Creo que es como el décimo
fin del mundo del cual he salido victorioso:
sobreviví al Y2K, al año 2000, al fin del mundo que venía con el cometa
Hale-Bopp, sobreviví al apocalipsis del 2012, sobreviví al fin del calendario
maya, sobreviví al holocausto nuclear de Skynet, sobreviví al fin del mundo
mariano y a dos o tres fines del mundo de variopintas
iglesias evangélicas; también a varios días de oscuridad en el año 2014 y a los del
agosto pasado en el 2015. De modo
que puedo decir con un poco de arrogancia y seguridad que sobreviviré al
próximo fin del mundo previsto para los últimos días de este mes.
De este nuevo fin del
mundo tuve noticias hasta hace
poco. Usualmente llegan a mi muro de Facebook una o dos notas apocalípticas por semana, a
tal punto que simplemente hago caso
omiso y las dejo pasar como bulo
informático que son. Pero sucede que con “los sucesos catastróficos
planetarios” de este mes, nuevamente está tomando fuerza la locura colectiva (al menos en la internet)
y ya es usual escuchar en cualquier corredor u oficina el: “¿qué habrá de cierto en que el mundo se acaba este
final de septiembre?”. Me imagino que
para esas fechas los comentarios aumentaran gracias a programas radiales de
temas no sé si ridículos o paranormales que en ocasiones vienen a ser lo mismo.
Como toda noticia loca, esta calará
desde el más humilde analfabeta hasta el más pulcro especialista en lo
que sea, porque para creer en algo por
descabellado que sea solo se necesita querer creer y omitir el pensamiento
crítico.
¿Pero en que se fundamenta
este nuevo fin del mundo?
Como todos, tiene varios afluentes que nutren el cauce
especulativo principal, y forman el río delirante que en silencio rápidamente
se secará luego de pasada la fecha.
Verdades a medias que técnicamente son lo mismo que mentiras.
Para los conspiranoicos y magufos, el nuevo apocalipsis que se acerca se
fundamenta en los siguientes hechos.