Muchas veces se cae en el error de encasillar a los
personajes del mundo de la historieta entre villanos y héroes, y dependiendo
del universo editorial que se siga, en superhéroes y supervillanos.
Pero en ocasiones algunos de estos personajes aunque cumpliendo
algunas (si no muchas) de las características
necesarias para ser catalogado como héroe, simplemente por su conducta dejan la
sensación de no serlo, de alguna forma han logrado trascender dicho estado y amilanarse en una orden
superior.
Entrando ya al tema, voy a decir que primero que todo me voy a adentrar en el universo DC, y como no
quiero entrar en recovecos y cositerias dejo el siguiente enlace
Donde trato de
explicar algo sobre el funcionamiento tanto de DC como de Marvel.
Ya salvado este obstáculo conceptual, me enfoco específicamente
en un personaje que hasta hace pocas horas sabía que me llamaba la atención,
pero no estaba seguro el porqué, pero luego de una mirada a vuelo de pájaro de
la adaptación cinematográfica del comic, y presa del influjo de un libro sobre
la historia del cristianismo que actualmente estoy leyendo, llego a la conclusión que aquello que me
impresionaba del doctor Manhattan era
simplemente su increíble parecido con el mito religioso de Jesucristo, y mejor aún, la historia del doctor Manhattan a diferencia
de los relatos evangélicos y los arrumes
teológicos de siglos de erudición, logra
de una forma bastante fácil, trascender
el dilema de la segunda venida del mesías y la restauración de la humanidad (la
nueva Jerusalén) mostrando en una manera
bastante fiable, como sería este suceso en caso tal de que llegase a ocurrir.
Desecho de antemano toda la parafernalia infantil en la que por desgracias millones de
cristianos afianzan su fe, y dando
rienda suelta a mí imaginación me pregunto aquello que muchos en algún momento
de sus vidas se han preguntado ¿Cómo será la venida de Jesucristo? Y con esto
me refiero a la idea tal cual la concebimos en nuestras mentes
parroquiales, tal cual como la moldean
los distintos pastores religiosos y tal
cual como nos aterra dicho momento dependiendo del nivel de religiosidad que se
tenga, porque seamos sinceros, para el
grueso de la humanidad la teología y sus disertaciones filosóficas solo son
cosas de unos pocos eruditos mezquinos,
lo nuestro es la magia y la milagrería vulgar, el sensacionalismo puro y
la sobrestimulación de los sentidos.
Con base en esto puede decir
y haciendo guiños al mismo argumento de la historieta, que la historia
del doctor Manhattan, desde sus inicios hasta su final, es el fiel reflejo de
la vida “mágica” de Jesús de Nazaret y encuadra perfectamente dicho mito en el
contexto actual, en la sociedad contemporánea, y cual visión de Juan en la isla de Patmos,
nos muestra como sería “el reinado del hijo de dios” en un mundo ya mandado al
carajo.
Empecemos por las similitudes entre la vida de Jesús y la
vida del Dr. Osterman.
-hay poco énfasis en la mayor parte de su vida hasta poco
antes del accidente, lo cual se asemeja bastante a los años perdidos de Jesús y el breve tiempo de su apostolado.
-se hace una breve reseña de su niñez, cuando aún era un
niño interesado por la relojería, impulsado por su padre, quien fuera el mismo
que lo encaminaría a la física, luego del uso de la bomba atómica y la
incertidumbre generada por la teoría de la relatividad en una labor que exigía
un concepto de tiempo invariable, esto
perfectamente relacionado con la experiencia de Jesús en el templo, la influencia paterna en el cambio de
paradigma y muy posiblemente la figura
de la bomba y la relatividad como el demonio tentador.
-aunque no necesariamente encaja, la figura de
Janey suple perfectamente la
figura femenina necesaria en la historia, tal como lo haría la Magdalena,
curiosamente la “resurrección” completa de Osterman se da en presencia de esta última
y es esta quien lo reconoce (como ocurrió en la resurrección cristiana)
-sus amigos físicos, que luego mueren por su causa, asemejan
algunos de los apóstoles (incluida su actitud de indefensión frente a su muerte
como en el caso de Jesús)
- las apariciones previas a su reconstrucción total en la
base militar, guardan un increíble parecido con las apariciones del resucitado
(que en algunos pasajes evangélicos da señas de estar en un “proceso”)
Y una vez reconstruido por sí mismo (como Jesús) y expuesto
a toda la humanidad (como Jesús) es en este punto donde la historia se aparta
de su base bíblica y toma su propio camino. En el relato sagrado Jesús asciende a los
cielos y allí se pierde su rastro (algo confuso y muy dado a la duda en el caso de Saulo de Tarso) dejando solo el
mensaje de espera y esperanza (o castigo según la corriente cristiana). Osterman,
o en este caso ya el Dr. Manhattan,
se convierte en el mesías esperado,
en el hombre perfecto, en el ser omnipotente que durante dos mil años la humanidad había estado
esperando, solo que trae consigo un
problema, y es que no es judío como el
anterior, este es norteamericano, y los sucesos que narra la historieta son una
buena aproximación de lo que pasaría si en algún momento viéramos el cielo
abrirse y al compás del estruendo de trompetas ver bajar el hijo de dios, necesariamente este debería tomar partido por
algún tipo de ideología política, sería
extraño ver a un cristo mesías con inclinaciones socialistas marxistas o de
tendencias radicales musulmanas, o con
cualquier corriente de pueblos orientales, el dios que adoramos (adoran) es
estrictamente un dios occidental, su ética y su estética es occidental y lo más
correcto es que fuese un patriota americano (tal como lo entiende mi presidente
Trump), su poder se desplegaría para apaciguar los conflictos orientales (y
latinoamericanos) y no por la vía del dialogo y el amor (ya había hecho eso en
su anterior visita) sino haciendo uso de su poder divino, tal cual el Dr. Manhattan
en el conflicto del Vietnam. Curiosamente el comic trasciende la teología y
brinda el toque humano al ser omnipresente, pero su misma naturaleza sobrenatural
hace que poco a poco se harte de este mundo, pierda interés en las nimiedades
de esa masa ingente de idiotas útiles, y paso a paso vaya desligándose de la
humanidad y sus preocupaciones, tal cual
lo muestra el comic, el Dr. Manhattan o el hipotético Jesucristo en su versión mejorada,
acorde a sus más altos conceptos de ética y moral, acorde a su clarividencia o omnisciencia,
tarde que temprano tomarían decisiones que por encima parecerían siniestras o malévolas (como cuando
Dios creo el mal y de paso dio vía libre al nacimiento del demonio) y por el
bien de un fin superior sacrificaría aquella multitud sedienta de ilusiones.
Paso a paso, tal como el Dr. Manhattan, el nuevo mesías comprendería
que el mundo que soñó nunca había existido, que para que fuese real tendría que
reinventarlo de nuevo, alterarlo desde sus más atómicas bases (como lo hizo en
las crisis dimensionales del universo DC donde cautelosamente se le acusa de
alterar el espacio tiempo para crear una nueva realidad) o simplemente dejaría todo
a su suerte y partiría a nuevos escenarios para crear vida y ser lo que simple
y llanamente era desde un principio, un dios creador.
Así como le ocurrió al Dr. manhattan, el Jesucristo postapocaliptico
simplemente terminaría fastidiado de la humanidad.
“Estoy harto de la tierra, de las personas, estoy harto de
sentirme atrapado en la maraña que conforman de sus vidas.
Dicen que trabajan para crear un paraíso, pero su paraíso
está plagado de horrores. Quizá el mundo no se crea, quizá nada se crea, como
un reloj sin relojero. Es demasiado tarde, siempre ha sido y siempre será…
demasiado tarde.”
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