Así como existen seres fantásticos que custodian
las selvas y los bosques, también existen seres increíbles que cuidan los ríos y
lagunas, son las madredeagua.
Ellas reposan en lo profundo de las grandes
lagunas, sobre sus cuerpos caen las
ofrendas que en los tiempos remotos los indígenas lanzaban a las aguas en señal de respeto y
gratitud.
Tienen forma de serpiente; son gigantescas,
más grandes que cualquier otra serpiente que se haya visto. Cuando mueven su cuerpo se forma un oleaje en
la superficie que obliga a que las aves que descansan en las orillas levanten vuelo llenas de temor.
Raras veces salen a la superficie, no necesitan respirar, tampoco necesitan comer, pues no son simples
animales, son espíritus primigenios con
envoltura material, simplemente reposan,
duermen un sueño sagrado del cual se
desprenden conjuros que mantienen el equilibrio de las grandes masas líquidas.
Mientras la madredeagua permanezca en el
fondo de un lago o laguna, está nunca se secará y ningún artificio humano
logrará vencer su poder, en ocasiones,
penetran en lo profundo de la tierra y duermen su sueño mágico en los grandes
yacimientos de fuentes subterráneas, a la espera del paso de los años y a que
una nueva humanidad renazca en la superficie.
Cuando por misteriosas razones abandonan sus dominios, lo hacen bajando por las quebradas y ríos en forma de estruendosa y mortífera creciente.
Cuentan los campesinos más viejos que
solo dejan ver sus ojos de esmeraldas y
su nariz resoplando un viento huracanado.
Según los conocedores en asuntos del pasado, la serpiente madredeagua
es una emanación de la diosa Bachue, quien luego de poblar el mundo, regresó a
la laguna de la cual había emergido, convirtiéndose en serpiente.
Como dato curioso algunos de los poblados más
antiguos del Huila cuentan con leyendas que narran cómo estos
fueron erigidos sobre lagunas subterráneas en las cuales reposa una
madredeagua; temen que el día en que
ella abandone aquel lugar la fuente se
seque y el poblado colapse siendo
tragado por la tierra, por eso en
municipios como Iquira, la gente mira con desconfianza las petroleras, les preocupa que el ruido de los taladros y
las maquinas despierte a la serpiente sagrada y la obliguen a abandonar
la región, trayendo con ello el fin de
la placentera tranquilidad de estos lugares.