Hace
muchos años tuve una acalorada discusión con algunos de mis compañeros de
escuela frente a los muros
del hospital, donde jugábamos a los pistoleros y ladrones. Entramos en franco
debate y formamos dos grupos; en una esquina esta yo (el burro por delante dicen los viejitos)
David y Wilson y en la otra esquina estaban Kiko, Dilmer y Abelardo; los seis,
versados académicos de 7 u 8 años. ¿La manzana de la discordia? Un tema
trascendental, de importancia vital, prioritario ¿existía Superman? Mi grupo
era pro superhéroe y el otro vulgares negacionistas. ¿Cuantos minutos u horas
permanecimos allí exponiendo puntos de vista, citando textos filosóficos y
pensadores del renacimiento, postulando teorías y encontrando fallas lógicas y
falacias en lo que se decía? no lo recuerdo, lo que si recuerdo es que en algún
momento del debate vi en los ojos de Wilson (QEPD) cierto atisbo de duda. David cual pastor en domingo de evangelización fue
fiel hasta los tuétanos. Yo como principal defensor de la existencia del hombre
de acero, no podía darme el lujo de permitir que uno de mis adeptos se cambiara
de bando como vil político de provincia. En silencio me encomendé al espíritu
santo y a las animas benditas (que siempre ayudaban a mi tía cuando algo se le perdía) y por si
hacia falta, también invoque en silencio el poder de Grayskull. Como era de esperarse, los poderes
sobrenaturales nunca dejan pasar la suplica de un niño, vino a mi mente la
prueba reina que derrumbaría todos los argumentos de mis opositores, algo
tangible, veraz, irrefutable, y
lo mejor, estaba justo en la mesa de la sala de mi casa. Dije “tay” (no se de donde viene la
palabrita, si es de origen quechua, hebreo o celta, pero en mis tierras cuando
un niño quiere parar un juego grita a todo pulmón “tay tay” y todos dan un
receso) Salí corriendo a mi casa y regresé a los pocos segundos con algo en la
mano. Era un libro (bueno
en realidad una revista, pero en el contexto del debate era como un libro) donde
quedaba demostrada la existencia de Superman. Con
ceremonialidad busque la página reveladora... y allí, a todo color, estaba el
hombre de azul y rojo volando sobre la ciudad de Metrópolis con su mirada fija
en un horizonte de peligro. Pero eso no era todo, también reseñaba la actividad
que estaba a punto de realizar: proteger el mundo de las fuerzas oscuras del
capitán Zod y sus secuaces, y para rematar daba la hora, fecha y
canal donde se documentaría
tan prodigiosa hazaña.
El nombre del libro en cuestión – revista TV guía-.
Un oscuro silencio embargó a kiko, Abelardo y Dilmer; no tenían nada que decir, si algo salía en los diarios era verdad y punto. Con el rabo entre las piernas aceptaron que Superman existía, que venía de kriptón, que tenía visión de rayos X, volaba por los cielos, con su súper fuerza nos protegería de todo mal, perdonaría nuestras culpas y nos acompañaría en la televisión. Amen.
El nombre del libro en cuestión – revista TV guía-.
Un oscuro silencio embargó a kiko, Abelardo y Dilmer; no tenían nada que decir, si algo salía en los diarios era verdad y punto. Con el rabo entre las piernas aceptaron que Superman existía, que venía de kriptón, que tenía visión de rayos X, volaba por los cielos, con su súper fuerza nos protegería de todo mal, perdonaría nuestras culpas y nos acompañaría en la televisión. Amen.
Ahora, con unos años encima, debo decir que Superman me causa sentimientos
encontrados, primero porque el tipo es uno de esos moralistas, republicano,
alienado del carajo al que
nadie le puede hacer nada ni le puede decir nada ya que tienen todos esos
superpoderes que lo vuelven invulnerable a todo. Segundo, porque es de esos superhéroes
que se acomodan a todo, algo así como un senador o congresista, siempre del
lado del estado, uno pensaría que
tiene acciones en alguna EPS o amarrado algún contrato de carreteras. Tercero, porque un tipo que anda en calzoncillos
rojos, con una pijama azul ajustada y un mantel en su espalda es un tipo
raro…muy raro. Pero
por otro lado, no me puedo perder ninguna de sus películas ochenteras: Superman I y II dos películas tan malas que de lo
mismo malas son buenas, la III tiene una escena bárbara que es cuando una
maquina atrapa una mujer y la robotiza.
sin contar con el dilema existencial que se formula al existir en un mismo lugar un Superman bueno y uno malo, la IV hasta hace unos meses no sabia que existía. De “Superman retorna” lo mejor es no hablar y la ultima “Superman el hombre de acero” fue buena, aunque creo que estimuló mas la mente calenturienta de unas cuantas mujeres y a los hombres de a pie, los que no tenemos superpoderes pero si una superbarriga nos dejó como un zapato.
Sin quererlo mi cerebro fue y sigue bombardeado por la creación de Jerry Siegel y Joe Shuster, desde las épocas del hombre calvo en los años 30, el hombre rudo de los 40, el pacifista de los 60, el culebrón que luego se inventaron con las tierras paralelas y los multiuniversos, el cuasi metrosexual Superboy ochentero, el ufológico Clark Kent de smallville, la superchica (superbuena) el súper perro, la liga de la justicia y la súper muerte a manos de Doomsday y su resurrección posterior.
Es
innegable, Superman existe, Nietzsche puede descansar en paz. Lo tenemos en
todos lados.
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