La noche inicia.
La campana en la torre tañe las últimas notas de llamado.
La noche nace.
Una brisa suave mece las ramas de los árboles,
las hojas secas exhalan su último aliento floral,
un grillo oculto entre las piedras oscuras eleva sus plegarias,
los hijos de las luciérnagas despiertan,
un camino de luz recorre los bosques diminutos de hierba pisoteada.
Hay un árbol enjuto y viejo en el centro de todo
amenazado mil y una vez con palabras de filo cortante,
pero aún no es su hora
parece que esta nunca llegará.
Cada noche descubre su última flor amarilla,
cada noche desafía los años,
cada noche invoca estrellas fugaces mientras los grajos recorren sus nervaduras.
La noche se eleva por entre las ramas del naranjo,
han pasado tantos años
cuando las verdes y multitudinarias horas lo ocultaban todo,
hasta el día de hoy
cuando ramas secas y frágiles rasguñan el manto nocturno.
La noche se crea en el silencio de las aves,
emana de los vapores condimentados en las goteras de las casas viejas.
La noche se nutre de estrellas
antes que la luna curiosa se asome por las laderas de las montañas.
La noche es quietud líquida en lo oscuro de las aguas que reposan al borde del corredor,
aguas que pululan de vida
aguas que se niegan a los milagros
aguas que son ajenas a la divinidad.
La noche es luminosidad rodeada de verde oscuridad y vida,
es contraste y encandilamiento sutil
es la agónica mirada del sol perdiéndose en el horizonte eterno.
No hay noche sin oración,
no hay noche sin plegaria,
no se necesita de Dios para que haya noche,
no existe alma que niegue la noche,
no sobrevive el espíritu que infructuosamente trate evadirla.
La noche se lleva el movimiento del día
arrasa la memoria cálida del guerrero
obnubila la mente que calcula la sumatoria de dos restas y un interrogante.
La noche es memoria,
La noche es el pasado repetido sin cesar,
La noche es el descanso de la realidad,
La noche es la tumba en la que cíclicamente yacemos
para posiblemente nunca despertar.
Nadie muere de día
la muerte solo ve en la noche,
solo en ella renacemos a la primigenia sustancia de donde venimos.
La noche aniquila lo que hemos querido ser y nunca logramos
la noche nos descubre tal cual somos,
la noche es el espejo inmaculado en el cual
los ojos ven el alma de la existencia.
La noche nos enseña que somos nada
solo el eco de una campana,
el movimiento de una rama,
el sonido de una hoja al caer,
el destello de una luciérnaga,
la onda que se disipa en la alberca,
el ladrido de un perro,
el recuerdo de un sueño olvidado.
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