latecleadera

domingo, 31 de agosto de 2025

Tengo tantas canas

 

Resguardo, aquello que la magia nunca corromperá. 

Tengo tantas canas, tantas sombras y claroscuros cubriendo mi cabeza que me pregunto:

¿Cuándo vendrás por mí, mujer de mirada perdida en la lentitud del existir?

Te recordé recorriendo los pasillos con andar cadencial… paso a paso.

Un eco de pisadas en callejones y corredores,

un pie blanco y largo esperando en las esquinas del olvido.

Soy un vagabundo que sobrevuela los nidos de las ratas al anochecer,

sonrío a la luna desierta entre los arbustos,

donde tu cara se enreda en los huesos de las ramas de los árboles moribundos.

Magdalena te llamé en el principio de los tiempos

luego

cuando las trompetas disfónicas elevaban su plegaria a los ebrios obscenos

Catalina te llamé.

¿Más no eras acaso la bruja que se escondía bajo una raíz de regaliz?

¿En las tardes en las que la abuela paciente y tranquila preparaba el café?

Lelen te llamé en los sueños agitados

cuando el sol del atardecer se diluía  en los arreboles del horizonte.

Luego te sentaste a mi lado con dedos largos y uñas sin pintar:

-        Esa es mi casa, ven  -

Y  nunca quise ir,

me ahogue en naufragios de miradas felinas y sacras aunque infinitamente malévolas y vulgares.

Las luciérnagas emigraron de mi hogar

y tu piel rozó una tarde cualquiera mi barba incipiente.

Luego quise llorar mis lágrimas perdidas en una apuesta de rabia…Y te perdí

no te volví a ver.

¿Dónde estás mujer morena de lentes circulares?

¿Dónde estás mujer de cabellos rubios y lunares en los brazos?

¿Dónde estás magdalena de mi pasado? sentada bajo el árbol frondoso jugueteando con un perro en vísperas de navidad.

Un cabello de plata cae de mi frente

golpea la uña de mi dedo mayor y retumba en ecos de burdel.

¿Dónde estás magdalena?

La niña que fue a buscar el invierno y nunca quiso regresar.

¿Dónde estás catalina? mal llamada Penélope para que pudieras encajar en la canción,

Juraría que te vi un día al atardecer

cuando llovían  embarcaciones de papel de los árboles que circundaban el camino a la ciudad,

te vi escondida en los escombros de mi vida;

qué lejos vas,

qué lejos estoy.

Esto es lo que queda de mí,

ese es el recuerdo de mí,

el recuerdo de la mujer con nombre de niña

que se perdió en la curvatura de un pie blanco

que caminaba descalzo por los corredores de ensueño

un día cualquier entre  abril y junio.

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