña familiaridad,  pero el hombre que habitaba allí (posiblemente un herrero) no quería ser molestado. Yo no tenía justificación para estar en ese sitio, era un niño curioso que trataba fisgonear el trabajo de los adultos. 

Cuando asomé por la esquina,  decidido a cruzarlo y ver lo que pasaba, una voz  igual a la que escuchaba en mi cabeza cuando interpretaba cada uno de los personajes en mis juegos sobre la mesa de madera, me susurro al oído.  “No entres, él está ocupado y molesto…es un brujo poderoso.”

Nunca volví a tener aquel sueño, aunque en mis aventuras oníricas ocasionalmente veo a lo lejos aquella llanura, escucho el golpeteo del metal y un resplandor rojizo tras una pared.  Pero siempre paso de largo, siempre hay algo que hacer, siempre puedo entrar en cualquier momento…siempre despierto y antes de olvidar lo soñado me pregunto por qué no lo hice.

¿Y a qué viene todo esto?


Aquel juego de sombras y luces me trajo esas imágenes a mi cabeza.

Y como ya casi llega la media noche, se me ha entrado en gana tomar las formas de esta mujer, mujer que antaño me tendió la mano en momentos difíciles y entre mantras, chacras, viajes astrales, dietas integrales y programas de casa club tv, donde cuarentonas locas hablaban y hablaban de cosas ridículas, me enseñó que a pesar de todo lo malo que el hombre puede llegar a ser,  es posible ser bueno de verdad.  



Fuga de ideas, bajo los efectos psicotrópicos de unas galletas de soda y un vaso de agua con naranja y panela de supermercado.



La mujer duerme sobre el árbol, duerme como dormían las bestias nocturnas en las horas de la mañana, arrulladas por las melodías que cantan las cigarras, mecidas por la brisa que cae del cerro inmenso al borde de la finca de mi abuelo, salpicadas por las minúsculas y tornasoles gotas que se levantan del riachuelo que golpea las piedras redondas y fosilizadas.  Que extraño, solo pude ver en mis ensoñaciones las bestias nocturnas, solo anhelaba verlas retozando en las ramas de los arboles…



La pierna flexionada es la misma pierna que flexionaba la mujer blanca y de cabello negro que aparecía en el reverso del espejo que Alfonso guardaba en el baúl con sus herramientas de peluquero, junto a la piedra de alumbre y los recortes de periódico que narraban historias de guerras viejas y asesinos conservados en cera.  Algo tiene esa pierna flexionada que hace que todo hombre desvíe la mirada, lo hacen en los comerciales  y en las películas, lo hacen los dibujitos animados y las modelos de jabón, ¿Qué esconderá tras ello? ¿Qué fijación flamincuna se esconde en nuestro cerebro primitivo?



Nuevamente la pierna flexionada solo que ahora acompañada de un chorro de agua cayendo de algún lado, el mismo que sale de la ducha en la mañana, que cae en la espalda y a madrazos recuerda que ya es hora de despertar, pero además puede ser algo muy vintage, como un recorte impúdico de un comercial de cortinas para la ducha. 



Ese es el dios mortuorio que todos adoran, un dios funerario, el eterno culto a la muerte que enmascaran con amor y felicidad.



Hasta los muertos son uniformes en su última morada, todos quieren tener su  hogar con las medidas precisas y homogéneas,  la cruz a un lado, el nombre que nunca es relevante al centro y bajo el la fecha de la muerte, algo así como su nuevo número de identificación, a un  lado el florero burdo de mármol, hogar de larvas de mosquito y tallos de flores de plástico tostadas por el sol, y ante todos ellos, una mujer mirándome con curiosidad tras una mascarilla. Toma una flor con la punta de sus dedos y posa su culo sobre el borde de un apartamento funerario; Samuel María y Luis miran indignados sus nalgas, ofendidos porque las de ellos ya no existen.


Ese pasadizo me recuerda el pasadizo de mis sueños, tras una de sus esquinas se escucha un martilleo, todas las golondrinas han muerto  y reposan en agujeros escavados en la pared y cubiertos con flores



“No entres,  él está ocupado y molesto…es un brujo poderoso.”



Una brisa mueve los pinos, entra en su ramaje y desprende el aroma  de sacralidad que emanan sus agujas.  La mujer mira a lo lejos,  se levanta sobre la fría losa y obnubilada pregunta por el eco de las gotas al caer en algún rincón.  A lo lejos una golondrina pasa tras la cruz y escapa del lente de la cámara.


Ahí estas niño curioso, no debes estar aquí, sigue la huella de tus pasos, sigue el rumor que dejan las gotas al caer, guíate por la danza de las golondrinas sobre las paredes, hace frio, ¿ves cómo estoy?



El rayo de luz cae sobre su cabeza, se desliza por su cabello y escurre por su hombro, no quiere morir en la sombra y se desliza por su pecho cayendo  con un grito suicida desde la punta del pezón, renace como un ave extendiendo sus alas y partiendo al horizonte para caer en el suelo agarrado de la punta del dedo gordo del pie



Es una butaca, apoyada sobre una sombra, para que una sombra se pose sobre ella y de paso a la penumbra.



El cabello dejando caer el agua en el  surco de la espalda para que se escurra por entre las dos nalgas, una escena tan familiar, tan cotidiana, que el día que muera la extrañare.




La butaca, la guitarra, las gotas de agua cayendo por algún lado y a lo lejos un fulgor en la pared


En un principio los senos alimentaron nuestro cuerpo, luego nuestros deseos, luego nuestras pasiones, luego cayeron y no dieron más alimento, luego morimos.



Debe existir una perfecta armonía, el dorso del pie y el ángulo plantar, los dedos alineados y el talón ligeramente inclinado, la curva que parte de la uña se prolonga suavemente sobre la espina tibial y desemboca en un vacío sin fin en la rodilla para luego caer abruptamente en el muslo y perderse con las sabana.
Macho…así se llamaba esa revista



Un glúteo es armónico si es diferente de su compañero, el pliegue es solo propiedad de uno de ellos y el musculo que posa sobre el sacro tiene que dar lugar a los agujeros del deseo…un compañero de universidad llamó  a este accidente anatómico “las fositas ricas”




Hay tetas de todas la formas, unas se escurren a los lados, otras se van para arriba, algunas son tan pequeñas que ni se mueven, unas tienen cáncer, otras tienen plástico, unas se ruborizan con la mirada, otras nunca ven  la luz del sol. Y así siguen y siguen apareciendo,  esperando quien las clasifique y le dé sentido a tanta variedad



Es un pie entre egipcio y romano, creo que es más egipcio, odio los pies que no son ni lo uno ni lo otro



Si se cierran un poco los parpados, la luz se difumina, las sombras  resaltan y aparece una sirena



Cruz y sangre, algo obvio



La ropa interior a medio camino es lo más sensual que se puede crear, incluye todo el preámbulo y está a un punto del desenlace, es como una novela en sus últimas veinte hojas.



Valentina duerme tranquila entre bosques, hierbas, luciérnagas y cigarras



Odio esas sillas, incomodas, horribles, fáciles de enmugrar y lastiman la piel en sus apoyabrazos



He conocido dos técnicas para realizar la herniorrafia umbilical,  una con una incisión infra umbilical, donde fácilmente se reparan los bordes del defecto y se suturan para luego fijar nuevamente el ombligo y hacer una sutura intradérmica en la herida, la otra es longitudinal, y se cierra el defecto casi a ciegas, si no se tiene mucha experiencia el resultado puede no ser el mejor… pero muchos se inclinan por esta, como si hacer las cosas de la forma difícil fuese algo mejor



Podría simplemente ser la vía láctea


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