El recuerdo más lejano que tengo de Plutón es un jueguito de mesa que se reclamaba con no sé cuántas envolturas de pasabocas yupis, igual que hoy, en esos días estaba de moda star wars y el jueguito en cuestión era un sistema solar en espiral, cuyo punto de partida era el Sol, pasaba por Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, cinturón de asteroides (que devolvía al inicio) Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y la meta quedaba un cuadrito después de Plutón. (Sobra decir que había naves de la república por varias casillas y el halcón milenario que daba un empujón al jugador). Luego estaban las tareas de la escuela con un sistema solar en una tabla, burdamente pintados los planetas, sus orbitas elípticas delineadas con aserrín y pegante y nombres de caligrafía defectuosa. Por último la maqueta del colegio, cada planeta era una bola de plastilina clavada en un alambre y pegada a una nueva tabla (extraña relación entre la carpintería y la astronomía).
Los planetas los empecé a
distinguir en horas de la madrugada cuando por algún motivo tenía que levantarme
antes de la salida del sol y en lo alto y aun con la vista adormecida veía un
Venus fulgurante acompañado de estrellas que juraría nunca había visto en el
anochecer. Júpiter y Saturno llegaron
luego de pesquisas en mapas estelares,
cuando notaba su cambio de posición en la bóveda celeste tras noches y
noches de observaciones furtivas a ojo pelado en el patio de mi casa, esperando
cazar una supernova, una cefeida, o como mucho si contaba con suerte un ovni.
Finalmente tuve la posibilidad de comprar un modesto (muy modesto) telescopio y
desviar la mirada de los atlas estelares al oscuro profundo galáctico. Tras semanas de búsqueda y cansado de ver la
luna, enfoque al gigante Júpiter y sus cuatro lunas galileanas -dichoso como
nunca- y días después, pasada la media noche,
Saturno entró al campo visual telescópico. Esperaba verlos más cerca, inmensos, mas
definidos, pero 60 mm de diámetro no soportaban mucho. Marte fue mi gran decepción,
durante noches soñé viendo sus polos congelados, sus tormentas de arena
planetaria, el rojizo de su superficie contrastado con el fondo de estrellas,
pero la noche que lo pude captar, solo vi un manchocito naranja mal definido y
ya. Mercurio solo como una estrella
discreta en el horizonte al llegar el anochecer, Urano y Neptuno, aun en
libros, tampoco me hago ilusiones, pero Plutón, ese planeta rezagado estaba por
completo alejado de mis posibilidades, excluyendo las recreaciones que muchos
artistas hacían de él, solo era un puntico como cualquiera de los miles que un
telescopio había capturado un día que
estaba aquí y otro allá. Tal cual
aparecía en los tratados de astronomía, y ni que decir de la foto tomada por el
Hubble, dos esferas luminosas en un
fondo azul pixelado.
Pasaron los años y por cosas
de científicos locos fue degradado de planeta a planetoide o planeta enano, el
sistema no contaba con nueve planetas sino con ocho, y noticias
sensacionalistas proclamaban cada tanto que se había descubierto el décimo (en
realidad noveno) planeta…curiosamente más allá de Plutón. Algunos amigos algo místicos y desquiciados
adicionaban a la maqueta del sistema solar el planeta Nibiru, un poco mayor que
la tierra, que pasaba no sé cada cuántos años rozando la tierra, arrasando a
los pecadores y de paso trayendo de nuevo a los annunaki, nuestros verdaderos
creadores…pero este ya es otro cuento.
Muchos aún conservan en su
estructura mental el diseño del sistema solar tal cual no lo enseñaron en la
escuela. Un sol pequeño pero brillante
en el centro, y nueve bolitas a su alrededor con ligeras variaciones de tamaño,
y después del último y minúsculo planeta rocoso un vacío infinito…
Hoy después de la llegada de
la sonda new horizons a Plutón y luego
de ver las imágenes en alta definición de un cuerpo estelar semejante a la
luna, no está de más echar un vistazo a la organización del sistema solar, para
hacernos una ligera idea de que lo que es grande es muy grande, de que la luna
no es la luna más grande, que la luna es más grande que algunos planetas y que
hay lunas más grandes que la luna… en fin aquí van los 50 cuerpos estelares más
grandes que nos rodean.