A mediados de los ochentas, no
recuerdo los días ni la hora, encendía el televisor Toshiba a blanco y negro y
me dejaba llevar por las imágenes y las historias que narraba un hombre de aspecto
flemático, de cabello oscuro y lacio revuelto por la brisa del mar. Era la serie COSMOS, y aquel hombre de
semblante sereno era Carl Sagan. Cursaba
por esos días algún grado entre 1° y 5° de primaria, y a pesar del esfuerzo de
mis profesoras, nunca llegarían a mi ideas tales que abarcaran galaxias,
supernovas, secuencias evolutivas desde una simple protocelula hasta un simio,
ni viajes de gemelos en el tiempo. Sin que contáramos con los conocimientos básicos para entenderlo,
Sagan, de una forma amena, ágil y casi poética,
presento ante nosotros un
universo complejo, vasto, lleno de misterios y cosas extraordinarias, y lo
mejor de todo, entendible, aun para un niño de escuela. Sin quitar mérito al plan de estudios vigente
en aquel entonces, COSMOS, junto al TESORO DEL SABER y NATURALIA se convirtieron en “maestros virtuales” que inclinaron mi mente y
la de muchos otros al mundo de la ciencia y sus maravillas.
Años después revisando los
estantes de una librería, tamaña
sorpresa me lleve al ver allí en compañía de ejemplares de pablo Coelho y Deepak
Chopra la edición de COSMOS, para ser más exactos la 21° edición, de editorial
planeta, y dos o tres estantes después, su segunda parte UN PUNTO AZUL PALIDO
(no necesariamente segunda parte). No tenía
ni idea que aquella serie de televisión que había llamado tanto mi atención como
mazinger z o los Transformers, estaba a mi disposición en papel. Nuevamente rememore las peripecias del
Voyager, seguí la secuencia que llevo a Miller a recrear el caldo primigenio,
especule sobre qué tan habitable seria titán, y nombre dos o tres galaxias
cuyos nombres ya había olvidado.
Actualmente se emite una nueva
serie, un remake de la serie de los
ochentas, en esta ocasión presentada por Neil Degrase Tyson (alumno de Sagan),
en ocasiones tratando de imitar la
original no sé si buscando capturar audiencia o simplemente como tributo al
fallecido Carl. De lo único que si se
puede estar seguro, es que el COSMOS original difícilmente podrá ser
reemplazado, con todo y sus limitaciones
visuales y técnicas, y con las dudas que hace treinta años se tenían, no deja
de ser un documental de culto para muchos, y para los más frikis, también están
los libros.