En la biblioteca de mi pueblo habían tres o cuatro libros de
astronomía, algunos con coloridas y detalladas imágenes de planetas, cúmulos y
galaxias que nutrieron mi incipiente anhelo de explorador estelar hasta bien
entrada mi adultez, cuando muy a mi pesar, descubrí que esas fantásticas fotos
solo eran el producto de un laborioso trabajo de astrofotografía y que nunca
las vería tal cual con un telescopio, por más que aumentara el diámetro del
espejo principal. Pero como en mis épocas
de adolescente no sabía eso, algunas páginas (unas pocas decenas) terminaron en
mis archivos personales como material de consulta, principalmente en lo
relacionado con mapas estelares y más datos relevantes para mi calenturienta
mente de ñoño, no hay que olvidar que eran principios de los noventa y el
internet y el flujo libre de información aún estaban en pañales.
jueves, 31 de marzo de 2022
Mis libros perdidos: El universo de Virgilio Brenna
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