Me
gusta ver correr el viento cuando es
preámbulo de tormenta; cuando en el
principio de la tarde los nubarrones bajan y se dejan acariciar por los buitres
serenos en tanto el sol oculta su cara tras las montañas de agua en suspensión. Me gusta el silencio de esos instantes; una
calma que huele a flor de orquídea y a libro viejo recién robado. Me gusta sentir el trémulo que produce el
agitar de las alas de las mariposas y escuchar
el repiqueteo de las hormigas presurosas corriendo a su nido, ver la hierba seca
mecerse al compás de la brisa mientras sobre ella danzan juguetonas las hojas
marrones que caen de los árboles robustos.
Quiero de nuevo, un día
cualquiera, volver a sentarme en el asiento de madera y olvidar todo lo que soy…
solo contemplar el viento correr en el preámbulo de la tormenta.
"Federico y los días de colores"