Cierto día, mientras esperaba con paciencia la hora de ir a trabajar, por cosas del destino, un pequeño grupo de neuronas octogenarias despertaron de su sopor y trajeron el recuerdo de un curioso poema de las épocas escolares.
Gracias a
la intercesión y buena voluntad de una de las tantas profesoras de primaria, (creo
que la profe Argenis) tuve a mi disposición un entrañable libro con los poemas más
reconocidos de Rafael Pombo, libro que leí y releí cientos de veces y cuyas
ilustraciones quedaron enmarcadas en lo más profundo del arquetipo artístico interior. El poema con más likes de aquellos años
ochenteros era sin lugar a dudas el renacuajo paseador, con su rima pegajosa,
su moraleja que aun hoy en día rige algunos preceptos morales en mi conciencia
y la horrible imagen del sapo tragón, analogía arcana del infierno y sus
castigos.
Para los no
entendidos en el tema transcribo acá el macabro relato:
El renacuajo
paseador
El hijo de
Rana, Rinrín renacuajo,
salió esta
mañana muy tieso y muy majo
con
pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero
encintado y chupa de boda.
—¡Muchacho,
no salgas! —le grita mamá
pero él
hace un gesto y orondo se va.
Halló en el
camino, a un ratón vecino
y le dijo:
—¡Amigo!— venga usted conmigo.
Visitemos
juntos a doña Ratona
y habrá
francachela y habrá comilona.
A poco
llegaron, y avanza Ratón,
Estírase el
cuello, coge el aldabón,
da dos o
tres golpes, preguntan ¿quién es?
—Yo doña
ratona, beso a usted los pies.
¿Está usted
en casa? —Sí señor, sí estoy,
y celebro
mucho ver a ustedes hoy;
estaba en
mi oficio, hilando algodón,
pero eso no
importa; bienvenidos son.
Se hicieron
la venia, se dieron la mano,
y dice
Ratico, que es más veterano:
— Mi amigo
el de verde rabia de calor,
démele
cereza, hágame el favor.
Y en tanto
que el pillo consume la jarra
mandó la
señora traer la guitarra
y a
renacuajo le pide que cante
versitos
alegres, tonada elegante.
—¡Ay! de
mil amores lo hiciera, señora,
pero es
imposible darle gusto ahora,
que tengo
el gaznate más seco que estopa
y me
aprieta mucho esta nueva ropa.
—Lo siento
infinito —responde tía Rata—,
aflójese un
poco chaleco y corbata,
y yo
mientras tanto les voy a cantar
una
cancioncita muy particular.
Mas estando
en esta brillante función
de baile,
guitarra y canción,
la gata y
sus gatos salvan el umbral,
y vuélvese
aquello el juicio final
Doña gata
vieja trinchó por la oreja
al niño
Ratico maullándole: “¡Hola!”
Y los niños
Gatos a la Rata vieja
uno por la
pata y otro por la cola.
Don
Renacuajito mirando este asalto
tomó su
sombrero, dio un tremendo salto.
Y abriendo
la puerta con mano y narices,
se fue
dando a todos noches muy felices.
Y siguió
saltando tan alto y aprisa
que perdió
el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en
la boca de un pato tragón
y este se
lo embucha de un solo estirón.
Y así
concluyeron, uno, dos y tres
Ratón y
Ratona, y el Rana después.
Los gatos
comieron y el pato cenó,
¡y mamá
Ranita solita quedó!
Pero lo
curioso de todo este enmarañado literario, era que en el bajo mundo escolar,
ese que era dirigido por trúhanes de la peor calaña de los grados quinto y
por algunos de sus esbirros de cuarto grado, de alguna forma habían logrado
adquirir una versión prohibida y maldita de dicha fabula, escrita al parecer en
un momento de delirio alcohólico de don Pombo, o en su defecto, realizada por algún
puberto de bigote incipiente y hábitos masturbatorios. La cosa es que era un secreto a voces, de que muchos de los estudiantes que no se caracterizaban por
sus buenas calificaciones, portaran en sus billeteras, al lado de los
calendarios de mujeres con poca ropa y de las credenciales, (trofeos de sus victorias
amorosas) una hoja doblada con caracteres posiblemente en lengua negra, que
rezaba el poema maldito
No entraré en detalle sobre cómo llegó a ser posesión mía, pues fuí un nerd toda la
escuela y el colegio, y mi primera novia la tuve cuando ya casi me graduaba…pero
el diablo es puerco y los caminos de dios son torcidos.
El 80% del
conjuro descrito en la hoja me lo sé de memoria, solo una pequeña parte tuve
que tomarla de oscuras y pérfidas páginas de magos macabrosos de internet.
EL
RENACUAJO PICHADOR
El hijo de
puta Rin Rín Renacuajo
salió esta
mañana arrecho el vergajo,
con
pantalón corto, condón a la moda
la verga
parada y el culo de boda.
¡Marica no
salga! le grita mamá,
Pero él se
hace el pendejo y arrecho se va
Halló en el
camino a un huevón vecino
y le dijo:
¡Marica!, Venga usted conmigo!
visitemos
juntos a doña ratona
habrá
francachocha y es muy culiadora.
A poco
llegaron avanza el huevón
toque pues
la puerta no sea maricón.
Preguntan:
¿Quién es?
Yo doña ratona,
beso a usted los pies.
Estaba en
mi oficio de lavar condones
pero eso no
importa, culiar es mejor.
Se hicieron
la paja, se dieron la mano
y dice el
huevón con la verga en la mano:
Mi amigo el
de verde gime de emoción
échele otro
polvo hágame el favor,
Con gusto
se lo echo pero comprenda usted
que se
arrecha primero y se bota después.
De tanto
ajetreo me siento maluca,
se me salen
los pedos y me rasca la cuca,
béseme la
tetas, deje usted la lucha,
Quiero que
me meta la verga en la chucha
Ay de mil
amores se la metería ahora,
pero es
imposible clavarla más… señora.
Tengo las
huevas secas como una estopa
y me pesa
mucho esta verga floja.
Ahora me
voy pues doña ratona
porque
usted no es buena pichadora
si le toco
las tetas se siente maluca
y usted lo
que quiere es que le bese la cuca.
Y ahora sí
arranco con mi buen amigo
que me lo
mamará un rato en el camino.
Y llego a
su casa Rin Rín Renacuajo,
con el
ánimo arriba y su verga abajo
Rin Rín se
descuida, su mamá lo aporrea
y después
de tres días le da gonorrea.
RAFAEL
POLVO