latecleadera

lunes, 31 de julio de 2017

¿y los ateos para qué? diatriba contra la religión, por un diablo a las 10 de la mañana.






En cierta ocasión un compañero de trabajo en medio de una jocosa y poco sana charla sentenció:

-  “sobre política y religión lo mejor es no opinar”

Esto expresado en el contexto de que para evitar malentendidos entre conocidos con distintas corrientes ideológicas, lo mejor era pasar estos temas por alto y seguir con el feliz diario vivir.
Esa postura no parecía descabellada,   el tema religioso, luego  que se considerara a Colombia como un estado laico y que todas las religiones guardaran los mismos derechos ante la ley,  pasó a ser de esos temas que uno por literal “decencia” trataba al máximo no tocar. 

Por desgracia las cosas no siempre son como  deben ser, y el asunto religioso paso de ser, en teoría, un aspecto íntimo y espiritual, a transformarse en un elemento que literalmente podía subir o tumbar gobernantes.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Hagamos algo de memoria

Hace unas décadas el asunto religioso ya estaba zanjado, Colombia era la patria del sagrado corazón (desde el año 1952) y la iglesia católica, apostólica y romana la única institución oficial encargada de velar por nuestros asuntos morales y espirituales (salvo algunas excepciones no del todo bien vistas, pero apretadamente aceptables).  En la escuela y el colegio la clase de religión (católica) estaba a la par con las clases de español y matemáticas, y el hecho de creer en Dios  era una cosa que se daba por sentada; simple lógica, simple sentido común,   solo algunos comunistas o hippies marihuaneros eran los únicos que en su retorcida vida osaban poner en duda aquella verdad.



Como nos bautizaron antes del año de vida, para evitar el mal de ojo y en caso de morir quedar en el limbo (que por suerte ya no existe) se podría decir que nacimos católicos, nuestros padres fueron católicos, nuestros abuelos fueron católicos, nuestros bisabuelos fueron católicos, nuestros tatarabuelos fueron católicos, nuestros tataratarabuelos fueron católicos, nuestros tataratataratatarabuelos fueron católicos, nuestros tataratataratataratatarabuelos fueron católicos,  nuestros tataratataratataratataratataraabuelos fueron católicos, uno de mis tataratataratataratataratataratatarabuelo fue católico, el otro (él o ella) fue un simple panteísta, posiblemente animista, hereje y vaya a saber uno si satánico,  que junto a sus padres y abuelos fue debidamente encausado en el camino de la salvación, bien por la fuerza de la palabra, bien por la fuerza del látigo o la espada.

Pero como el maligno es poderoso, y como bien está escrito y estipulado en las distintas profecías marianas, al final de los tiempos la confusión reinaría en el mundo.   Después de la constitución del 91, el país pasó a ser un estado aconfesional, con libertad e igual de cultos y con una clara separación entre lo que era el estado y la religión.  A esto le sumariamos el auge o explosión tecnológica  que se dio a finales de los noventas y en el nuevo milenio, con su secundaria masificación de la información.  La expectativa en un futuro mejor avalado por la ciencia y la tecnología y el advenimiento de una edad dorada de la humanidad nació en la mente de todos.   Por desgracias esto no se dio,  la ciencia mostró que no todo era color rosa, que no podía solucionarlo todo, que quedaba mucho pendiente por resolver y que muchas cosas no se podían  mejorar.   El mundo se sumió en un capitalismo salvaje auspiciado por políticas neoliberales, el medio ambiente dejó ver su lado flaco y agresivo, y todo lo que una generación había soñado (mi generación) quedó resumido en un mundo con un futuro incierto, sumido en guerras contenidas por líneas imaginarias, el hambre afianzado sus raíces y unos bonitos teléfonos inteligentes que nos permitían estar conectados a la red a toda hora para suplir nuestra necesidad de atención y elevar nuestro ego a punta de instantáneas hipócritas… pero a pesar de todo, esta era la época dorada de la humanidad, nunca antes habíamos estado mejor.

Teresa y luis



Luis coronado vivía  con su hermana Teresa en una casa maltrecha al borde de una pendiente a la salida del pueblo.   Era (o es) una casa  de bahareque, anden  alto  para poder sentarse en él y ver pasar los días, una sala pequeña y limpia  con piso de cemento pisado, marrón y brillante, dos habitaciones alejadas de mi innata curiosidad infantil  y un solo corredor con piso de barro no mayor a tres metros, terminando en un rincón  oscuro y negro de hollín donde quedaba la cocina con su horno de leña.  Los baños a pocos pasos de allí hacían equilibrio al borde del barranco - como toda la casa-.  Era una panorámica extraña: una labranza de café, cacao y plátanos,  con árboles inmensos dispersos donde los pájaros y las cigarras hacían de las suyas.  al parecer vivía alguien más con ellos, otro hermano, creo que  el más joven, el más versátil,   y si la memoria no me falla murió cuando yo  era un adolescente.  olvidé su nombre... Solo lo recuerdo alto…como todos los adultos a la mirada de un niño. 

Mi tía  me enviaba allí  a comprar las yucas que Luis cultivaba en aquella pendiente  o por hierbas para algún remedio o  a dejar algún tipo de presente cuando mi tío traía comida de más a la casa.  en ocasiones me mandaban  con la sopa que había sobrado del día o cosas por el estilo,  la mayoría de las veces me recibía Teresa, una mujer un poco mayor que mi tía, tal vez rondando los 60 o más años, de corta estatura, delgada pero de contextura fuerte, cubierta con vestidos de tela con bordados de flores, la mayoría de ellos de tonos oscuros; cabello negro largo peinado a la mitad y recogido en una moña sencilla, y unos pies planos y cuadrados con un callo en el talón de varios centímetros de grosor, no recuerdo nunca haberla visto calzada.  Hablaba rápido y suave con un toque nasal, se alegraba al verme y me comentaba y preguntaba montones de cosas de la vida cotidiana que yo no sabía y que ella misma en un susurro se contestaba mientras me servía una taza de café negro y frío y un trozo de pan.  Caminaba por las calles del pueblo  hablando con cuanto paisano encontrara  y era la surtidora de escobas de monte para la casa, allí llegaba con las mejillas rojas y escurriendo gotas de sudor por la frente luego de una jornada de arrancar maleza en los potreros para formar una escoba de hierbas con la cual se barría la casa, dejando un aroma a monte, a montaña, algo exquisito. 

Pero hay dos situaciones particulares por las cuales recuerdo a esta mujer; la primera,  cuando ya me había graduado como médico  y en uno de aquellos arrebatos de altruismo y bondad compraba  mercado para llevarle.  En una de esas oportunidades, una tarde de sábado, llegué a su casa,  y entrando sin golpear, como era lo usual si la puerta estaba abierta,  pasé directo a la cocina donde la sorprendí preparando un caldo insulso para la cena. La saludé y le entregué el paquete sin mayor protocolo, ella sonrió, sacó cosa por cosa mientras decía para que le servirían  y las iba guardando en tarros y calderos,  luego para  mi sorpresa, tomó una olleta de la hornilla, sacó un vaso algo sucio del lavadero, lo limpió con su mano y con un trapo de dudosa higiene, sirvió en el algo de aguadepanela  (más agua que panela)  y de uno de aquellos calderos hizo aparecer  una bolsa con el único pan de 200 pesos que  le quedaba, me lo pasó, y no me dio  opción de rechistar.  Fue un gesto de desinterés y humildad que me conmovió.   

La segunda situación por la cual la recuerdo fue cuando mi tía murió, ese sábado en la tarde  después de  llegar en el carro de la funeraria, depositamos el ataúd en la sala, había pocas personas; mis abuelos y dos vecinas: doña Rosalba y luz Dary,  la noticia aún no se había regado, por lo que no había curiosos y visitantes,  las flores las traía mi esposa que llegaría en unas horas de Neiva.  Y allí, en un atardecer como tantos, con el sol  a punto de caer sobre las montañas y el canto de unos pocos pájaros en los naranjos, apareció Teresa por la puerta, pequeña, con su cabellera cana, susurrando para sí como siempre,  se acercó al ataúd, vio a mi tía en él, soltó unas lágrimas mientras decía

“nos dejó mi amita, lástima que se fue mi amita”

y dejó un pequeño manojo de flores moradas que había recogido del camino o de algún potrero lejano, como lo hacía con las frondosas escobas que años atrás llevaba,  esperó unos minutos mientras rezaba algo inentendible y salió.  Murió poco tiempo después, las causas y los pormenores no los supe, me enteré uno de los tantos fines de semana en los que visitaba a los abuelos en el pueblo.  Aún tengo pendiente llevarle un pequeño ramo de flores moradas a su tumba.



Luis  siempre fue sordo por virtud, hombre de caminar pausado, rasgos indígenas francos,  con una piel blanca percudida por el sol, tenía ojos pequeños y vivaces  y una sonrisa tatuada en el rostro, hablaba y hablaba aún más que su hermana, solo que este lo hacía a ritmo lento, era común verlo entrar por el portón de la casa, saludarme con un efusivo “hola hijo” y sentarse en uno de los taburetes de la cocina a charlar y charlar en compañía de un buen café.    Hombre trabajador  de manos callosas, entregado a la tierra, de pensamiento simple pero práctico.  Presenció el decaer de mis tíos, y aun en los últimos días se le veía entrar en la casa  o si no,  golpear estruendosamente la puerta para entregar una de las dos yucas que había cultivado con esmero. 


Cuando  la casa estuvo sola, yo en ocasiones llegaba un fin de semana y veía el patio pulcramente desyerbado, había sido Luis,  alcancé a pagar tres o  cuatro  veces su trabajo, pero luego se perdió, pregunté por él y me contaron que lo habían llevado al ancianato para que terminara sus  días en  tranquilidad y comodidad.  Semanas después mi abuela me comentaba que  ya no estaba allí, que no lo soportaban, el encierro había despertado esa parte rabiosa que estaba guardada en algún lado, de modo que no veía ningún problema en darle con un palo a las monjas que lo cuidaban o escupirle cualquier palabrota inentendible al personal del asilo, al final optaron por dejarlo libre, como siempre había querido estar.  

Los años le cobraron factura,  además de sordo se estaba quedando ciego,  no recuerdo si tenía los ojos claros per se  o  las cataratas le daban ese color.  Seguía yendo a su labranza a cultivar no sé qué, comía donde los vecinos o en ocasiones en el ancianato (cuando el mal genio que le evocaba el lugar se lo permitía) y dormía en su casa  al borde del barranco.    En ocasiones lo veía pasar frente a la casa o me lo encontraba en la calle,   en otros tiempos era él quien me saludaba alegre, ahora tenía que ser yo el que me le paraba en frente, para que detuviera su marcha y me reconociera, o le tocaba el hombro para que enfocara sus ojos blancos pequeños y vivaces.  Sonreía sinceramente y en su jerigonza inentendible solo lograba acertar un “hola hijo” y “Neiva” o “niño” yo a todo respondía que sí, suponiendo que preguntara por mi trabajo y mi hijo. Se despedía efusivamente de mano, y seguía su camino con paso pausado y tranquilo.   Murió un día del 2013, luego de rodar por la pendiente que tanto había querido,  lo encontraron al borde de la carretera malherido, fue llevado rápidamente al hospital del pueblo donde en una camilla dejó escapar su último aliento.  El mismo terruño que durante años le dio su sustento fue el mismo que tomó su vida a cambio.  ¿Cuantos años tendría?  ¿80?  Si no hubiese caído, posiblemente hubiese llegado a los 100.


miércoles, 19 de julio de 2017

Do the bartman, bart simpsons superestrella antes de "the luxo"






¿Cómo hubiese sido el mundo sin los Simpson?
Posiblemente un estercolero peor que el actual, donde la hipocresía y el puritanismo barato nos tendrían hasta el cogote.
Por fortuna la amarilla familia americana apareció a finales de los ochentas y literalmente conquistó al mundo en la década de los noventas.
En Colombia la serie se estrenó en el año 1992, la daban los sábados a las 4 de la tarde por la cadena uno, cortesía de la programadora Cinevision, y desde ese momento, verla era tan importante como ir a misa los domingos o asistir a clase de matemática el lunes.
No sé hasta qué punto sus no tan correctos política y socialmente contenidos  estimularon en mí  el hecho de tomar el mundo y todas sus situaciones con un ligero toque de humor negro y algún comentario acido, y por lo mismo, siento un poco de pena cuando veo a las nuevas generaciones crecer bajo unos Simpson completamente desfigurados, remedos del pasado, que solo se limitan a pasar chistes gringos flojos y situaciones fácilmente clasificables como pamplinadas,  y aun así muchos creen que ello es una sutil sátira contra la sociedad americana.


Y fue en esos primeros años de la década de los noventas,  cuando pocos meses después de su debut, nos agasajaron con su álbum musical “sing the blues” cuyo tema principal “do the bartman” me llegó a la mente hace unos días, cuando alguna neurona psicodélica disparó el recuerdo de esa melodía, que con placer escuchaba en mi habitación mientras el resto del mundo disfrutaba ritmos muy tropicales típicos de las fiestas de mitad de año.



Una muy buena canción; hip hop/funk netamente noventero con  gran influencia de Michael Jackson.
Una faceta musical que había olvidado de Bart… mucho antes que tocara la gloria con “The Luxo”





martes, 20 de junio de 2017

¿Celio o Macías-Prada?



Es por todos conocido que el Huila no es de los departamentos más prósperos del país (aunque debería), como bien dijo un amigo:

 -uno nota cuando entra al Huila, el asfalto de la carretera parece más áspero-

Y es más conocido por todos,  que nuestros representantes en el gobierno nunca han sido ni los mejores, ni los más útiles, ni las más representativos (no, el presidente Misael Pastrana no fue un buen ejemplo, ni tampoco su hijo Andrés Pastrana)

Pareciera que hemos aceptado la famosa frase de Turbay “llevar la corrupción a sus justas proporciones” y la hemos aplicado a nuestros notables representantes; por mucho que roben y roben al pueblo, cada cuatro años los opitas siempre seguirán  votando por los mismos Villalvas, Gechems, Losadas, González o Andrades,  igual, si ya tuvimos a nuestro embajador de la india, cualquier cosa después de él es ganancia.

Pero algo está ocurriendo;   en los últimos años  algunos de nuestros representantes están adquiriendo notoriedad,  y no por el hecho de  lograr el anhelado desarrollo de nuestra región,  ni por presentar y llevar a buen final proyectos en beneficio de los habitantes de la tierra del alto magdalena,  se están dando a conocer por los desaguisados (iba a escribir estupideces pero pensé que sonaría feo y lo omití) en sus declaraciones (solo declaraciones porque de hechos y acciones poco se ve),  sacaré del ruedo al senador Hernán  Andrade y Rodrigo Villalva que por ahora parece que están más interesados en ganar indulgencias electorales para el próximo gobierno que en otra cosa.  Los otros que no nombro, pues no los nombro porque ni fu ni fa.

El tema se centra en dos personajes:  el senador Ernesto Macías y el representante a la cámara Álvaro Hernán Prada.    El primero  por sus comentarios en el congreso, muy propios de un capítulo del chavo  y el segundo por su uso de las redes sociales,  cosa peor, pues el primero puede decir que ante cualquier cosa “se me chispoteo” pero el segundo se supondría que tuvo tiempo para pensar antes de escribir y publicar, pero es probable que lo primero le quede difícil y solo se limite a escribir y publicar.

Ambos miembros del centro democrático, partido caracterizado por depender en todos los aspectos del carisma de su jefe Uribe, y que está condenado a desaparecer máximo en unos 25 años (cuando Uribe muera de viejo) ya que él es el cerebro, corazón y alma, sin él todos son una masa amorfa, sin sentido del tiempo y el espacio.

La gota que derramo la copa, vino de Prada cuando luego del atentado en el centro comercial andino,  soltó su ímpetu bestial (por lo bestia) en redes sociales, dejando escapar su verborrea insulsa, superficial  e incendiaria,  mostrando  lo más vulgar de su mentalidad política:  el oportunismo político a expensas del dolor y el terror tras un acto de violencia.  No fue el único, muchos siguieron su ejemplo (la mayoría de su corriente política) incluso algunos tan chocantes como el pastor evangélico y YouTuber Ortiz, que como buitre se acercó al sitio de la tragedia a dejar su granito de odio disfrazado de indignación.

En la columna de opinión del diario del Huila, nuestro ilustre representante a la cámara trató de tapar la cagada con unos párrafos donde condenaba los actos terroristas, pero rematando con una increpación a todos los que le habían acusado de oportunista y miserable,  ni eso lo supo hacer bien, una cosa es fijar una posición frente a actos terroristas, y otra aprovecharse de ellos para realizar arengas políticas y de oposición.

Uno como huilense siente vergüenza al saber que estos dos personajes son los que nos representan, que son nuestra cara y voz ante la nación,   es una lástima que estén en ese sitio gracias a la estrategia un tanto maquiavélica pero legal de las listas cerradas,   pero como tendremos que soportarlos por otro año y medio, no queda más que decir que los opitas no somos como ellos, que somos gente amable, con ideas,  que queremos nuestro país y que preferimos que nos  identifiquen  con el celio del programa “ordoñese de la risa”  y no con estos esperpentos.




Nota: dicen las malas lenguas que las altas esferas del poder del centro democrático andan buscando ingenieros de sistemas que les diseñen una aplicación que les permita detectar los errores pendejos en sus publicaciones…no lo han encontrado

miércoles, 31 de mayo de 2017

Sin título No 5: "Las piernas llevan mi carga, mi espíritu lo dejo a la voluntad de los pies"

fredy polo

Siempre viene a mi mente el caminar.  
Camino siempre, a toda hora y en todo lugar,   camino en las mañanas antes de que el sol salga entre las montañas, cuando el trinar de los pájaros es insoportable y el firmamento es un desconocido lienzo de estrellas y planetas,  Insondables, destellantes y fugaces.  
Camino en la mañana, cuando el sol ya está alto y es cubierto por discretos cúmulos de nubes.  Camino por caminos serpenteantes que se pierden entre bosques y llanuras de hierba gigante.   Camino con el inclemente calor sobre mis hombros, desvaneciéndome en sudor, con la mirada puesta en el suelo de piedras ardientes. 
Camino en las tardes, por la sombra que dejan los arboles de troncos gruesos y ramajes frondosos  para luego perderme en terrenos de humedad crepitante, acompañado por las voces de los grillos y las  tímidas ranas.   
Camino por rocas resbalosas, por espacios asfixiantes de vida.  Como también puedo caminar por amplios senderos  solitarios, que conducen a ciudades y hogares, todos ellos desconocidos, acogedores  y cálidos.   No son para mí,   yo siempre busco el ocaso, donde las nubes se arremolinan furiosas sobre el sol descabellándose en tiras rojas y amarillas sobre un fondo azul celestial.  
Camino en pos de la primera  luz de las  estrellas,  del sonido de las aves despidiendo el día.  De la brisa que se levanta de algún lado y barre el polvo pisoteado, camino al amparo del aroma de la cena en casas al borde de mi vereda,  camino en el silencio del anochecer,  en busca de las sombras nocturnas, aquellas que se escabullen por todos lados y susurran secretos místicos  innombrables.  Las piernas llevan mi carga, mi espíritu lo dejo a la voluntad de los pies.  
Quisiera nunca parar,  nunca dejar de avanzar,  conjugar cada paso que se da en  cada metro recorrido,  todo es nuevo, todo cambia, nada es estático, todo nace y muere al poco tiempo.  
Camino porque soy de aire y la quietud asesina mi esencia.  
Y en ocasiones deseo correr, cual demente sin causa y perderme en los  espacios vacíos que va dejando la soledad.  
No quiero más la cárcel del acomodo,  no quiero el dolor de mis huesos estáticos, no quiero la repetición de los días y las noches sin fin, sin principio aparente.  No quiero ser parte del engranaje, del complejo y absurdo sistema. 
Solo quiero salir y caminar, sin que nadie me detenga, sin que nadie se interponga,  caminar hasta que los zapatos de fundan con el asfalto, hasta que los pies maltrechos sangren y desaparezcan, hasta el punto en el cual ya no necesite nada para caminar,  tan solo unas alas invisibles para alzarme en la noche y volar a la inmensidad. 

lunes, 1 de mayo de 2017

Hassam y los médicos




Revisando mi muro de Facebook y escuchando los comentarios de algunos compañeros de trabajo, me pico el bichito de la curiosidad de ver el último video del humorista colombiano Hassam,  que al parecer estaba causando indignación en el gremio médico.

No soy fan del comediante pero cuando quiero reírme de cualquier pendejada pongo sus videos o si estoy desparchado un sábado en la noche espero su presentación en “sábados felices”.

Sin mayor expectativa le di play al controversial video y… pues vi lo que se supone que tendría que ver;   una parodia muy a lo colombiano de la atención en salud: caricaturizaciones del equipo médico  (como se esperaría en este tipo de material) el desgastado cliché de “las locas” o “maricas” sin lo cual ningún chiste tiene gracia (le faltó el negro y el pastuso) abuelitos despistados sirviendo de extras y la insoportable canción de moda. Es más,  no le vi gran mérito a la producción del video,  pues era la escena típica en una sala de espera de un hospital.

El embrollo se formó al parecer porque había dejado en el aire la idea de que aparte de la responsabilidad del gobierno, gran parte del problema del sistema de salud  recaía en manos de sus ejecutores, desde el celador hasta el medico “loca” que atendía.  Un chiste flojo, algo de humor negro, y si, algo de desinformación…pero… al final de cuentas eso era lo que se supondría vería,  en realidad no esperaba la superproducción académico-filosófica que abriera un nuevo campo del saber.
Muchos médicos se indignaron (somos el país de los indignados, después del futbol es nuestro deporte nacional) y hasta donde vi, respetuosamente le reclamaron por sus distintas redes sociales.

Me sorprendí por sus respuestas, para ser una persona inmersa en el mundo del espectáculo parece que se tomó muy a pecho los comentarios (tal vez nunca había tenido tanta audiencia) y con frases descalificativas encendió más la hoguera;  expresiones como:  “creídos y maricones” “estudie otros 6 años más” o simplemente comparándoles con “ñeros” y rematando con una observación en su última presentación en sábados felices, donde sugería que si nos indignábamos nos indignáramos por algo de verdad importante, no por un simple humorista.

Quise entrar en la onda de la indignación, pero me di cuenta que Hassam no tenía la culpa,  a efectos prácticos, él, su video y los miles de seguidores-opinadores, más que reflejar el fallido sistema de salud, simplemente reflejaba al colombiano de a pie: el que cree que con su descuento de salud y pensión paga los honorarios de los profesionales de salud (el que no entiende de donde viene y para dónde va la plata nunca sabrá como lo están robando), el que cree que con dos billetes de cincuenta mil  compra la conciencia de cualquier persona,  el que primero insulta y luego exige un trato digno,  el que se siente estafado con un acetaminofén o un ibuprofeno pero que sacrifica medio sueldo en una bebida que termine en “life”,  en el bebedizo de cualquier brujo o en la pasta que formula la vecina de la esquina, el que se retira de manera voluntaria porque lo que se ordena (si dejan) no es lo que el medico considere sino lo que él cree pertinente…en fin., es una verdad innegable que el sistema  no es el mejor,  pero caer en el facilismo de inculpar a los profesionales de la salud es solo muestra de la ligereza de pensamiento, mal pandémico en el país. 

Tal vez a muchos les parezca exagerada la reacción del gremio de la salud ante un simple video, pero tal vez todo se deba a ese continuo estado  de tensión y paranoia en el cual nos encontramos inmersos quien en esto trabajamos a tal punto que ya no aguantamos ni un chiste.

Pero es que saber que de no cambiar las cosas este sistema de salud inevitablemente colapsara (por mucho que lo nieguen los ministros y el presidente) produce cierta “palpitadera en la sien”, y ser conscientes que un fallo en este sistema se traducirá en muertes en las que pueden estar   incluidas personas como Ud. y yo,  sin contar claro está, que de sobrevivir será más viable vender arepas en una esquina que seguir ejerciendo como profesional de salud en este país del sagrado corazón, dadas las garantías que ofrecen, casi que rompe el aneurisma que todos llevamos dentro,  y no sé, da cierta putería  que de las pocas personas que comparten esta ”epifanía”  y que han saltado las trabas mentales causadas por la muerte del último gran cantante vallenato o de los últimos 10 minutos que jugó James en el futbol europeo, vengan y con un video  lo mas de gracioso (porque es gracioso) a achacarle la culpa de todo a quienes de otra forma también son víctimas de este negocio llamado sistema de salud colombiano.

Tal vez deberían darle el collar de arepas a Hassan pues con sus personajes ha reflejado perfectamente nuestro país.  Un país manejado por algunos “Proculos rico”, que todos sabemos dónde están sentados y a qué horas sesionan,  administrado por muchos “Rogelios pataquiva” que construyen un puente en cinco años,  convocan marchas de principios bíblicos o en el caso de la salud,  conjuran infecciones y enfermedades desde memorandos en su escritorio,  condenan con base en lo que no entienden o roban a costillas de demandas por “fallidas”   anticoncepciones, y por ultimo sustentado por miles…no, cientos de miles…no, millones de “Güevardos” que se creen cuanta cosa les dicen.


Por último dejaré la frase que más gracia me causó “si no le gustan los médicos, estudie seis años y cúrese ud mismo”

domingo, 23 de abril de 2017

la increíble aparición de Jesús en los cielos de Colombia



Semanalmente llega alguna nota furtiva de cualquier parte del mundo  en la cual con lujo de detalles y según la corriente ideológica del medio informativo,  con una buena sarta de especulaciones e imprecaciones,  se nos muestra que nuestro señor y salvador Jesucristo no ha dejado a la deriva este mundo que muchos damos por perdido,  que en señal de su infinito poder y como muestra de su gran amor y compasión se materializa y deja su marca personal en distintos lugares u objetos para que con ellos y el poder que se deriva del mismo y de las oraciones de los afortunados que hayan presenciado el milagro,  la humanidad retome su camino de amor y paz y derrote las artimañas del maligno…

Anoche antes de acostarme me causo gracia un video que circulaba por redes, en donde en una tarde  cualquiera,  los rayos de un sol en poniente se colaban por un entramado de nubes, principalmente cumulo nimbos, creando una colorida y hermosa columna luminosa que no habría pasado de ser un curioso fenómeno meteorológico  de no ser por las múltiples exclamaciones de los testigos quienes hinchados de alegría proclamaban que aquello era “el señor de la misericordia”  sin contar claro, el  inevitable y multitudinario “amen” en los comentarios del video.

Indistintamente  de las creencias y deseos de los testigos  e internautas ¿Por qué vemos lo que no es en cualquier cosa?

Esencialmente por un fenómeno llamado pareidolia, que es la capacidad que tiene nuestro cerebro de encontrar patrones ordenados en escenarios  aleatorios y vagos, principalmente caras,  o mejor dicho, es la capacidad que tiene el cerebro de ver rostros y buscar orden en donde no lo hay.

¿Y para qué sirve esto? Esencialmente para facilitarnos nuestra vida social.   A lo largo de la evolución  fue necesario que el protohumano adquiriera la capacidad de un rápido reconocimiento facial que permitiera una mayor cohesión de la manada,  eso por un lado, y por el otro, dado que nuestro rostro es nuestra carta de presentación en la gran mayoría de nuestros aspectos vitales,  saber interpretar lo que está plasmado en él se convirtió de vital importancia para una adecuada vida en sociedad.  El cerebro  especializó parte de su superficie para este trabajo  en un área llamada el giro fusiforme en el lóbulo temporal,  y desde allí  se dedicó a interpretar rostros, leer miradas, evaluar sonrisas, especular con gestos, y no contento con esto, decidió extrapolar esta función a cuanta cosa había a su alrededor, porque al final de cuentas, es mejor ver una cara donde no la hay que pasar por alto una donde si la hubo.

Ya con esto y adicionándole un poco de pensamiento mágico, mucha religiosidad y algo de ingenuidad  se creó el caldo perfecto para dar nacimiento a las múltiples y diversas revelaciones divinas en superficies inverosímiles. 

Gracias giro fusiforme por hacer de nuestra vida algo cómico y agradable.


Y por último dejo por aquí el video y las mejores apariciones jesuscristianisticas que encontré (pueden colocar amen en los comentarios, eventualmente pueden servir como indulgencias)



JESUS DE LAS FRUTAS


JESUS DE LAS OLAS (Algunos dicen que es poseidon)



PANTOCRÁTOR TOSTATUS (jesus de la tostada)

CRISTUS PNEUMONICUS

SAGRADO ROSTRO DEL ROBLE

CRISTO FRUTAL

RESUCITADO CITRICUS

JESUS NICUTINICUS

JESUS DEFORESTAL O PREAVALANCHICO

SAGRADO ROSTRO DE LA CUCHARA DEL NIÑO DE MATRIX

CHRISTUS DIABETICUS

JESUS DAGUERROTIPICO 

CHRISTUS PETRICUS

NUBOSO CORAZON DE JESUS (Versión meteorológica del patrono de los colombianos)

NUESTRO SEÑOR DEL PHOTOSHOP

JESUSCRHISTUS SUPERSTAR

domingo, 12 de marzo de 2017

revista "los monos" del Espectador



otro video del canal, esta vez sobre algo que había quedado en el tintero luego de hablar de "aventuras" de "el tiempo".   era impensable dejar por fuera a los monos del espectador.  por cuestiones logísticas creo que deje mucho por fuera,  mas de dos décadas de publicaciones dan para mucho que contar, pero....

igual acá esta el video:


sábado, 25 de febrero de 2017

Causas y azares, Silvio Rodriguez Dominguez



Conocí la voz mucho antes de tener conciencia del recuerdo, en épocas remotas de la niñez, enmascarada  en un comercial de ropa infantil, disfrazada  como un reparador de sueños que en singles insoportables se dejaba escapar de vez en cuando por el parlante de la grabadora en la cocina a eso de las 10 de la mañana.
 
O tal vez me equivoque, puede que conociese aquella voz mucho antes de ser yo, cuando aún se  podían enfilar aventuras por transmigracionales secuencias de muertes y reencarnaciones, puede que lo escuchara cual personaje en ocasiones de onírico delirio me veo,  cual no soy yo en épocas no tan remotas.

Pasarían los años  y las melodías permanecerían ocultas y latentes a la espera del vendaval que levantara las capas de polvo existencial que una breve vida había logrado amasar.

Una noche de sábado, bajo la luz de una esfera  estroboscópica y con los susurros opacados por las vibraciones de merengues y algunas canciones de “los prisioneros”, aquella mujer casi niña, de voz aguda y nasal, piel blanca, carácter insoportable y una inmensa nariz  me decía al oído, casi rozando mi oreja con sus  finos labios que nunca bese, que gustaba de aquel hombre que tocaba la guitarra en un concierto, que gustaba de aquel hombre por su música y por su poesía  pero que no recordaba su nombre.   Yo cual tonto que siempre he sido, embriagado por los tres sorbos de cerveza que me había tomado y por el amor absurdo que hacia ella profesaba, especulaba lanzando al ruedo nombres y nombres  de los innumerables cantores que a diario escuchaba sin atinarle a alguno, pero una sola pista me dio la luz,  una sola pista me encausó por los caminos correctos de la memoria y evocó  aquella melodía que irracionalmente había considerado se producía en un patio lleno de niños (tenía una extraña fijación por los patios de cualidades acústicas) pero que con el razonamiento adecuado (el de ella) resolvería el acertijo que los dos habíamos creado. 

-          -La canción es el unicornio, es hermosa-

Me invento ahora esa frase para explicar  que fue eso lo que ella de una u otra forma trato de decirme.

La noche terminó en más noches de amor desvelado y de hipotéticos futuros, pero el mitológico animal cabalgó en mi cabeza  y paso a paso me llevo al nombre de su jinete. 


Por aquellos días  y gracias al  lanzamiento  de una de sus recopilaciones llamada “canciones urgentes”  la emisora en la cual tenía atascado el dial,  la siempre añorada “radioactiva”  metió sin mayor esfuerzo en su programación dos canciones: la maza y el unicornio azul… Silvio Rodríguez era el tipo que las interpretaba y quien desvelaba (creía yo) a mi volátil musa.



Después de ese día el universo conspiro a mi favor,  con unos pocos billetes,  la mitad bien ávidos  y la otra mitad no tanto, logre comprarme el primer álbum “las canciones urgentes” que solo supieron darme un disgusto, demasiado tropicales para mí,  demasiado orquestadas, yo buscaba aquella pureza de la guitarra que desde el reverso de la caratula me decía en clave que estaba oculta en todos aquellos títulos que  místicos se proclamaban. 

Hice un segundo intento,  ensimismado en el desamor, tomando el unicornio azul como el himno de mi desgracia,   preguntado dónde estaba mi animal de nariz grande y voz fina, ¿dónde lo había dejado? ¿Cómo lo había perdido en tierras cálidas y en manos de anónimos personajes? ¿Dónde estaba mi unicornio blanco? ¿Dónde estaba mi millón para rescatar?

El bálsamo a mi desdicha llego de mano de “Silvio”, fue una epifanía, la apoteosis de una mente absorta en ridiculeces, fue un golpe musical tan soberanamente fuerte que nunca pude recuperarme de él;   me disolví en sus letras, las medí, las medite, las recombine de mil formas y maneras,  algunas la extendí, otras las reinvente sin romper su arquitectura,  las frases inentendibles fueron remplazadas por historias resumidas en tres palabras que gustoso creaba,  luego, cuando  medianamente había logrado organizar aquel amasijo literario lo inunde en acordes y  trastes de guitarra que los disolvieron como caustico espiritual, separando fonemas con notas, rimas con rasgados,  punteos y párrafos enteros transmutados en la voz del autor,  “Silvio” fue el álbum que lleve al límite de lo humanamente permitido  para dejar solo un espacio a  llenar, el que sería ocupado por el hombre que renace del cadáver anterior.

Meses después un hombre venido de la capital, un hombre que décadas después terminaría siendo yo,  desplegó ante mis ojos circulares y relucientes platos musicales,  CDs los llamaban por aquellos tiempos,  el tesoro que decían los cuentos infantiles, los piratas habían enterrado para que nadie los pudiese descubrir.  Uno a uno los fusilé y  enterré su cadáver en cintas de casete,  y aun descansan en sus tumbas en una caja de cartón en mi hogar.  Así conocí a los trípticos, a rabo de nube, al final de este viaje  y el unicornio. 



Pocas noches después el demonio entro por las claraboyas altas ubicadas en la pared de mi habitación,  y un arcaico  testamento  sellamos en un trato,  como el pintor de las mujeres soles escupía al cangrejo (no esculpía) y entre voces de beatos se elevaba, así yo  vendí mi alma por tres notas,  dos acordes, un piano, una guitarra y un oboe, ese  fue el precio a pactar, y entre humo y metralla inicie nuevos caminos.   

Silvio Rodríguez sin lugar a dudas se convirtió en mi referente vital,  poco sabía de él, poco quería saber,  y hasta la fecha de hoy poco me he molestado en revolcar su biografía,  no es de mi interés,  sé que inevitablemente chocaré con concepciones ideológicas insalvables,  su obra simplemente trascendió su persona y como un extraño homúnculo, cobró conciencia propia y se transformó en un atípico fantasma que se disipa por las mentes y las casas que bien quiera acogerlo. 

Silvio me contó la historia de un animal mitológico que se perdió en una noche de diciembre  cuando el calor era insoportable, cuando yo miraba el techo desde un colchón tirado en el suelo, sin camisa, a la media noche, tragándome un planeta tras otro  mientras el animal cobraba formas de mujer blanca y de nariz grande en brazos anónimos.

Silvio me cantaba una canción sobre una mujer que trasformó su amor en lastima, como lo habían hecho nuestros padres,  mientras yo cruzaba un puente maltrecho sobre un rio de aguas turbias, bajo una llovizna poco usual en una tierra de sol, a mediados de abril.

En una tarde de mayo  a eso de las cuatro de la tarde, me senté frente a las puertas de la universidad junto a un hombre de unos 30 años, de rasgos indígenas, con las conjuntivas rojas por el herbario humo, cantando a capela la historia de tres hermanos que nunca pudieron llegar a donde quería ir, mientras su mujer rubia como el sol, blanca como la luna de madrugada, de tetas perfectas, nariz de estatua griega, vestido largo y con encajes que llegaban  a sus gastronemios firmes y sutiles, me fabricaba unas sandalias ásperas de cuero amarillo que heredó mi hermano que quiso ser cura y por suerte no lo fue,  mientras el hijo que había nacido de aquella imposible pareja jugaba con las piedras que servían para hacer collares, que luego yo compraría para llevar a la musa del momento, que en ese momento yo llamaba la princesa, y que con el sol del atardecer guardaba el reflejo de los verdes ojos del  niño  en la superficie del mineral.

Silvio me gritaba al oído que tenía que dejarme poseer por la rabia, que en  la rabia todo tiene su momento, que el grito se lo lleva el tiempo, que la rabia es el oro sobre la conciencia, que la rabia es mi vocación,  mientras yo llegaba sucio del tiempo,  no del bosque no del sol, ante una nueva compañera  que olía a flores del bosque y de la cual, en una madrugada atípica decidí despedirme, cuando sus ojos somnolientos se cerraban bajo el aliento alcohólico  de quien había sido su eterno amor.

Silvio  en una tarde de septiembre  me paso hoja y papel y diciendo que yo era un hombre sin templo,  me llevo a dibujar un sentimiento que ya había sido expresado en letras mas no en palabras,  bien pude disgregar una melena contra la calvicie, pase del número final al incontable,  fui desde la tumba hasta la superficie, cuan brevemente cuan multiplicable,  llegue a un canto alado, de fiebres de la infancia me brotó la invención del ansia, y entero y mutilado furiosamente a besos le di mi corazón travieso… solo que ella dijo con una sonrisa, que a cambio tenía que aceptar de nuevo la cruz,   yo respire la suerte de la noche y entre cervezas y humo de cigarrillos me aleje.

La última canción de una  primavera que un día Silvio dejó al lado de mi escritorio se la quise entregar a la mujer que habría de cerrar mis ojos cuando dejara escapar mi último aliento,  la puse en mi bolsillo, la escribí nuevamente en las hojas que caían de los arboles mientras caminaba a lo que sería mi hogar,  pero al final, como en una de las tantas disonancias propias de la misma,  me detuve junto a su portal,  pensé que  no sabría en que terminaría, si recién caminaba o era lo imposible,  esa primavera me hizo enloquecer.  Guardé la canción para nunca mostrarla y simplemente cruce la puerta.



Pero no todo fue amor,

En las montañas  junto a Eduardo, Palomino Betsy y  Mirley, susurraba las tonadas de Descartes,  con el frio cayendo del cielo,  subiendo por carreteras quebradas  frente a los rostros que bien podían reír o matar,   a caballo comencé el delirio de mi carrera,  caímos en ríos, apagamos el frio, saltamos broches y alumbramos en las noches,  llegue al vicio y puedo jurar que no fue un sacrificio.

En las mismas tierras  cuando el mundo entero buscaba desenfrenado su futuro yo me limitaba a convencer al cantor que dormía en la habitación de al lado, que tomara la guitarra y vertiera su conocimiento en acordes de mariposas a quien esto escribe, él dijo que no, porque sabía que no sabía lo suficiente como para enseñar, así que solamente se limitó a contar historias tras historias,  mientras opinábamos sobre bambucos,  melodías de pianos, quinceañeras inquietas , la flor de la mata del maracuyá y las distintas corrientes musicales que llevaron a System of a down componer chop suey.

Durante un temporal de verano que más que semanas pareció que duro años, en la cálida oscuridad de mi habitación en mi casa,  cuando el pueblo entraba en silencio y mis viejos ya próximos a sus últimos días reposaban inquietos en sus camas,  me preguntaba a donde iban  las palabras que no se habían quedado, las miradas que un día había partido,  adonde iban los cuerpos que nunca había podido dejar de alumbrar. Mujeres, todo era mujeres.



Por unos años Silvio quedo estático  en el recuerdo de los tiempos grabados  en las cintas de los casetes,  guardando el luto que los muertos de la casa exigían para dormir en paz,  cuando parecía que la capacidad de soñar había quedado enterrada  entre las piedras que habían caído de la pared.   Me engañaba, solo era una época nueva, solo era la espera para que el cadáver diera lugar a nuevos espacios para el nuevo ser, tal como había ocurrido antaño con “Silvio”, tal como había ocurrido con “mariposas”, tal como había ocurrido con “Domínguez” y su trovador errante.
 
Así uno no quisiera alejarse de los acordes de las guitarras y las orquestaciones de trópico de su música,  después de haber dejado entrar a Silvio en la mente, es imposible sacarlo.  Por mucho que se evite conocer su vida,  de una u otra forma se llega a ella en busca de respuestas a las preguntas que sus melodías generan, cuando simplemente uno ya no sabe qué solución dar a sus  acertijos poéticos.  De esa manera desvele el misterio del pintor de las mujeres soles, degusté las flores nocturnas,  visite a Pablo Milanés y Luis Eduardo Aute,  estudié los cuadros de Chagall,  rasgué algunas entrañas del che  y asomé la cabeza en el socialismo.



Después de crecer con Silvio se comprende su obra porque ella misma evoluciona a la par con quien la escucha,   se aprende a degustar  la rebeldía de “cuando digo futuro”, la extraña estética de “árboles” o “oh melancolía”,  se regocija nuevamente con los trípticos, o con el “rabo de nube”  para caer en los oscuros y solitarios pasajes de “Rodríguez” o “Domínguez”,   se entiende la perfecta sencillez de “mariposas”,  el aire de esperanza de “descartes” o la compleja mirada de la “cita con ángeles”  que viene siendo muy parecida a “erase que se era” y “segunda cita” y luego uno se puede sentar en una silla cualquiera, con la dulce compañía de un café caliente si hace frio o una cerveza si es el calor el que agobia, en espera de un buen amorío.

Silvio no es un hombre, no son los acordes inmortales,  no es una política y por mucho que lo digan tampoco es una blasfemia,  Silvio es una opción de vida, una opción que uno desea cómo debe ser.

Escuchar a Silvio es escuchar de nuevo un cuento infantil pintado con acuarelas tal cual  lo recordamos en la niñez, escuchar a Silvio es  caminar por los senderos al borde del poblado en una mañana de marzo  cuando las mariposas revoletean con vigor, los pájaros cantan inquietos en las altas ramas de los árboles  y el sol cambia de rostro según la nube que se le  cruce.  

Cada tema de Silvio es una pintura de música,  una que dice que los amores cobardes no llegan a amores ni a nada se quedan allí, ni el recuerdo los puede salvar.

Cada nota es un color  y cada palabra es la intensidad de ese color,  cada álbum es el lienzo sobre el cual se dibuja y las orquestaciones son la técnica de dibujo.

Cada canción de Silvio es un evangelio de vida, mejor que los bíblicos, pues nos muestra cual humanos somos, cual ángeles podemos llegar a ser, y que el único y verdadero dios es el amor que se desprende de cualquier pared, que se puede blasfemar o que puede morir de pasión, que todo es una continua cadena de causas y azares.


lunes, 20 de febrero de 2017

Tres palabras mágicas y tres cuadrados mágicos



 Sin lugar a dudas la más famosa de todas es Abracadabra, algunos remontan su origen a antiguos sacerdotes brujos de tribus animistas europeas,  aunque al parecer  tratando de desglosar su etimología posiblemente nazca  de algún tipo de conjuro de los pueblos semíticos.  Una de sus versiones y posibles orígenes más utilizados últimamente es la que  aparece  en las obras de Harry Potter, el Adava  Kedavra  de origen arameo y que viene traduciendo algo así como “que todo se destruya” o del arameo también  “avrah kahdabra” que significa  “Yo creo como hablo”, otra posible fuente vendría del hebreo  Aberah KeDabar que traduce  “iré creando conforme hable” o del también hebreo Abarja Dibra que traduce algo así como “bendeciré tus palabras”.  Como se puede notar todas tienen relación con el poder de la palabra y en especial con el poder que estas tenían para curar enfermedades, por lo cual también se le relaciona con el “abraxas”  palabra utilizada por grupos gnósticos primitivos para designar una deidad de características solares o ígneas que como todo buen dios tenía sus cualidades curativas.

La idea es que esta palabrita desde hace siglos se venía utilizando como medio curativo y el primer registro de esta cualidad corrió a cargo del médico romano del siglo II Quinto Serenus  Sammonicus, que en su libro “Res reconditae”, nos da una efectiva formula terapéutica para curar fiebres y problemas gripales;   Se toma la palabra mágica completa como la base de un triángulo invertido y se va creando la figura al restar en cada renglón la última letra de cada nueva palabra, se forma un amuleto con ella y después de nueve días, tal como la palabra va desapareciendo así la enfermedad se va disipando. Fue tan famoso este amuleto que según el escritor Daniel Defoe durante la epidemia de peste negra en el siglo XVII muchos londinenses la utilizaban como agente protector de la enfermedad.

 Aquí les dejo la fórmula para que la utilicen si presentan alguna afección viral  y no desean asistir a consulta médica o utilizar antiinflamatorios y antihistamínicos:

ABRACADABRA
ABRACADABR
ABRACADAB
ABRACADA
ABRACAD
ABRACA
ABRAC
ABRA
ABR
AB
A


Otra serie de palabras mágicas corresponden a los místicos y misteriosos palíndromos mágicos,  el más reconocido de todos ellos es el que forma el cuadrado mágico SATOR íntimamente relacionado con los cultos templarios y de constructores de catedrales,  pero claramente con un pasado mucho más lejano, pues la primera referencia que se tiene de él  es la que aparece en una columna de un gimnasio  en las ruinas de la antigua  ciudad de Pompeya.



Al cuadrado se le dan diversas funciones o interpretaciones dependiendo del brujo, sacerdote, místico, historiador, ocultista o bloguero de turno,  algunos lo relacionan con el planeta marte y su representatividad  astrológica, otros aseguran que era un buen detector de brujas,  también tenían funciones como escudo contra la hechicería o prevenía contra enfermedades o también según algunas referencias servía de extintor de incendios…   me imagino que por su íntima relación con los templarios algo debe tener relacionado con la piedra filosofal.   Como todo  buen palíndromo mágico se presta para múltiples juegos matemáticos, en especial los que estén relacionados con el número 65.

S A T O R
A R E P O
T E N E T
O P E R A
R O T A S

Otros palíndromos mágicos recomendados en el libro “la magia sagrada de Abramelin el mago” escrito al parecer por un mago judío cabalístico en el siglo XV, altamente influenciado por “la clavícula de Salomón” y según este mismo, apoyado en el conocimiento otorgado por algunos ángeles que le enseñaron técnicas y conjuros para controlar demonios, permitían a quien los utilizara adecuadamente el poder de volar como buitre o cuervo o dar el conocimiento sobre cosas del pasado, del presente y del futuro.  



Aquí están algunos de ellos:

ODAC
DARA
ARAD
CADO

Y este otro con más ritmo lingüístico

MILON
IRAGO
LAMAL
NOLIM

Otra palabra mágica altamente utilizada en las funciones de ilusionismo es “Hocus Pocus” y al igual que todas las palabras mágicas tiene un pasado poco claro,   se cree que  tiene varios orígenes (como todas)  uno dice que se deriva del nombre de un reconocido mago italiano del siglo XVI llamado Ochus Bochus, otros dicen que es una corrupción del conjuro del rito católico de la transustanciación  “Hoc est corpus meum” (este es mi cuerpo), otros que deriva de la frase galesa “Hocea Pwca” que traduciría algo así como “la trampa del trasgo” y otros que simplemente fue un medio de burla lingüístico de grupos protestantes germanos hacia latinos católicos en la época previa a la reforma.



Por donde se le mire es una palabra que lleva implícito el concepto de trampa o ardid, por ello el término “hoax” utilizado para clasificar las noticias falsas en internet proviene de esta palabra.

Y por último dejare a la archiconocida “ábrete sésamo” que a diferencia de las anteriores frases mágicas si tiene un origen claro.  Proviene de uno de los cuentos de las mil y una noches, exactamente de Ali baba y los cuarenta ladrones, y era la frase con la cual  la cueva donde los ladrones guardaban su tesoro se abría o cerraba según la indicación “ábrete sésamo” o “ciérrate sésamo”.  En realidad sésamo no tiene ningún significado oculto,  simplemente fue una omisión del traductor del cuento quien  dejó la palabra en su idioma original y no su traducción “ajonjolí” por tanto la frase correcta sería “ábrete ajonjolí” o “ciérrate ajonjolí”.



Sin lugar a dudas la versión original es mejor.