foto cortesía Edwin Tamayo |
Llevo tiempo sin escribir en el blog, tal vez porque me he vuelto demasiado
minucioso con lo que decido subir, tal vez porque lo que me parece fabuloso en
la noche al salir el sol me resulta absurdo,
tal vez porque el tiempo no me alcanza, tal vez porque doy más
pinceladas que párrafos, tal vez porque soy un procrastinador ferviente.
Por ello y tomando el ejemplo del hijo de una antigua amiga
de colegio, que por razones que
desconozco y que poco me importa conocer,
ha decidido todos los días durante un año subir a su canal de YouTube un
poema. Sin lugar a dudas un verdadero
enamorado de la poesía, que tan buen o mal poeta sea queda a decisión de su público, pero sin lugar
a dudas un acto de admirable compromiso y pasión por lo que desea; debe ser esa fe y esperanza en la humanidad
que aún se conserva en los años de juventud.
aquí el enlace para los interesados en su poesía
Como yo ni soy buen poeta,
ni guardo ningún tipo de fe en la humanidad, he decidido subir solo una entrada diaria al
blog durante un mes, creo que más como
reprimenda y compromiso ante tantos días de vehemente pereza intelectual.
El problema con estos retos literarios es que hay días en
los cuales la mente esta en blanco, no
estoy muy seguro si hoy es uno de esos,
por ello, y ante las dudas me limitaré a realizar un mini diario de
acuerdo a las horas canónicas…veamos que tal me va.
Maitines: durmiendo
interrumpidamente, tirado en un sofá en posición
fetal, que según me comentaron unas
instrumentadoras que a esas horas pasaban, despertaron en ellas ese instinto
maternal propio de las mujeres con
hijos; de esa hora solo recuerdo el sonido de puertas cerrándose ruidosamente, bombillas encendiéndose y apagándose a cada
rato y una cafetera burbujeante y molesta; lejos un par de señoras del aseo
hablan sobre la necesidad de mantener firme la fe en Cristo en el diario vivir…es
casi como una pesadilla.
Laudes: suponiendo que el sol apareciese en el horizonte a
las 6 am, a esa hora fuera de los muros
de la clínica la lluvia arrullaba todas esas almas impúdicas que horas antes habían
fornicado hasta el cansancio. Yo mientras
tanto leía el tercer capítulo de un libro sobre santería, en este se explicaba
el mecanismo mediante el cual los babalaos realizan sus distintos conjuros.
Prima: ya en casa, luego de desayunar y en espera que el
sueño me venciera me limitaba a descargar música para la memoria USB del radio
del carro, victorioso pude descargar
tres álbumes de Porter y algunas canciones de Juan son.
Tercia: durmiendo plácidamente en la cama de mi hijo, sé que tuve un buen sueño, de que trataba no
lo sé, la información de lo soñado
parece ser que no utilizó las vías que pasan por la amígdala, es probable que
nunca lo recuerde, o tal vez lo haga el día que se active alguna vía neuronal
alterna, de esas que siempre guardan todo.
Sexta: junto a mi esposa y mi hijo menor en una carretera
con poco tráfico, un precioso día para viajar
Nona: bajo la sombra del samán octogenario, cigarras escandalosas cantaban en arboles
menos transitados aprovechando el inusual silencio de un pueblo en una tarde de
domingo.
Vísperas: estamos en la vieja casa, veo en lo alto de un firmamento que a cada
minuto se limpia de nubes la conjunción de
varios planetas y la luna, sobre el techo venus parece descansar
mientras las ramas de los árboles del jardín juegan con sus destellos.
Completas: todos duermen,
incluida la perra que está bajo la mesa y los cachorros que se
encuentran en el patio, yo estoy sentado
en la silla de siempre, mirando las paredes de la casa, escuchando a Queen y preguntándome
¿Qué he de escribir?