Recuerdo que cuando niño, en algunas noches de luna nueva, los viejos se reunían en la casa vieja y sentados en los taburetes que rodeaban la mesa del comedor, mientras degustaban con calma una aguapanela caliente con pan de trigo, rememoraban las aventuras y tragedias que la vida había colocado en sus hombros, y entre todo ese discurso de anécdotas, eran infaltables las historias de los espantos que con frecuencia los asediaban, las apariciones que les evitaban olvidar que había un mas allá al cual debían llegar con el alma pura, o los endriagos nocturnos que asechaban a todos aquellos alejados del buen camino.
Los viejos ya murieron, y sus hijos en ocasiones recuerdan sus historias, también en la casa vieja, sentados en los mismos taburetes de madera y con una taza de café oscuro y pan de trigo que permite hacer llevadera la tertulia.
Cuando sea mi turno, contaré las historias que los hijos de los viejos recordaban, tal vez me invente mis propios fantasmas, o tal vez, en el mejor de los casos, rememore las escenas reales de la partida hacia tierras inhóspitas de todos aquellos espectros que deambulaban por los caminos en épocas de antaño.
Mitos del Huila, un episodio donde buscaremos desenterrar los secretos que aun se esconden en las calles solitarias de un pueblo entre las montañas.