Agradezco inmensamente al Canal
A, luego Canal 1 y finalmente canal Caracol, el haber permitido educar y
mantener en estricto orden y armonía mi agitado sistema gastrointestinal,
principalmente en sus primeras porciones y funciones, iniciando por la parte estimulativa de la
región olfativa de mi nariz, la secreción de mis glándulas salivales, el cálido
preámbulo acidificante de mi estómago en espera del bolo alimenticio y los
primeros dos metros de intestino degradando el quimo en sustancias solublemente
nutritivas.
Eran los 90s, años agitados y de
cambio, el sol estaba en su cenit, los buitres giraban en espirales juguetonas
cerca de las nubes, los ruidos de los trastes de cocina escapaban al compás de
los vapores que desprendían los platos servidos en la mesa del comedor: aroma de arroz cocido con trocitos de cebolla,
carne frita en aceite viejo, papa cubierta de una exquisita mezcla de tomate,
cebolla (nuevamente cebolla) color, caldo Maggui y dios sabe que otro
ingrediente secreto (ricostilla no, esta llegó después) comúnmente conocida
como “hogo” y la papa ascendida al título de “papa chorriada”, sopa de plátano
y jugo de guayaba. Y en toda esta escena completa y absolutamente hogareña, se
elevaba sobre las tapias y los techos de las casas, escapaba por las rendijas
de las ventanas y por las puertas abiertas inundándolo todo, aquel sonido que salía
de la cajita mágica llamada televisor, aquella melodía que si el oído no me
engaña era interpretada por un sintetizador, un piano, una flauta?? Y una
guitarra. Algo así como “pa papa papa, pa paparapa, pa papapa parapa, papa
papa parapa parapa, pa papa, pa parapa papa, pa pa”. Esa endemoniada melodía del programa número
dos de los colombianos (el numero uno es sábados felices) Padres e Hijos.
Durante años aquella retahíla
musical varias veces rediseñada pero siempre conservando su esencia fue la
banda sonora de los almuerzos
colombianos, tan solo era escucharla y de inmediato alguna neurona en alguna circunvolución
se activaba y nos advertía que era hora de comida. Y cuando la cosa se puso mejor y el programa
se extendió algo más allá del medio día, no solo nos preparaba para las
delicias gastronómicas, sino que gracias a la complejidad de sus libretos nos
inducia un agradable sueño post prandial.
En estos días y luego de la
triste noticia de la muerte de Roberto Gómez Bolaños, muchos medios han
proclamado y sin derecho a replicas que Chespirito y amigos, es sin lugar a dudas el principal y más
importante producto televisivo de Latinoamérica, porque 27 años de trabajo y
cerca de 2010 capítulos dan suficientes motivos para considerar que la tarea se
hizo con todas las de la ley. Pero este
monstruo de la televisión colombiana contó con la medio pendejadita de 16 años
y 3500 capítulos, cada uno de ellos tan truculento como podría ser posible.
Hasta donde la memoria me alcanza, los primeros capítulos
los vi en compañía de mis tíos abuelos, sentados en la sala comedor y atentos a
todos los comentarios y situaciones de aquella típica familia colombiana, los Franco. Se esperaba atento el desenlace de la trama y
la moraleja al final del capítulo, corta
y concisa, como el mensaje del cura del minuto de dios. Pero las cosas fueron cambiando, el programa
al igual que el hombre, nació puro e inocente y la sociedad lo corrompió, empezaron a entrar en escena situaciones un
tanto “amorales” que no es que brindaran un buen ejemplo a una mente
adolescente como la mía, de modo que el
programa salió del menú del almuerzo (y
debo decir que fue un gran alivio). Pasaron
los años y Daniela creció con nosotros, la vimos enamorarse infinidad de veces
-como la amiga bandida que todos tenemos- solo que esta no solo se limitaba a
ennoviarse y ya, gustaba de meterse en
camisa de once varas, desde la primera vez que se cuadró con un chino bonito
del conjunto y al que de manera hacendosa le lavaba la ropa, hasta esos amores
y aventuras tórpidas que la llevaron a
situaciones al borde de la muerte. Las mujeres la detestaban por zorra, los
hombres la detestábamos porque no seguía los lineamientos estéticos de todas
las otras triple mamacitas que formaban el elenco; ella, cari redondita y malgeniada…y si zorra. (Aunque debo decir en su defensa que aunque nunca le seguí su evolución sexyromantica, bien podría aparecer en un capitulo
con un muchachote y a los cuatro meses con otros muchachote, pero esto no era
indicativo que se la jugará a los dos, es más, podría ser que estos miserables
le rompían el corazón y ella simplemente buscaba consuelo en otros brazos,
posiblemente Daniela solo fue la viva encarnación de una mujer incomprendida).
Federico o mejor Naren Daryanany
entró y salió sin mucha bulla, al igual que Natalia Franco que no se en que
capitulo partió para el exterior y desde
allí decidió entrar al cine erótico (no porno, erótico) en donde al ritmo de tabaco y chanel se le empelota a un
tipo, muestra el corte Hitler y mientras el individuo en cuestión le da por
delante y detrás como actor de la franja nocturna de fill zone, ella deja
escapar un soliloquio moralista como en los mejores tiempos de la serie de tv
colombiana (como diablos puede ser esto porno, porno el de nuestra ilustre y honorable
representante cultural Esperanza Gómez)
A Carlos Alberto lo vimos con
cabello, luego calvo y nuevamente con pelo matemáticamente implantado, siendo el vivo ejemplo del padre de familia
en el que todos debíamos convertirnos. Un tipo que yo no sé a qué horas
trabajaba, pero que con lo poco que hacía, tenía suficiente para permitirle a
su familia una cómoda vida estrato seis. Ese hombre fue el padre que miles de huérfanos tomaron en
adopción, el objetivo que el programa matrix asignó a los campos de cultivo
correspondientes a lo que sería Colombia, nuestro ideal patriarcal, nuestro
macho alfa televisivo; es por esto mismo, que ahora que soy un padre de
familia, todos los días cuando me levanto y luego de cepillarme y peinarme
frente al espejo, me repito una y otra vez “ni por el hijueputa te vas a
convertir en Carlos Alberto” luego de esta oración, puedo partir en paz a
cumplir mis labores cotidianas.
La señora de Franco al igual que
una criatura mitológica, llegaba, se reproducía, luego moría, luego resucitaba,
se reproducía nuevamente y luego se divorciaba,
en fin fueron tantos personajes (¿2?) igual de neuróticos y corrientes
que si yo fuera mujer todos los días luego de cepillarme y peinarme en el
espejo diría “ni por el hijueputas vas a ser la señora de Franco”.
Del resto solo puedo decir que
eran todos bonitos, tanto ellas como ellos, al parecer el programa se convirtió
en la puerta de entrada de cuanto modelo, presentador y animador se requería para la televisión nacional. Las historias cada día eran más truculentas
(recuerdo un capitulo en el cual un personaje de moda, el personaje X, había sido
secuestrado, y en un descuido de sus captores, logró escapar, pero a mitad del
camino, recapacitó, llegó a lo conclusión que no era justo hacerles pasar un
mal rato a sus secuestradores, pues a pesar de todo, lo habían tratado bien, y decidió
regresar nuevamente a su sitio de cautiverio).
Y debido a que todos estos actores y actoras (para que no haya exclusión
de género) eran apuestos y apuestísimas, se convirtieron en el referente para
bautizar a cuanto infante naciera bajo el influjo televisivo de aquellos
años. Nuestra época, la época de los
Jhons, Jhonatans, fredys, Williams, willintongs, wilsons y más conjugaciones de
la Jota la ye, la hache y la doble u , pasó de moda y entraron a poblar las
escuelas y jardines los camilos, santiagos, sebastianes, nicolas, camilas,
paulas, maria paos y más nombres que pocos años antes eran de uso exclusivo para
los abuelos.
Un viernes 24 de julio del 2009
la serie llegó a su fin, ¿Qué ocurrió en dicho capitulo? Para mí es un secreto,
un secreto que como los secretos de Fátima, es mejor no conocer, solo sé que a partir de esa fecha el número
de casos de problemas gástricos se elevó exponencialmente, aquella melodía que hacía las veces de
milanta, omeprazol o levosupirida desapareció y el grueso de la población quedó expuesto a largos capítulos de estilo RCN o Show Caracol. Diversos grupos de investigación médica
auguran para un futuro próximo alta incidencia de cáncer gástrico en pacientes con tumores cerebrales y
desordenes cognitivos. Que dios se
ampare de nosotros.
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