latecleadera

jueves, 26 de abril de 2018

Sin título No 6. dos inmensos ojos disolviéndose en destellos tornasol





Era una forma vaporosa,  un reflejo de advocaciones oníricas remotas,  dos inmensos ojos con iris que se disolvían en tornasoles destellos recorriendo caminos entre el turquesa, un avellaneda otoñal o simplemente un verde primitivo.

Un recuerdo de un sueño infantil,  el deseo de un adolescente viendo desgranar las estrellas del firmamento sin luna, bajo las ramas de un árbol de gólgota con exuberantes flores  nocturnas amarillas.

¿Qué dice su voz? 
 
Se materializan las ondas sonoras cabalgando en un aire cargado de calor malsano que brota por los resquicios de los andenes en las calles.

Forma frágil recubierta de azul con amuletos dorados y arcanos tallados sutilmente en decenas de cuentas atrapadas en hilos transparentes.

Me habla desde una dimensión que se desdobló varias veces, como cuando el sacerdote tomaba el vino del cáliz y lo cubría con un pequeño pañuelo que plegaba sobre sí mismo hasta casi hacerlo desaparecer,  como si aquel fuera el real truco de la transustanciación.

/Y mientras esto escribo y mientras esto recuerdo,  una pequeña araña cruza rápidamente a mi lado,  simplemente pasa, indiferente, ajena, rauda y delicada.  Efímera vida arácnida que por cosas del destino hoy tuvo la suerte de continuar./

Desde la penumbra, esos ojos mitológicos me miran y la voz enmascarada en  compases de  4/4 nombra sirenas que perdían viajeros de épocas antiguas,  invoca los dioses alados acadios,  conjura las fuerzas del dormido Pawahtún y en silencio espero que no altere el sueño de la mortal Kali.

Su forma se materializa segundo a segundo a tal punto que puedo rozar su cuerpo y burdamente percibir su vaporosa consistencia

Ríe y al hacerlo deja ver una de sus mejillas y sus labios, de ellos salen palabras que aseveran mentiras piadosas sobre visitantes de las estrellas,  sobre artilugios que sobrevuelan por valles solitarios o  poblados dormidos al amparo de la media noche,  pero al mismo tiempo lanza blasfemias a las letras sagradas y cósmicas ¿Qué es esa presencia? ¿Un demonio conservando aun las alas celestiales o un ángel en vísperas de la gran caída?

Cierro mis ojos,   como siempre lo hago cuando quiero cerrar las puertas de la realidad para adentrarme en los bosques de árboles con ramas entrecruzadas como esqueletos  que conducen a la tierra del sueño,  el mundo donde ya no soy yo y del que fácilmente puedo nunca más regresar, los dominios del olvido, de la no memoria…despierto, he regresado nuevamente, como todas las noches. Como se supone no hay huella del mundo onírico, solo un sabor particular en mi saliva, un exquisito sabor,  el sabor del sacrilegio,  de las aves solitarias cantando a la lluvia, el sabor que dice que eso está mal, el sabor de las falsas sirenas,  el sabor de los magos galácticos errantes.






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