Lo bueno del cine mondo es que una vez dejamos de lado esa visión
políticamente correcta que  aplicamos
para todo, nos permite reconocer nuestra sociedad tal cual es.  Y es curioso ver como una película colombiana
ha logrado con honores escalar en este marginado género cinematográfico.
“Orozco el embalsamador” es una película del  documentalista y fotógrafo de nota roja
japonés Tsurisaki Klyotaka.  Esta cinta
narra con lujo de detalles y sin el menor tapujo el diario vivir de Froilán Orozco
un embalsamador de las zonas marginales de Bogotá.
Muchos centran su atención en el morbo inherente que produce
la sangre y las vísceras expuestas de los cadáveres que pasaban por sus manos y
la extraña sensación que se genera al  ver un cuerpo despojado de su “humanidad”,  y aunque a diferencias de otras cintas del
mismo corte, en esta se puede seguir un hilo narrativo, se puede encontrar una
historia más allá de  lo cadavérico,  es en este punto donde bien puedo decir que
aparece una de las secuencias más terroríficas del cine. 
En esta no hay sangre, no hay violencia, no hay muertos, solo hay una infinita soledad y vacío, un plano secuencia de un hombre sin alma
 

 
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