latecleadera

viernes, 22 de enero de 2016

TETRADA DIVINA parte 1. Osiris, dios de la muerte.



Atiborrado por la mercadotecnia religiosa,  en la soledad de la noche una frase que en viejas épocas recitaba llegó a mi mente, la voz del poeta retumbó en mi cabeza:

  “ayer, Jesús afinó mi guitarra y agudizó mis sentidos, me inspiró
 Papel y lápiz en mano, apunto la canción y me negué a escribir
 Porque hablar y escribir sobre Jesús es redundar, sería mejor actuar
 Luego, algo me dijo que la única forma de no redundar es decir la verdad
 Decir que Jesús es acción y movimiento, no cinco letras formando un nombre
 Decir que a Jesús le gusta que actuemos, no que hablemos
 Decir que Jesús es verbo no sustantivo”

Me salté el paso de la guitarra porque las cuerdas están rotas, el lápiz no lo encontré,  le pregunté a mi hijo y me trajo uno sin punta, el sacapuntas estaba perdido… “me negué a escribir”.   Luego repetí “sería mejor actuar”.  Abrí el portátil pero algo me dijo que hablar y escribir sobre Jesús es redundar y la única forma de no redundar es decir la verdad,  decir que Jesús es acción y movimie…. Un momento ¿Qué mierd…?  Maldito cáncer poético este el de Arjona,  después de escuchar dos o tres de sus canciones es posible terminar hablando como yoda,  además, aunque quería hablar sobre Jesús, lo último que deseaba era que algo agudizara mis sentidos y me hiciera recitar frases tipo Chopra o el padre Lineros.   Comprendí que para hablar de Jesús antes  había que hablar de algo más. 



Afine el teclado, desempolve tres libros, y se me ocurrió una tétrada, una tétrada divina,  que al mejor estilo de “festival de robots” serie animada ochentera (más información aquí) serviría de preámbulo para cualquier comentario sobre el redentor  de la humanidad.  Por lo tanto  y sin más preámbulos, vamos de lleno con nuestro primer dios.




Después de Ra, Osiris es el principal dios del panteón egipcio.   La cosmogonía egipcia como toda religión, nace de la concepción y relación de la naturaleza con el ser humano, probablemente partiendo de un animismo y fetichismo primitivo, después,  la exaltación de fenómenos naturales, animales o personajes locales  importantes  para luego formar un sincretismo con la organización política y social, más tarde,  el mismo poder del estado sería quien reorganizaría el concepto de divinidad y sus personalidades.  

Sin profundizar mucho en el tema, diremos que el culto de Osiris  se fue estructurando entre el 3000 y el 2500 AC  ascendiendo paulatinamente de ser un dios agrario local al dios funerario y de la fertilidad dominante  del reino.  Por la propia dinámica del ideario religioso egipcio, es usual que con los años los atributos de los dioses primigenios o locales se mezclen entre sí creando superposición de historias y caracteres, y en el mejor de los casos nuevas personalidades celestes.



En el principio estaba Ra dios del cielo, dios del sol y padre de los dioses, el cual  al enterarse del amor incestuoso (pero no raro) de la diosa Nut (el cielo) y el dios Get (la tierra)  y por ende de su inevitable  embarazo, le  lanza una maldición: 

“Así nunca Nut pueda dar a luz niño alguno ni en el transcurso del mes ni en el transcurso del año”. 

Ante esto Get  pide ayuda a  Thot señor de la sabiduría, con el cual Nut también había tenido sus amoríos, este se ingenia un plan para  escapar de la sentencia del dios padre. Busca a la luna y la reta a una partida de un  juego de mesa, ella acepta con tan mala suerte que pierde, el premio es 1/72 parte de su luminosidad diaria, razón por la cual pierde parte de su brillo imposibilitándose el  ser tan brillante como el sol,  con estos “momentos de luz extra”   Thot fabricará cinco días más, distintos de los 30 días de cada uno de los doce meses;  Dejándolos  al final del año, días en los que el poder de Ra no tiene efecto.



Ya libre Nut del mandato celeste da a luz en el primer día a Osiris el bondadoso, el segundo día nacerá Horus (el viejo), el tercero  Set el malvado,  antes de tiempo  y rasgando un costado de su madre, el cuarto Isis y el quinto Neftis quien sera la esposa de Set.  En este punto ya las cosa se complican, especialmente en lo referente  a  Horus, en unos relatos este es hijo de Isis y Osiris, en otros es hermano, pero en el mejor de los casos es las dos cosas, hijo y hermano de ambos. Según algunos,  el amor entre Osiris e Isis era tal que aun estando en el vientre de su madre se unieron y de esta unión nació Horus, en este caso llamado Horus el viejo.   Pero sigamos.


Después de nacer, Osiris se casa con Isis y con los años es declarado rey de Egipto.  En aquellas épocas la tierra estaba repleta de humanos salvajes y primitivos,  Osiris fue el dios civilizador por excelencia, el primer gran faraón, quien enseñó la agricultura, el arte de la fabricación del vino, quien instauro la ley y el culto adecuado a los dioses.   Una vez terminó su labor edificadora en  Egipto,  dejó  el reino a cargo de su esposa y viajó a tierras remotas a continuar su labor, mientras, Set el malvado, ya urdía sus planes para deshacerse de su hermano y tomar el poder del reino. 



Al parecer su odio se remontaba a un curioso episodio en el vientre materno, cuando Osiris con o sin intención  le da una patada… de allí la frase “es que no aguanta ni una patada”,  otros dicen que estaba harto de su poder, que consideraba injusta su elección como faraón, título que según sus cuentas le correspondía a él, en resumidas cuentas, lo carcomía la envidia.   


De modo que con 72 conspiradores ejecutó  su plan; en forma secreta  adquirió las medidas exactas de Osiris y con base en ellas construyó un cofre ricamente decorado con oro, piedras preciosas y dibujos, luego, cuando Osiris regresó  a su reino,  celebró  un gran banquete de bienvenida.  Al estar todos  algo pasados de copas, dijo que  regalaría el precioso cofre a quien  encajara perfectamente en él, todos los invitados pasaron por allí pero ninguno amoldaba su forma al cofre,   cuando fue  el turno a Osiris (con una ingenuidad fraternal)   entró y vio que era preciso para su cuerpo, maravillado dijo: “¡encajo! y será mío para siempre” a lo que Set respondió “tuyo es hermano, y de hecho será para siempre”.  Cerró la tapa del cofre, la clavó ayudado  por sus secuaces,  lo cubrió de plomo fundido y luego fue arrojado al Nilo,   Osiris moriría dentro y se convertiría en el rey del inframundo.


Isis al enterarse de lo ocurrido, cortó su cabello, rasgó sus vestiduras y fue en busca de su esposo con el fin de darle sepultura acorde al estatus de un faraón.   Recorrió el mundo por días y días sin resultado, hasta que unos niños en la rivera de un rio le  indicaron que por uno de los brazos del Nilo  habían visto pasar el cofre rumbo al mar.  En el camino vio flores de meliloto, consagradas a Osiris,  y esto  la alegró pues indicaba que iba por el camino adecuado.  Finalmente llegó al puerto de Byblos donde se hizo pasar como una  mujer solitaria y triste, que en la playa y como medio de distracción, realizaba peinados y perfumaba  a las doncellas del palacio, la reina al ver la  perfección su obra, solicita su presencia  y pone  a su  cuidado  a su hijo menor, débil y enfermo. 

¿Y qué paso con el cofre?  Encalló en una de las costas  de la ciudad de Byblos,  quedando atrapado en  un tamarindo, el cual poco a poco lo fue integrando en su tronco  hasta quedar convertido en un fuerte y majestuoso árbol.  El rey al pasar por allí y ver este árbol decide cortarlo y llevarlo para que le sirviese de columna principal al  techo de su palacio.

Regresando con Isis, esta aceptó el trabajo encargado por la reina, asegurando que haría de aquel niño un hombre fuerte y poderoso, pero para lograrlo lo tendría que hacer a su modo y sin la intromisión de nadie. La madre acepta  y entrega el niño a la diosa.  Isis no le da  de comer, simplemente le deja chupar un dedo de su mano, lo cual es suficiente para que el niño se recupere y crezca  saludable.  Isis se  encariña del niño  y opta por convertirlo en inmortal; todas  las noches amontonaba algunos troncos,  les prendía fuego y  arrojaba al niño sobre ellos con el fin de quemar sus partes mortales y dejar solo su cuerpo inmortal.  La madre asombrada por la rápida mejoría de su hijo y por el misterio que encerraba aquella mujer, decide una de las noches espiarla, pero  al ver como el  niño era lanzado al fuego grita  y se lo arrebata de las manos a Isis, ante lo cual la diosa no tiene otra opción que develar su identidad.  Todos quedan atónitos,  y piden sus favores, ella simplemente quiere la columna de madera que había en el palacio, el rey la entrega. Isis abre el tronco y encuentra el preciado cofre, lo toma y devuelve el tronco al palacio, iniciando nuevamente  su viaje de regreso,  esta vez acompañada de uno de los hijos del rey (no se especifica cual, probablemente aquel que casi fue inmortal).  Durante el viaje y cuando la diosa confirma que está sola, destapa el cofre y besa a su esposo muerto, pero es interrumpida por el niño que se había despertado a observar lo que pasaba, Isis lanza una mirada  con tanta furia al niño por este acto de impertinencia que en el acto produce su muerte.



Finalmente llegaron a casa, Isis esconde el cofre en un bosque y parte en busca de su hijo Horus,  el  cual había dejado al cuidado de un hombre lejos de las manos de Set,  pero corrió con la  mala suerte que este justamente estaba cazando por esos lugares y descubre el cuerpo, entró en cólera y descuartizo el cuerpo en catorce partes,   las cuales dispersó a lo largo del Nilo para que fueran devoradas por los peces y los cocodrilos.   A su regreso  y al ver lo sucedido Isis nuevamente inicia la búsqueda de su esposo, deambulando por el Nilo en una balsa de papiro apoyada  por  su hermana Neftis,  quien le  obsequia siete escorpiones que la custodiaran.  Una a una fue encontrando las partes de su esposo, las cuales no habían sido tocadas por los cocodrilos conscientes de su divinidad, y en cada sitio en el cual hacia un hallazgo allí se erigía un santuario con la figura de la parte recuperada para que le rindiesen culto.  La única parte del cuerpo que no pudo ser recuperada fue el pene que había sido devorado por unos peces.   De  regreso a su palacio, con sus artes mágicas  diseña un nuevo falo  y con la ayuda de Anubis (hijo de una aventura entre Neftis y Osiris,  y  a quien Isis había rescatado, alimentado y cuidado luego que su hermana lo escondiera al darlo a luz temerosa que Set lo matara, convirtiéndose de este modo en el fiel compañero de Isis) maestro del embalsamiento,  convierten el cuerpo descuartizado en la primera momia,  


Osiris resucita y en este estado post mortem vital se une con Isis y de esta unión engendra a Horus (el joven) luego Isis se esconde en los pantanos donde  da a luz y entrega el niño al dios Toth para que este lo eduque y prepare para el encuentro con Set y su reivindicación en el trono arrebatado. Al parecer después de esto, el cuerpo de Osiris es escondido  en un lugar donde nadie pudiese  encontrarlo.

Al crecer Horus desafiará a su tío Set, luchará contra él y en esta lucha perderá uno de sus ojos “el ojo de Horus” obsequiado posteriormente a su padre, pero también logrará cortarle los testículos a su contrincante y desterrarlo del reino, reivindicándose como el heredero del faraón Osiris.


Osiris no pudo regresar al reino de los vivos, continuó su reinado en el inframundo,  se convirtió en el rey de los muertos, el dios funerario supremo, aquel que juzga a todos en el más allá;  él fue la primera momia, el primer faraón, el dios civilizador, el señor de piel oscura o verde, como la tierra o como la muerte.

Como aclaración, existen diversas versiones de la historia, dependiendo de la fuente que las narre; unas cosas dicen las fuentes griegas,  otras las egipcias, unas cosas se dicen en determinada dinastía,  otras cosas se dicen en otra dinastía; hay que recalcar que son cerca de 3000 años de  historia del pueblo egipcio desde sus inicios hasta su caída.  Y en 3000 mil años una historia puede cambiar.  Las mayores variaciones radican en la paternidad de los hijos de Nut;  para algunos los cuatro o cinco son hijos de Get (la tierra) para otros están divididos entre Get, Ra y  Thot.  Para algunos son solo cuatro los dioses que nacen (Osiris, Isis, Set y Neftis) para otros son cinco (con Horus)  aquí es donde se arma el meollo.  Horus es el dios más complejo del panteón egipcio,  recordemos que cada dios es una representación de una fuerza natural, sus variaciones son el carácter de dicha divinidad y sus ciclos son sus historias de vida,  Horus  en alguna de sus acepciones es el sol naciente, en otras ya es el sol pletórico.  Existen dos variantes,  Horus el viejo o el grande,  que nace de Nut junto a Osiris, Isis, Set y Neftis, pero que a la vez es hijo de la unión in útero de Osiris e Isis (hijo y hermano a la vez) y es quien derrotará a Set, este es el mismo Horus que Isis dejará en la isla de Buto,  cuando inicia la primera búsqueda de su esposo difunto escapando del poder de su hermano, aunque aquí curiosamente se interponen las dos versiones, la del Horus viejo nacido de Nut y la del Horus niño hijo de Isis (aun no nacido),  al parecer  y según algunas versiones,  este  Horus  se enfrentará una primera vez con Set y perderá la vida.  Luego de la reconstrucción y resurrección del cuerpo de Osiris, Isis quedara embarazada  y parirá a Horus el niño,  la nueva versión de Horus el viejo, que se convertirá en este nuevamente, luego de  crecer y adquirir el conocimiento del dios Toth  y quien vencerá finalmente a Set.



 Osiris es aquel que nos aguarda cuando abandonemos esta vida y nuestro corazón sea pesado en la balanza de Anubis, es quien decidirá si nos depara la dicha o el fin definitivo en las fauces del monstruo Ammyt, la devoradora de muertos.


 “¡Salve, dios grande, Señor de la Verdad y de la Justicia, Amo poderoso: heme aquí llegado ante ti!
¡Déjame pues contemplar tu radiante hermosura!
Conozco tu Nombre mágico y los de las cuarenta y dos divinidades que te rodean en la vasta Sala de la Verdad y Justicia, el día en que se hace la cuenta de los pecados ante Osiris; la sangre de los pecadores, lo sé también, las sirve de alimento.
Tu Nombre es: “El Señor del Orden del Universo cuyos dos Ojos son las dos diosas hermanas”.
He aquí que yo traigo en mi Corazón la Verdad y la Justicia, pues he arrancado de él todo el Mal.
No he causado sufrimiento a los hombres.
No he empleado la violencia con mis parientes.
No he sustituido la Injusticia a la Justicia.
No he frecuentado a los malos.
No he cometido crímenes.
No he hecho trabajar en mi provecho con exceso.
No he intrigado por ambición.
No he maltratado a mis servidores.
No he blasfemado de los dioses.
No he privado al indigente de su subsistencia.
No he cometido actos execrados por los dioses.
No he permitido que un servidor fuese maltratado por su amo.
No he hecho sufrir a otro.
No he provocado el hambre.
No he hecho llorar a los hombres, mis semejantes.
No he matado ni ordenado matar.
No he provocado enfermedades entre los hombres.
No he sustraído las ofrendas de los templos.
No he robado los panes de los dioses.
No me he apoderado de las ofrendas destinadas a los Espíritus santificados.
No he cometido acciones vergonzosas en el recinto sacrosanto de los templos.
No he disminuido la porción de las ofrendas.
No he tratado de aumentar mis dominios empleando medios ilícitos, ni de usurpar los campos de otro.
No he manipulado los pesos de la balanza ni su astil.
No he quitado la leche de la boca del niño.
No me he apoderado del ganado en los prados.
No he cogido con lazo las aves destinadas a los dioses.
No he pescado peces con cadáveres de peces.
No he obstruido las aguas cuando debían correr.
No he deshecho las presas puestas al paso de las aguas corrientes.
No he apagado la llama de un fuego que debía de arder.
No he violado las reglas de las ofrendas de carne.
No me he apoderado del ganado perteneciente a los templos de los dioses.
No he impedido a un dios el manifestarse.
¡Soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro! …”


(Confesión negativa – el libro de los muertos-.  Plegaria del difunto ante Osiris en el momento del juicio de los muertos)


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