latecleadera

lunes, 7 de diciembre de 2015

Sin titulo N° 3 (Magdalena)


fredy polo

Tengo tantas canas, tantas sombras y claroscuros cubriendo mi cabeza que me pregunto ¿cuándo vendrás por mí?
Mujer de mirada perdida en la lentitud del existir.
Te recordé en los pasillos
Recorriendo con andar cadencial (¿existes palabra?), paso a paso
Un eco de pisadas en callejones y corredores
Un pie blanco y largo esperando en las esquinas del olvido.
Soy un vagabundo que sobrevuela los nidos de las ratas en el anochecer
Sonrío a la luna desierta entre los árboles
Donde tu cara se enreda en los huesos de las ramas de los arboles moribundos.
Magdalena te llame en el principio de los tiempos
Luego
Cuando las trompetas disfonicas elevaban su plegaria a los ebrios obscenos
Catalina te llame
¿Más no eras acaso la bruja que se escondía bajo una raíz de regaliz?
¿En las tardes en las que la abuela paciente y tranquila preparaba el café?.
Lelen te llame en los sueños agitados
Cuando el sol del atardecer se agitaba en los arreboles del horizonte.
Luego te sentaste a mi lado con dedos largos y uñas sin pintar
-Esa es mi casa, ven-
Y yo nunca quise ir
Me ahogue en naufragios de miradas felinas y sacras
Aunque infinitamente malévolas y vulgares.
Las luciérnagas emigraron de mi hogar
Y tu piel rozó una tarde cualquiera mi barba incipiente.
Luego quise llorar mis lágrimas perdidas en una apuesta de rabia
Y te perdí
No te volví a ver.

fredy polo

¿Dónde estás mujer morena de lentes circulares?
¿Dónde estás mujer de cabellos rubios y lunares en los brazos?
¿Dónde estás magdalena de mi pasado? sentada bajo el árbol frondoso
Jugueteando con un perro en vísperas de navidad.
Un cabello de plata cae de mi frente
Golpea la uña de mi dedo mayor y retumba en ecos de burdel
¿Dónde estás magdalena?
La niña que fue a buscar el invierno y nunca quiso regresar
¿Dónde estás catalina? mal llamada Penélope para que pudieras encajar en la canción
Juraría que te vi un día en el atardecer
 Cuando llueven embarcaciones de papel
De los árboles que circundan el camino de la ciudad
Te vi escondida en los escombros de mi vida
Que lejos vas
Que lejos estoy
Eso es lo que queda de mí
Ese es el recuerdo de mí
El recuerdo de la mujer con nombre de niña
Que se perdió en la curvatura de un pie blanco
Que caminaba descalzo por los corredores de ensueño
Un día cualquier en abril y junio.


martes, 24 de noviembre de 2015

Sin título # 2

fredy polo

Suelo escribir lo que sueño…bueno, lo que someramente recuerdo haber soñado.  

Algo curioso con los sucesos oníricos es su capacidad de manipular el tiempo, de hallarle sentido a lo que no lo tiene  y por último, de desaparecer en el olvido con los primeros rayos del sol cual  nosferatu desvelado.   Hace cerca de dos años, un acomedido ladrón  se llevó mi portátil y con él centenares de páginas que durante meses y posiblemente años había cultivado de una manera burda y gramaticalmente incorrecta, simplemente una fuga de ideas a altas horas de la noche.  Por suerte mucho se salvó gracias a las copias en otro computador, algunos discos y copias de seguridad en los correos. Y estando en la tediosa labor de revisar lo escrito me encontré con este sueño que lo había dado como perdido, perfectamente clasificable como pesadilla.

Hay un sueño diferente a los demás, es un sueño apocalíptico,  lo particular de este es que en el no hay esperanza. Por regla general en todo sueño, y ante la inminencia de cualquier amenaza siempre hay una vía de escape, un punto firme, o al menos un camino que pueda llevar a un hipotético lugar de seguridad.

Era un vida  normal, trabajaba como lo que soy, un médico; vivía en un una ciudad a semejanza de Neiva, solo que con un clima menos tropical y horizontes más extensos.  Había un gran edificio de paredes monocromáticas alternas y una sobriedad típica de una clínica.  La noticia la escuché por primera vez allí, como un simple comentario farandulero, un chisme de pasillo, algo anecdótico. 

Los días pasaron, vivía con mi esposa, desconozco si Ángel -mi hijo-,  ya estaba entre nosotros.  Luego la noticia tomó más eco, y la incertidumbre inició.  En un televisor de tamaño medio un corresponsal extranjero daba los pormenores del tema.  Una gigantesca mole de piedra, un planetoide algo menor que la luna,  aparecía de los confines del universo y discreta pero invariablemente tomaba rumbo de colisión hacia la tierra.  Era poco creíble lo que allí se decía, ¿cómo podría eso ser posible?  Una esperanza infantil surgía por todos lados, siempre habían existido los problemas y amenazas y por muy complejos que estos fueran, siempre se encontraba la solución.   Pero los días pasaron y la solución no llegó.  Todos los medios de comunicación se desbordaban sobre el asunto, el choque era inminente, cuestión de días.

Yo estaba de nuevo frente al  edificio, como si nada fuese a ocurrir,  ocasionales personas cruzaban los pasillos, la mayoría guardias, esporádicamente se escuchaban los pasos de alguien que corría por algún lado y cosas que caían al suelo que nadie estaba interesado en recoger.  En la incongruencia del sueño, algo bestial acechaba al ingreso del ascensor, del cual me pude escapar por un pelo, para finalmente   llegar a lo que debería ser una oficina en los pisos superiores, al parecer mi sitio de trabajo, allí,  junto a algunos compañeros frente a un televisor inmenso pegado a la pared veíamos las noticias mundiales;  desordenes y confusión por todos lados, ideas locas que permitiesen la salvación salían de todas partes.   Había unos ventanales enormes que permitían ver la ciudad y el horizonte en un ocaso permanente perdiéndose a lo lejos,  no se observaba nada particular, ninguna señal cósmica del planetoide, solo un sol en caída junto a nubes arreboladas en furia, una imagen tranquilamente apocalíptica.  Luego aparecieron en la pantalla los posibles escenarios del impacto, y en todos ellos no se albergaba ninguna esperanza, el más optimista vaticinaba una conflagración mundial, un impacto oceánico que terminaría con un cielo en llamas, un planeta de fuego y lava removiéndose por todos lados,  era posible que solo un pequeño punto, el más alejado  del impacto escapara a su furia, ¿cuál era? nadie lo sabía.

Salí de aquel sitio,  ya solitario,  en busca de mi familia, esta vez solo busque a mi esposa y por la congoja en mi pecho también a mi hijo,  todos los demás  habían desaparecido.  Llegue a casa, una trasmutación onírica que nos dejaría en la casa del pueblo,  allí, en ese atardecer eterno se tuvieron nuevas noticias, ya se conocía el sitio del impacto y el nivel de destrucción que causaría.  El choque despedazaría la tierra, ese sería el fin de todo, después de ese instante lo que habíamos considerado nuestro hogar cósmico no sería más que infinidad de rocas dispersas por el espacio, la nada total.  En un arrebato intelectual me pregunté como se sentiría el impacto si este se producía del otro lado del mundo, ¿que se sentiría en la fracturación del planeta y la perdida de la gravedad? ¿Cómo sería el escape de la atmósfera? ¿En cuánto tiempo moriríamos? Pero algo que aun  más me aterraba era el  hecho de saber que todo lo que la humanidad había alcanzado, todo lo que la naturaleza durante millones de años había logrado simplemente se esfumaría.  Por primera vez sentí el temor no solo a la muerte de mi cuerpo, algo que todos teníamos presente y a lo que nos gustase o no nos habíamos adaptado, sino a la muerte de todo lo que habíamos sido como seres vivientes,  la muerte final, ya no había sustrato ni sustento para cielos, infiernos o ruedas karmicas, ya no había nada sobre lo cual aferrar una idea, solo piedras a la deriva eterna.  Con tristeza vi a lo lejos un hombre  orando a dios, pues este dios impotente también perecía con nosotros.  Luego con el paso de las horas en el atardecer eterno, (o un posible amanecer sin fin, no lo sé) cuando un grupo de nubes se disipó,  vimos  claramente al destructor de mundos;  una pequeña estrella  semejante a Venus al lado del sol.

Faltaba menos de un día para el impacto, aquella estrella aumentaba de brillo y tamaño, aunque nunca eclipsaba la majestuosidad de un sol indiferente,   ¿dónde sería el impacto?  ¿Vería caer esa cosa sobre mi cabeza?  Por un instante pensé que sería bueno ver el final de todo, igual, ya no había un tiempo después para lamentar o sufrir; ese deseo de estar en primera fila para la última y gran función en cierta forma me llenó de una extraña valentía,  pero luego me vi al lado de mi esposa  y mi hijo.  Llore amargamente, no quería que ellos acabaran, no quería que su historia llegara al  fin, la mía no me importaba, pero no la de ellos, no era justo.  Comprendí que aquí no había cabida para la justicia ni la esperanza,  solo era la realidad. 

Preparé una mezcla benzodiacepinica,  si moríamos, no lo haríamos sufriendo, si todo terminaba que fuera a su lado, pero tranquilos y en paz.  Le comente a mi esposa y ella estuvo de acuerdo.   




A eso de las seis de la tarde, en ese atardecer eterno, la hora llegó, no quise ver a lo alto, pero una sombra parecía apresurar la noche,  los tres tomamos el líquido que había preparado, nos acostamos en una cama, ubicada en el corredor, al lado de los geranios, las orquídeas y el piso de baldosa multicolor.  Ángel fue el primero en quedar dormido,  en su rostro había tranquilidad, probablemente soñaba algo agradable,  Nory le siguió, la dosis era alta, pasase lo que pasase no despertaríamos,  tomé la mía, me acosté en la cama y los tres nos abrazamos, lo último que recuerdo fue algo como un gran huracán, un viento fuerte moviendo mis cabellos.


viernes, 13 de noviembre de 2015

Dibujos animados de los ochentas

antes de los cuatro o cinco canales infantiles de la televisión por cable, que suelen repetir los episodios de sus programas una y otra vez y otra vez y otra vez,  la población infantil de este país del sagrado corazón tenia que conformarse con los dos o tres canales nacionales y lo que buenamente quisieran pasar por ahí.  no había programación veinticuatro horas,  la mañana era para algunas novelas (no estoy seguro) las primeras horas de la tarde eran para la franja de educación a distancia   y finalmente cuando todos salíamos de clase entre las 4 y 5, llegaba lo bueno, el horario de dibujos animados  que se cerraba  con el minuto de Dios de azúcar manuelita.  los fines de semana eran cuento aparte, en especial los sábados, día por excelencia dedicado a los dibujos animados, el mejor día de todos, (domingos y festivos también tenían sus dosis animadas pero en menor proporción).  

sin mas preámbulo aquí dejo  esas series animadas ochenteras, no se si están todas pero creo que incluí las principales.



-banner y flapy
Germano japonesa 1979.  26 episodios



Es de las primeras series animadas de las cuales guardo cierto recuerdo organizado de sus episodios.  Por alguna extraña razón siempre trae a la memoria episodios de mi vida infantil en la casa de mi abuela, acompañado de uno de mis tíos; lo extraño es que no recuerdo que hubiese televisor por aquellas épocas donde mi abuela…en fin
Banner era una ardilla criada por una gata en una granja cerca del bosque de nueces. Por cosas del destino terminó perdido en este,  y es allí donde encuentra su identidad como ardilla, crea amistad con los habitantes del bosque y afronta los problemas que este trae.  Como toda serie animada influenciada por los orientales tenia inmerso ese toque trágico tan característico. No estoy seguro que carajos pensaban los productores, guionistas y escritores de la época en cuanto a lo de historias para el público infantil, pero brutalmente nos sumergían en relatos de abandono familiar, traiciones, muerte de amigos y violencia entre especies, algo bastante crudo para los cánones actuales, pero que definitivamente nos pegaba de la pantalla.  Con esta serie  se me aguaron los ojos cuando la ardillita fue separada de su madre gata, se me escurrieron las lágrimas y los mocos cuando unos cazadores sin alma mataron al abuelo búho, me indigne a decir no más cuando el bosque fue arrasado por los leñadores  y quede algo confundido cuando luego del reencuentro con su madre Banner le dijo adiós…
Quedaron grabados en mi mente su estupendo tema musical, su doblaje españolete,  Banner saltando sobre la cola de su madre mientras sonaba la campanilla que colgaba de su cuello; la imagen de  inocencia y tranquilidad que representaba una ardilla bebe durmiendo con su cola como almohada…Banner me recuerda al bebe que tengo en casa.


-Thundercasts
EEUU 1985. 130 episodios



En mi humilde opinión y con un sesgo de aquí a la luna he de decir que esta es la mejor serie animada posible.  Había viajeros espaciales, armas mágicas, un mundo salvaje por colonizar, seres zoomórficos inteligentes, luchas al estilo medieval, aparatejos de alta tecnología,  y un villano de villanos envuelto en prendas mortuorias y en pacto con antiguos demonios.  La animación era una mezcla de técnicas americanas y japonesas de modo que no llegaba a la perfección y dramatismo oriental pero tampoco a la simpleza argumentativa y espasticidad de la americana.  Y lo mejor de todo era su intro. Simple y llanamente espectacular, una secuencia elaborada con tal pasión y perfección que el solo escucharla eriza la piel.  En los ochentas perderse un capítulo de los thundecats simplemente era algo traumático.  Se hizo una nueva versión en el año 2011 pero simplemente no pudo con su antecesora y quedó en una sola temporada. De los thundercats es inolvidable su símbolo, el perfil estilizado de un felino sobre un fondo rojo, la invocación de la espada del augurio, el conjuro del despertar de Munra, el tanque de Pantro  y un largo etc.


-Súper agente Cobra
Japonés 1978-1984. 31 episodios



De la historia de esta serie poco me acuerdo, creo que la daban los sábados en la mañana, y por lo visto no fue transmitida completa, al parecer su alto contenido de violencia y ciertos toques de sexualidad explicita como que no cuadraban mucho para la programación de los ochentas, y menos si era considerado un programa infantil.  Pero a pesar de todo esto y de los pocos capítulos que vi (no estoy seguro si la transmitieron completa) quedó impresa en mi infantil mente la figura de un hombre de rizos rubios, atlético, fumando a toda hora (incluso bajo el agua) y con un brazo como cañón…y una sexy robot acompañándolo a todo lado.   Según pude averiguar, cobra era un pirata espacial, sumergido en una civilización futurista algo deshumanizada, con ciertas capacidades físicas por encima del promedio, un sanjuan algo vago, que en su brazo izquierdo poseía una psicoarma, un cañón de calor que se activaba con sus pensamientos, y la robot que lo acompañaba era una antigua novia, que luego de sufrir una herida mortal no tuvo otra opción que convertirse en un robot, muy sexy por cierto.  De cobra se resalta lo elaborados de sus dibujos, su dinámica animación, los escenarios futuristas soberbios, y la historia propia para un público adulto.  Gracias súper agente cobra por esos primeros desnudos femeninos.


-Inspector gadget.
EEUU Francia Canadá Japón 1983-1986.  86 episodios

viernes, 2 de octubre de 2015

¿quien es el muerto de la Pony malta?




He sentido dolor patrio, y no precisamente por el anuncio de los términos en los cuales se firmará la paz con las FARC, sentí dolor patrio por la ofensa vulgar  y despiadada que algún desalmado, inescrupuloso y quién sabe si hasta satánico u ateo hizo   con uno de los símbolos nacionales más emblemáticos, la pony malta.

La pony malta nos ha acompañado desde tiempo inmemoriales;  cuentan las leyendas muiscas que los caciques en los días de solsticio frecuentaban bañar el cuerpo de sus doncellas en burbujeante y carmín liquido de malta, y que su símbolo, el caballito rampante, fue el que confundió a los nativos cuando ingenuamente consideraron  los jinetes españoles con enviados celestiales.

Pero sin necesidad de ir más lejos podemos decir que la pony malta es la bebida más importante en el territorio nacional;  por  sus múltiples cualidades nos sirve para todo.  Si estamos enfermos de la barriga  o ahítos y con gases nada mejor que una pony malta para la mejoría.  Ni el Ensure, ni las dietas balanceadas ni mucho menos el Herbalife y sus congéneres “life” suplen las necesidades energéticas de las personas convalecientes en los hospitales,  no hay nada que reconforte  a un enfermo que una pony malta con un par de galletas Ducales.  Gracias a sus componentes altos en carbohidratos y enzimas enzimáticas es el remplazo ideal cuando la plata no alcanza para un almuerzo ejecutivo  o cuando la hora de la comida ya ha pasado y ningún restaurante de barrio popular queda con platos de arroz y sopa  para la venta;   media Colombia creció, progresó y se hizo grande gracias al poder nutritivo de la pony malta y un pan de mil,  por algo es la bebida de campeones.  También  es la bebida ideal para calmar la sed, hacer creer que estamos tomando cerveza con los amigos cuando nos estamos purgando,  tener algo espumoso en la boca mientras se espera una cita o simplemente porque sí.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Este mes el mundo se acaba...nuevamente


Creo que es como el décimo fin del mundo del cual he salido victorioso:   sobreviví al Y2K, al año 2000, al fin del mundo que venía con el cometa Hale-Bopp, sobreviví al apocalipsis del 2012, sobreviví al fin del calendario maya, sobreviví al holocausto nuclear de Skynet, sobreviví al fin del mundo mariano  y  a dos o tres fines del mundo de variopintas iglesias evangélicas;  también  a varios días de oscuridad en el  año 2014 y a los  del  agosto pasado en el 2015.  De modo que puedo decir con un poco de arrogancia y seguridad que sobreviviré al próximo fin del mundo previsto para los últimos días de este  mes.

De este nuevo fin del mundo  tuve noticias hasta hace poco.  Usualmente llegan a  mi muro de Facebook una o dos notas  apocalípticas por semana, a tal punto que simplemente  hago caso omiso y las  dejo pasar como bulo informático que son. Pero sucede que con “los sucesos catastróficos planetarios” de  este mes,  nuevamente está  tomando fuerza  la locura colectiva (al menos en la internet) y ya es usual escuchar en cualquier corredor u oficina el: “¿qué  habrá de cierto en que el mundo se acaba este final de septiembre?”.   Me imagino que para esas fechas los comentarios aumentaran gracias a programas radiales de temas no sé si ridículos o paranormales que en ocasiones vienen a ser lo mismo. Como toda noticia loca, esta calará  desde el más humilde analfabeta hasta el más pulcro especialista en lo que sea,  porque para creer en algo por descabellado que sea solo se necesita querer creer y omitir el pensamiento crítico.

¿Pero en que se fundamenta este nuevo fin del mundo?



Como todos,  tiene varios afluentes que nutren el cauce especulativo principal, y forman el río delirante que en silencio rápidamente se secará luego de pasada la fecha.  Verdades a medias que técnicamente son lo mismo que mentiras.
Para  los conspiranoicos y magufos,  el nuevo apocalipsis que se acerca se fundamenta en los siguientes hechos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Morir es dormir eternamente sin soñar


Muchos sin quererlo se convierten en símbolos. Trascienden su existencia por décadas, siglos  o simplemente se incorporan para siempre en el acervo de la humanidad.  Un símbolo encierra aquellos significados primarios que estructuran la civilización y al ser humano como especie. Un símbolo es la esencia de una idea.

Todos los días a toda hora mueren personas, todos los días a toda hora mueren niños; mueren en accidentes, mueren por enfermedades, mueren de hambre, mueren asesinados… estas dos últimas en  macabro ascenso.   Todos los días vemos imágenes de niños tendidos sin vida en algún lado. Todos los días escuchamos noticias de sus miserables destinos. La historia  los muestra como testigos y actores de las intrigas del hombre y su deseo de poder.

Aylan de tres años, de origen sirio, murió  junto a su madre,  su hermano de cinco años y nueve refugiados en una costa de Turquía al naufragar la embarcación en la cual huían de la guerra civil de raíces religiosas y étnicas de su país. El mar finalmente lo  depositó en la playa.  Y allí en compañía de las olas, la arena y la mirada de un agente policial durmió… morir es dormir eternamente sin poder soñar.



Aylan sin quererlo se convirtió en un símbolo,  símbolo de lo miserable que puede llegar a ser la humanidad.



Sé que no cambiara nada, pero este era el único sueño que  debería compartir. Como símbolo queda al lado de mis hijos.


viernes, 14 de agosto de 2015

Mujer desnuda, golondrinas y sombras







foto original sin censura, incompatible con facebook por mostrar un pezón.  Agradecimiento a la modelo Andrea Ivonne Castañeda por autorizar el uso de sus imagenes. 


Cuando niño en ocasiones soñaba con un sitio alejado de mi pueblo; no conocía la ciudad por ello el concepto de desorden e inmensidad aún no estaba en mi mente.

Era como recordar las escenas que a diario me inventaba en mi habitación, sobre la vieja mesa de madera, jugando con las figuritas de plástico que venían en los pasabocas.

Estaba  ubicado en una llanura, con  árboles de guayabas dispersos y solitarios, algo maltrechos por el sol y el viento.

Bien podría ser una casa, no lo recuerdo, solo llega a mi mente una gradería estrecha perdiéndose en espiral en lo profundo de la tierra.

Era una edificación subterránea, iluminada por la luz solar que se escabullía por las paredes empinadas que se iban formando tras de mí,  cubiertas de un musgo verde y suave. Un lugar frio, con la  humedad que sienten las  rocas de río.

Gotas de agua caían en  algún rincón,  y el sonido de su eco marcaba el compás de mi respiración, a lo lejos un martilleo seco brotaba de las profundidades.  Al fondo, el camino giraba abruptamente formando un ángulo de noventa grados, la oscuridad parecía emerger de aquel punto ajeno a mi vista y ocasionalmente se escapaba un resplandor rojizo de fuego atizado por un fuelle imaginario. 

A medida que me acercaba los golpes de metal contra metal eclipsaban los ecos de las gotas y los gorgojeos de las golondrinas sobre mi cabeza.  Tras esa esquina, un callejón se prolongaba por una distancia indeterminada, formando un túnel de oscuridad que desembocaba en un titilante espacio luminoso,  nunca lo atravesé, no fue por miedo, nunca sentí miedo, aun mas, sentía una extraña familiaridad,  pero el hombre que habitaba allí (posiblemente un herrero) no quería ser molestado. Yo no tenía justificación para estar en ese sitio, era un niño curioso que trataba fisgonear el trabajo de los adultos. 

Cuando asomé por la esquina,  decidido a cruzarlo y ver lo que pasaba, una voz  igual a la que escuchaba en mi cabeza cuando interpretaba cada uno de los personajes en mis juegos sobre la mesa de madera, me susurro al oído.  “No entres, él está ocupado y molesto…es un brujo poderoso.”

Nunca volví a tener aquel sueño, aunque en mis aventuras oníricas ocasionalmente veo a lo lejos aquella llanura, escucho el golpeteo del metal y un resplandor rojizo tras una pared.  Pero siempre paso de largo, siempre hay algo que hacer, siempre puedo entrar en cualquier momento…siempre despierto y antes de olvidar lo soñado me pregunto por qué no lo hice.

¿Y a qué viene todo esto?

viernes, 31 de julio de 2015

Las cincuenta cosas mas grandes que nos rodean



El recuerdo más lejano que tengo de Plutón es un jueguito de mesa que se reclamaba con no sé cuántas envolturas de pasabocas yupis, igual que hoy,  en esos días estaba de moda star wars  y el jueguito en cuestión era un sistema solar en espiral, cuyo punto de partida era el Sol, pasaba por Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, cinturón de asteroides (que devolvía al inicio) Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y la meta quedaba un cuadrito después de Plutón.  (Sobra decir que había naves de la república por varias casillas y el halcón milenario que daba un empujón al jugador).  Luego estaban las tareas de la escuela con un sistema solar en una tabla, burdamente pintados los planetas, sus orbitas elípticas delineadas con aserrín y pegante y nombres de caligrafía defectuosa. Por último la maqueta del colegio, cada planeta era una bola de plastilina  clavada en un alambre y pegada a una nueva tabla (extraña relación entre la carpintería y la astronomía).

Los planetas los empecé a distinguir en horas de la madrugada cuando por algún motivo tenía que levantarme antes de la salida del sol y en lo alto y aun con la vista adormecida veía un Venus fulgurante acompañado de estrellas que juraría nunca había visto en el anochecer.  Júpiter y Saturno llegaron luego de pesquisas en mapas estelares,  cuando notaba su cambio de posición en la bóveda celeste tras noches y noches de observaciones furtivas a ojo pelado en el patio de mi casa, esperando cazar una supernova, una cefeida, o como mucho si contaba con suerte un ovni. Finalmente tuve la posibilidad de comprar un modesto (muy modesto) telescopio y desviar la mirada de los atlas estelares al oscuro profundo galáctico.  Tras semanas de búsqueda y cansado de ver la luna, enfoque al gigante Júpiter y sus cuatro lunas galileanas -dichoso como nunca- y días después, pasada la media noche,  Saturno entró al campo visual telescópico.  Esperaba verlos más cerca, inmensos, mas definidos, pero 60 mm de diámetro no soportaban mucho. Marte fue mi gran decepción, durante noches soñé viendo sus polos congelados, sus tormentas de arena planetaria, el rojizo de su superficie contrastado con el fondo de estrellas, pero la noche que lo pude captar, solo vi un manchocito naranja mal definido y ya.  Mercurio solo como una estrella discreta en el horizonte al llegar el anochecer, Urano y Neptuno, aun en libros, tampoco me hago ilusiones, pero Plutón, ese planeta rezagado estaba por completo alejado de mis posibilidades, excluyendo las recreaciones que muchos artistas hacían de él, solo era un puntico como cualquiera de los miles que un telescopio había capturado  un día que estaba aquí y otro allá.  Tal cual aparecía en los tratados de astronomía, y ni que decir de la foto tomada por el Hubble,  dos esferas luminosas en un fondo azul pixelado.

Pasaron los años y por cosas de científicos locos fue degradado de planeta a planetoide o planeta enano, el sistema no contaba con nueve planetas sino con ocho, y noticias sensacionalistas proclamaban cada tanto que se había descubierto el décimo (en realidad noveno) planeta…curiosamente más allá de Plutón.   Algunos amigos algo místicos y desquiciados adicionaban a la maqueta del sistema solar el planeta Nibiru, un poco mayor que la tierra, que pasaba no sé cada cuántos años rozando la tierra, arrasando a los pecadores y de paso trayendo de nuevo a los annunaki, nuestros verdaderos creadores…pero este ya es otro cuento.

Muchos aún conservan en su estructura mental el diseño del sistema solar tal cual no lo enseñaron en la escuela.  Un sol pequeño pero brillante en el centro, y nueve bolitas a su alrededor con ligeras variaciones de tamaño, y después del último y minúsculo planeta rocoso un vacío infinito…

Hoy después de la llegada de la sonda new horizons  a Plutón y luego de ver las imágenes en alta definición de un cuerpo estelar semejante a la luna, no está de más echar un vistazo a la organización del sistema solar, para hacernos una ligera idea de que lo que es grande es muy grande, de que la luna no es la luna más grande, que la luna es más grande que algunos planetas y que hay lunas más grandes que la luna… en fin aquí van los 50 cuerpos estelares más grandes que nos rodean.

martes, 30 de junio de 2015

Series ochenteras (no se me ocurrió otro titulo)

Si algo tenemos de particular todos aquellos que nacimos a finales de los 70s y principios de los 80s, es la inmensa ingenuidad en nuestra niñez y unos pocos años después.  Llegamos en ese periodo de transición en donde no alcanzamos  el régimen autoritario que nuestros abuelos aplicaron a nuestros padres,  tampoco experimentamos  ese frenesí cósmico libertino en el cual si se sumergieron nuestro padres (y del cual salimos) y no recibimos en nuestras manos infantiles las maravillas de la tecnología y el nuevo despertar que trajo la década de los noventas y el nuevo siglo (creo que los charlatanes llaman a esto la era de acuario).  Somos modelos ochenteros o setenteros tardíos, hijos de una década que se caracterizó por ser un punto de empalme, de algo que unió dos etapas importantes;  solo eso, el clip, cuerda, gancho, colbon o engrudo que pegó lo mejor que otros si tuvieron.  

Y en esos años de paradisiaco estupor hubo algo que amoldó nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestra percepción del mundo y nuestra comprensión de la realidad.  La series de tv.  

Venían adecuadamente dosificadas en espacio de media hora los días de entresemana en las tardes, o de una hora los sábados y domingos.  estaban diseñadas en una  inalterable estructura; primero el  intro, tan esencial como la misma serie, a tal punto que no ver el intro era casi como no ver el programa completo, luego una  toma general de la ciudad en donde se ubicaba él o los protagonistas mientras se colgaban los últimos “starring” para continuar con la presentación de la situación problema, la posterior exposición de este al protagonista, los entuertos en los cuales se veía inmerso, para terminar en una salida premedita, fotográfica, algo traída de los cabellos, en la cual  siempre salía victorioso; todo finalizaba en una escena en la que nuestro héroe  besaba una chica o reía  junto a ella en cualquier lugar palaciego.  Y nuevamente el tema musical que daba por terminado el capítulo.  Y así  pasaban los días y las semanas y los años, viendo la misma escena en diferentes colores, apagando la tele, tranquilos porque el orden universal no había sido alterado, el equilibrio cósmico continuaba.

¿Y cuales fueron las series que marcaron nuestra temprana niñez y adolescencia? Aquí van algunas (no vienen en orden cronológico, ni están todas las que deberían estar)

- Macgyver


Serie creada en 1985, la dieron en varias épocas,  pero la más relevante fue la  transmitida  en el canal uno, gracias a Jorge Barón de 6 a 6:30 de la tarde de lunes a viernes.  
Angus Macgyver,  interpretado por el carismático Richard Deán Anderson era un muchachote treintañero licenciado en ciencias físicas y ex corredor de autos de carreras que trabajaba como agente de la fundación fénix (una agencia parecida al FBI pero de buenas intenciones) que con una navaja y mucho ingenio  desarmaba bombas atómicas y armaba cohetes espaciales.  Recorría el mundo truncando planes malévolos de cuanto loco existiese en el poder. Al parecer nunca mato a nadie, tenía un archienemigo llamado Murdoc y tuvo un hijo de una de sus múltiples conquistas en algún capitulo perdido.  Este hombre fue el patrono de los rebuscadores e improvisadores, el dios lar de aquellos que posteriormente darían pie a cosas llamadas colombianadas,  pero también era un hombre de ciencia nato, a cada situación de peligro y dificultad le encontraba su principio físico o químico que lo desencartaba. Unía un gancho para el pelo, dos fósforos, un chicle viejo, una menta, y luego de dar una somera explicación científica de cualquier fenómeno ya tenía lista una carga explosiva que volaría la puerta de acero de algún laboratorio de máxima seguridad.   Y lo peor de todo es que era tan contundente en lo que decía y hacia que uno terminaba creyéndosela, de modo que cuando se estaba en situaciones semejantes  (como cuando las llaves se quedaban dentro de la habitación, o había un corto circuito o se veía algún radio mal sintonizado), se evocaban capítulos y capítulos y se  repetían sus protocolos;  el resultado salía a la vista, las llaves seguían encerradas, el daño eléctrico era peor y el radio terminaba reducido a mil partes inconexas.
  


domingo, 24 de mayo de 2015

"Deseo morir por Cristo y su fe"





En la entrada principal de la casa vieja, unos cuantos centímetros  por encima del dintel, reposa tranquilo desde hace años un cuadro inmune al paso del tiempo, protegido de los descolorizantes  rayos solares, ajeno a la lluvia y posiblemente también al polvo, hogar de generaciones de arañas minúsculas de patas largas y picadura insípida.  Nunca supe quien lo puso, permanece en ese sitio desde que tengo memoria y hasta donde recuerdo nadie lo ha movido de allí.  Centrada,  entre  contrastes de blanco y negro se ve la imagen de un hombre en sus treinta y tantos  años, algo obeso, con gafas redondas y mirada fija y filosofal. 

En algún momento perdido en mi memoria pregunté a mi tía abuela quien era él; ella respondió que era el mártir de Armero, un  sacerdote que muchos años atrás había muerto a manos de gente mala, todo por aquello que aparecía bajo la foto. “deseo morir por cristo y su fe”.

En la casa se ejercía una especial devoción hacia este hombre, encontraba estampillas con su imagen  por todas partes, a tal punto que en ocasiones las utilizaba como material de construcción para los castillos y guaridas en mis juegos.  También estaba rodeado de pequeños relicarios de baja calidad que guardaban en su interior pedacitos de tela negra, según me contaba mi tía (y luego yo lo contaba a mis amigos) eran reliquias de este santo hombre y servían para todo;  eran mágicas y poderosas. Yo había visto como las sumergían en vasos con agua que luego  daban de beber a  enfermos que días después (me imagino) se levantaban de sus camas como si nada hubiese pasado.  Pero antes de continuar con todo aquello que desembocó en tizanas paranormales, sería bueno dar un repaso a la biografía de este cura.